Dory es uno de los personajes más memorables que ha dado la factoría Pixar, y los seres humanos poco a poco nos vamos pareciendo cada vez más a él, aunque la memoria y la capacidad de atención no sean exactamente lo mismo. En el año 2000, tres años antes del estreno de Buscando a Nemo un estudio reveló que la capacidad media de centrar nuestra atención en una única tarea era de doce segundos. Quince años después, un estudio revela que hemos bajado a ocho segundos. Uno menos que el pez de colores.
¿Seguís aquí? Yo he estado reenviando un meme por Whatsapp a unos amigos, pero bueno, al lío. El estudio ha sido realizado por Microsoft en Canadá, entrevistando a cerca de 2000 personas y usando elecroencefalogramas en otras 112. Aquellos con un estilo de vida más marcado por lo digital, los que más usan las redes sociales o los llamados early adopters son quienes más problemas tienen para mantener la atención, en una actividad, principalmente debido a la constante necesidad de novedades.
Menor capacidad de atención pero mayor multitarea
Pero esto tiene otro aspecto positivo, y es que la habilidad para realizar varias tareas de forma simultánea ha mejorado ostensiblemente. Además, estas personas, son capaces de identificar mejor a qué quieren prestar atención y a qué no, además de necesitar menos recursos para procesar cosas a la memoria, y tienen más picos intermitentes de mayor atención.
Los smartphones no son los únicos causantes de esta nueva incapacidad para prestar atención, sino que la fragmentación de los mensajes es una de las características más importantes de esta sociedad postmoderna, en la que todo tiene que ser rápido y en píldoras para pasar al siguiente asunto lo más rápido posible. Esta tendencia se refleja también en la creciente popularidad de las series de televisión -más allá de su tremenda calidad en los últimos quince años-, a muchos le resulta más cómodo ponerse dos capítulos de una serie que una película de hora y media, aunque al final sumen la misma duración.
Twitter y la pildorización del mensaje
Y otro reflejo fundamental de esta fragmentación es Twitter. No sólo por los 140 caracteres de sus mensajes, que obligan a condensar o dividir cualquier idea que se quiera transmitir. No sólo porque sea el mayor símbolo de la multipantalla, la tendencia a comentar en directo eventos o programas de televisión a través del smartphone, sino por el relativo poco impacto de estos.
A pesar de la enorme cantidad de público que puede leer nuestros mensajes y la difusión que estos puedan llegar a tener, un porcentaje mínimo de los lectores, tan mínimo como un 1%, accede a los links, como bien explican en The Atlantic. Muchos usuarios se quedan en el titular y ni siquiera se molestan en entrar en el enlace para leer las primeras líneas. Twitter es la «pildorización» del mensaje convertida en red social, pero no es culpa suya, simplemente es fruto de una sociedad que es como es.
Si has llegado hasta aquí has demostrado tener una capacidad de atención no sólo superior a la de las persona media, sino también a la del todopoderoso pez de colores. La gran pregunta que queda pendiente de todo este estudio es si la capacidad para realizar múltiples tareas puede compensar la menor capacidad de atención de… ¡Oh! ¡Mira! ¡Un pájaro!