Xiaomi hizo su irrupción hace cinco años en el mundo de la tecnología. Su periodo de adaptación al gremio fue fugaz. Aunque oficialmente muchos le siguen etiquetando como una start-up, lo cierto es que esta etiqueta rápidamente se le quedó pequeña. Con un asiento asignado en el top cinco del mundial de constructores móviles, esta compañía, ahora liderada por quien fuese jefe de Android, el lisboeta Hugo Barra, ha puesto patas arribas los planes de algunas de las marcas ‘techies’ más reconocidas del planeta. Y no solo por el precio, sino por lo amplio y variado de su oferta: móviles baratos, smartphones premiums, tabletas, weareables, domótica…
Si China y Xiaomi representan a esa nueva generación de fabricantes propulsados por el brillo de la nueva y renovada potencia económica del país, durante muchas décadas la referencia del sector en Asia fue Japón. Liderados por un gigante como Sony -que vive inmersa en un cara y cruz dependiendo la división que te pares a estudiar- este gremio lucha por mantener a raya la decadencia financiera propiciada, entre otras cosas, por una competencia extranjera agresiva.
Ese panorama de tonos más bien grisáceos ha servido como caldo de cultivo para que la nación del Sol Naciente asista al nacimiento del que se podía llamar el Xiaomi nipón.
Cien ideas, 24 productos en tan solo dos meses… el Xiaomi japonés
«Habíamos pensando hasta cien productos diferentes, pero finalmente nos quedamos en 24». Esa frase la pronuncia la confundadora y CEO de UPQ (pronúnciese ap-qiu), Yuko Nazawa. Quien piense que este catálogo de una veintena larga de productos se ha configurado tras muchos meses de trabajo está equivocado.
Habíamos pensado hast cien productos diferentes, finalmente nos quedamos en 24
La producción ha llevado solo dos meses. No en vano, cabe mencionar que la empresa se fundó en junio y entre su oferta, que ya está disponible para comprar online, podemos encontrar desde una larga variedad de auriculares, un teléfono inteligente, una pantalla 4K o una versión de la archirreconocida GoPro.
Pero, ¿realmente puede esta empresa seguir el mismo camino que Xiaomi? ¿De dónde sale Nakazawa? Esta joven se alistó a una de las empresas tecnológicas que gozó de más prestigio en la década de los 90: CASIO. Allí trabajó desde 2007 en la planificación de productos como teléfonos, smartphones o cámaras fotográficas.
De Casio a UPQ, pasando por su propia cafetería
Fan de productos como el G-Shock, la futura madre del Xiaomi nipón vio cómo el romance con su empresa se empezó a marchitarse hasta que en 2012 renunció al puesto. Nakazawa no podía entender, simplemente, la estrategia y el rumbo que había tomado su empresa que dos años antes se había fusionado con NEC. Doce meses más tarde, la compañía dejó de fabricar teléfonos: habían llegado demasiado tarde -‘Ehhhh, me sueeeena esta historia’- para competir con los fabricantes extranjeros.
Nakazawa abrió con el finiquito y sus ahorros una cafetería. Pero no cortó el cordón umbilical que la unía con la tecnología, a pesar de no ser ingeniera ni diseñadora industrial. Un día se topó con un cartel que anunciaba a bombo y platillo un ‘Hackaton’. Buscó en Google el significado de la palabra en cuestión y se encontró con que el reto le atraía y mucho. Fue aceptada y ganó con una especie de caja inteligente para bento -almuerzo nipón- que le valió con el tiempo la entrada en un programa de innovación del Ministerio de Economía el pasado mes de diciembre.
Pensé en volver a la cafetería, pero me dí cuenta que quería crear más productos desde cero
En ese programa accedió a financiación para crear un prototipo de cara a llevarlo al mercado. La promoción le llevó al festival SXSW de Austin en Texas. «Pensé volver a la cafetería, pero me di cuenta que quería crear más productos desde cero», asegura.
La búsqueda de las plantas y AO1, su teléfono estrella
En aquel festival contactó con una incubadora nipona donde se concentran empresas al seguimiento ocular o la impresión 3d de robots, entre otros. Esto le llevó a conocer a Cerevo, una empresa conocida, entre otros productos, por soportes para colocar los teléfonos inteligentes en las tablas de snowboard, donde acabó trabajando como gerente de producto el pasado mes de abril.
Su ambición no terminó ahí. Desde Cerevo echa a rodar la idea de UPQ y actualmente parte de los procesos, como el control de calidad, dependen de su anterior empresas. Su puesto de trabajo le sirvió para encontrar algunos contactos de fabricantes en China pero Nakawaza escrutó países como Hong Kong, Taiwán o Corea del Sur para encontrar las plantas de producción que cumpliesen los breves plazos que se había autoimpuesto para poner todo en circulación. «Soy dura negociando», asegura cuando le preguntan como consiguió esos precios apretados para la primera remesa de producto.
Si puedes hacer un smartphones, puedes hacer cualquier cosa
La estrella de su catálogo es el teléfono AO1, un quad-core con pantallas de 4,5 pulgadas y Android 5.1. Más extraño en Japón es que se comercialice como un doble SIM, una auténtica rareza en el país nipón. Sus prestaciones serán básicas pero su precio también: 116 dólares. «Los smartphones son lo más complicado de los productos electrónicos, porque cuentan con muchísimos componentes», afirma la CEO de UPQ. «Si puedes hacer un smartphone, puedes hacer casi cualquier cosa», remacha.
Dicho y hecho. Su ecléctico catálogo incluye una pantalla 4k de cincuenta pulgadas por 600 dólares, una cámara de acción FULL HD por 124 dólares o variedad de accesorios bluetooth, bombillas conectadas o auriculares, todo ellos a un precio francamente asequible. Cuenta hasta con una silla en forma de huevo, que nada tiene que ver con la electrónica.
La expansión de la marca y sus rivales nacionales
Tal es sus ganas de seguir con este mantra que ya piensa en un coche eléctrico. De momento, quienes quieran adquirir sus actuales productos lo pueden hacer en una tienda online local. Sin embargo, Nawazaka no quiere quedarse con una exótica tienda reservada al comercio online: ya negocia con grandes distribuidores locales para que expongan sus productos en los centros comerciales nipones. El objetivo, que se pueda tocar y experimentar con el producto antes de comprarla.
No son nuestros rivales, porque en Japón somos únicos haciendo lo que hacemos
Aunque no tiene intención de expandirse a los mercados occidentales, asegura que todos sus productos cuentan con la bendición de la FCC y de la Comunidad Europea así que pueden enviarse a EEUU y la UE sin problema. No se conoce lo que ha conseguido por parte de los inversores pero en los foros especializados ya se habla hasta de un millón de dólares.
Preguntados por si se siente identificado con el apodo el Xiaomi japonés, desvía la atención: «Las grandes compañías en Japón están en problemas». «Yo creo que estas compañías no son nuestros rivales porque nadie está haciendo lo que está lo que hacemos», remacha. Quién sabe si, dentro de cinco años, acabará obligando a la industria local a reinventarse. «La compentencia es buena, porque obliga a todo el mundo a hacer mejor productos. No me importa que acaben con mi negocio si es que lo hacen mejor que yo».
Fotos | Techinasia