Nos encontramos en pleno conflicto de intereses. Por un lado, tenemos a unas aplicaciones de mensajería que utilizan los servicios de las operadoras para ofrecer los suyos propios. Por el otro lado nos encontramos a esas operadoras sobre las que recae el peso de las leyes y el tráfico sin que puedan aprovecharse del beneficio que consiguen las primeras. No es un conflicto nuevo, pero cada vez está más tenso.
La última noticia en esta lucha cada vez menos silenciosa es la que protagoniza la Comisión Europea. Según el Financial Times, se estaría estudiando la aplicación de idénticas normas de seguridad y privacidad a todas las aplicaciones de mensajería tipo WhatsApp, Telegram, Skype y similares. El objetivo sería equiparar en condiciones a los servicios de operadoras con los de Internet. No en vano, ambos ofrecen las mismas funciones.
Cuando el río no puede aprovechar todo el negocio que pasa por su cauce
Más allá de opiniones personales, hay un hecho que no se puede cuestionar: los servicios de mensajería utilizan las infraestructuras de las operadoras para obtener beneficios sin pagar por el tráfico. Aquí entraría el eterno argumento de que son las operadoras quienes se lucran al ofrecer los servicios de Internet como gancho, pero quizá la Comisión Europea no esté tan convencida de ello.
Desde Bruselas se está estudiando el endurecimiento de los controles sobre los servicios de mensajería ofrecidos por empresas de servicios a través de Internet. Dichos controles se aplicarían sobre todo en términos de privacidad y seguridad, tratando de equipararse a las obligaciones que poseen las operadoras móviles sobre esos mismos servicios.
La Comisión Europea tendría ya listos los distintos cambios para aplicar en septiembre sobre la regulación
Una de las quejas habituales es que los servicios como WhatsApp y similares tienen facultad para explotar monetariamente los datos recabados por el registro de usuarios. Anuncios en Facebook después de conversaciones realizadas en WhatsApp, aceptación de condiciones previo al registro, acceso sin control a los contactos del teléfono… Nadie tiene muy claro hasta qué punto pueden comerciar con nuestros datos.
La regulación de las comunicaciones no significa lo mismo para un bando y para otro
Los contendientes en esta lucha no ven con los mismos ojos las regulaciones que pretende llevar a cabo la Comisión Europea. Por un lado, las operadoras móviles piden que se les aplique a todas las mismas condiciones de servicio reglas y protección; en la parte de los servicios de Internet se demanda una verdadera liberalización que se salga de la regulación. O lo que es lo mismo: que cada cual imponga sus propias reglas dentro de un mercado de comunicación abierto.
WhatsApp, Skype, Telegram y servicios similares no ven con buenos ojos que pasen a regularlos dado que también sería un primer paso para su obligación de tributar como tales. En el momento en el que existe la regulación, y terminan por equipararse a los servicios que ya prestan de manera nativa las operadoras, nada les impediría a éstas cobrar por el tráfico que pasa por sus redes.
Mal que nos pese, los usuarios estamos condenados a contemplar esta guerra desde la distancia. Usamos los servicios de mensajería y no contrataríamos una tarifa de datos sin ellos; aunque, por otro lado, no pagamos directamente por los mensajes que enviamos, siendo nuestros datos personales la principal moneda de cambio. ¿De qué lado ponerse? La Comisión Europea no debería tardar mucho en hacerlo.
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