Un grupo de investigadores de la Universidad de Zurich realizaron un peculiar descubrimiento: al comparar la actividad cerebral de usuarios que al escribir en un teléfono inteligente con los que lo hacían en un teléfono convencional, se dieron cuenta que los primeros registraban una mayor actividad.
La zona que registró el aumento fue sistema somatosensorial que se responsabiliza entre otras cosas del sentido del tacto. La actividad de esta zona resultó ser directamente proporcional a la frecuencia de uso del smartphone. En cerebro es un órgano tremendamente plástico, y el estudio sugiere, básicamente, que nuestros pulgares se vuelven más sensibles con el continuo uso de las pantallas táctiles.
Ahora bien, si usar el teléfono puede hacer que nuestros pulgares sean más sensibles ¿puede también hacernos más inteligentes?
¿O nos vuelven los teléfonos más estúpidos?
Parece evidente que la idea general es exactamente la contraria, basta con comenzar a escribir en Google «smartphones makes us» para ver que las búsquedas más populares son «makes you stupid» [te vuelve estúpido] o «makes you dumb» [te vuelve tonto]. Es cierto que hay razones para pensar que nuestros smartphones reblandecen nuestra sesera, pero también es verdad que el ser humano ha dado muestras de profunda estupidez desde los albores de los tiempos, mucho antes de la llegada de los teléfonos inteligentes, Internet, los videojuegos o la televisión.
Lo cierto es que gracias a los smartphones tenemos todo el potencial de la mayor recolección de conocimiento jamás creada por el hombre en la palma de nuestra mano, siempre a nuestro alcance y siempre disponible -si la cobertura y la batería lo permiten, claro-, y eso difícilmente puede volver a uno tarugo per se.
En una entrevista a Gizmodo, el popular divulgador científico americano Bill Nye, conocido como The Science Guy explicó cómo un teléfono inteligente puede hacerte más inteligente: si no tienes que recordar tantas cosas, el cerebro puede usar la materia gris que antes utilizaba para recordar -por ejemplo, todos los números de teléfono- para analizar situaciones de forma crítica y encontrar soluciones o para recordar con mayor detalle lo que hiciste el último verano.
El ser humano ha externalizado la información desde la prehistoria
Ya no nos hace falta recordarlo todo: si no te acuerdas del nombre ese actor que salía en El Señor de los Anillos, Star Wars, Drácula, Sherlock Holmes y que hizo de malo de James Bond, basta con una búsqueda rápida en Google para encontrar toda la información que quieras (nuestro pequeño homenaje al mayor badass que ha aparecido en una pantalla de cine, fallecido el pasado jueves). Y sí, es cierto que esto puede reducir nuestra capacidad para memorizar, pero también es cierto que guardar información fuera de nuestro cuerpo es algo que el ser humano lleva haciendo desde el momento en el que el primer cavernícola dibujó un búfalo en la pared de una cueva, es una de las características fundamentales del hombre y que le diferencia del resto de seres vivos. Internet y los smartphones sólo son un paso más en esta evolución.
Pero evidentemente hay otro elemento a tener en cuenta, y es la capacidad para saber usar estas herramientas correctamente. La información que sea importante para la supervivencia no debe ser almacenada en un dispositivo que puede quedarse sin batería y convertirse en un pisapapeles en cuestión de horas. De esta forma, si te vas a la montaña lleva un mapa en papel, porque sin un cargador cerca Google Maps puede ser completamente inútil en caso de perderte. En este sentido, Nye recuerda que la Armada de los Estados Unidos siempre se asegura de que en cada barco haya alguien capaz de navegar guiándose por las estrellas en caso de un fallo con los sistemas por satélite.
El conocimiento, más accesible que nunca antes en nuestra historia
Además, gracias a las redes sociales podemos llegar casualmente a artículos sobre temas que de otra manera jamás se nos hubiera ocurrido buscar por cuenta propia. Es cierto que muchos de los artículos que podemos encontrar en Internet son de carácter divulgativo, superficiales y no entran en gran profundidad en los temas (y a veces erróneos, el lado oscuro del exceso de información), y que el tipo de texto que se puede encontrar en la red facilita el salto de un artículo a otro sin llegar a terminarlo pero eso es igual de cierto como que ayuda a ensanchar los límites de nuestro conocimiento, y cuando encontremos algo que realmente nos interese ya profundizaremos en él, porque Internet también nos ofrece las herramientas necesarias para profundizar en prácticamente cualquier tema.
Posiblemente, decir que un smartphone nos puede volver más inteligentes no sea la expresión más correcta, pero seguramente sí nos puede ayudar a explotar mejor nuestra inteligencia (y seguramente a un tonto le ayudará a explotar mejor su tontería, también), al fin y al cabo tener más conocimientos no significa ser más inteligente, pero el conocimiento es una gran gasolina para el intelecto y a mayor sabiduría más herramientas tendrán nuestras neuronas para solucionar problemas. Y no cabe duda que el smartphone es la puerta al conocimiento más accesible que ha concebido nuestra especie.