Secret es una de las aplicaciones que más llamó la atención y más polémica creo durante el 2014. Se trataba de una red social fundamentada en el total anonimato de sus usuarios para que poder publicar cualquier tipo de información con la seguridad de que no se sabría que ha sido él. El resultado ha sido el esperado cuando en Internet garantizas el anonimato a ciertas personas, que se convirtió en una cueva de trolls, mentiras, calumnias e insultos. Brasil llegó a prohibirla y esta semana su creador ha anunciado que echa el cierre debido a que Secret no se ajusta a la idea de lo que él quería crear.
El anonimato es un arma de doble filo. Por un lado puede ser un gran arma a la hora de enfrentarte al poder, precisamente por eso existe el secreto profesional en el periodismo, es decir, que ni siquiera un juez puede obligar a un periodista a revelar el nombre de su fuente. De otra manera, Mark Felt quizá nunca se hubiera sentido lo suficientemente seguro como para facilitar a Woodward y Bernstein información sobre la implicación de Nixon en el escándalo Watergate y este jamás hubiera tenido que dimitir.
El creador de Secret, David Byttow, probablemente tenía algo así en mente cuando decidió desarrollar la aplicación, pero no tuvo en cuenta ese lado oscuro del alma humana que en algunas personas les ocupa todo su ser cuando se encuentran tras el escudo de un nick. El simple hecho de no tener a la otra persona directamente delante mirándonos a los ojos nos desinhibe -por eso a mucha gente le resulta más fácil tirarle los trastos a una chica o chico por Whatsapp que cuando lo tiene delante- y si además la otra persona probablemente nunca llegue a saber quienes somos… bueno, eso para muchos es tener una carta blanca para decir barbaridades cual jaculatorias.
Twitter y su cazador automático de trolls
Los trolls son ahora mismo uno de los más grandes problemas de Internet y lo que evita que se convierta en el foro de debate abierto que tiene el potencial de ser. Da igual la inteligencia de sus participantes y lo larga e interesante que esté siendo la discusión, basta con que llegue un disruptivo espécimen de estos para que todo se vaya al garete.
Twitter es una de las comunidades que más sufre estas situaciones, en parte debido a la la gran cantidad de usuarios que tiene. Junto a los famosos fakes encontramos otros que simplemente quieren ver el mundo arder. Muchos demuestran con su ortografía que tienen la inteligencia suficiente para pensar sin mover los labios. Recientemente la red social se ha puesto en marcha para tratar se librar de ellos nuestros timelines.
Se trata de una herramienta que analizará diferentes elementos que habitualmente van correlacionados con tuits ofensivos. Una vez haya identificado estos mensajes abusivos, limitará su alcance haciendo que cuanto escriba el usuario no aparezca en nuestros timelines a menos que entremos expresamente en su perfil.
El hecho de dejar en manos de un ordenador la decisión de si un usuario es o no un troll ya es un poco perturbadora, pero casi es más preocupante que este muteo se producirá sin que el usuario reciba ningún tipo de notificación por parte de Twitter, un sistema que parece estar muy lejos de lo que muchos entendemos como un juicio justo por mucho que coincidamos en la idea de que la lucha contra los trolls es necesaria.
Localiza a un troll en diez mensajes
Sin embargo, los algoritmos pueden ayudar a los moderadores de las comunidades a identificar de forma rápida un nuevo usuario con potencial para convertirse en troll. Justin Cheng de la Universidad de Stanford ha creado una herramienta que con sólo diez mensajes es capaz de prever si ese usuario es o será un troll. Para ello ha analizado las comunidades de CNN.com, Breitbart.com e IGN.com, que suman más de 10.000 usuarios «baneados» entre todas.
Comparando los primeros mensajes de esos usuarios con los que nunca han sido bloqueados, los investigadores encontraron notables diferencias, especialmente en la ortografía y en la longitud de sus mensajes. Los trolls suelen comenzar con mensajes pobres y, además, van empeorando con el tiempo. Sin llegar a ser una herramienta automatizada como propone Twitter, un algoritmo que alerte a los moderadores para que tengan bajo vigilancia a ciertos usuarios puede ser un arma fundamental con la caza de trolls.
Pero, por trollear un poco, me gustaría acabar este artículo rompiendo una pequeña lanza en favor del trolleo. Evidentemente, no me refiero a entrar en una discusión sobre la crítica de la razón pura de Kant llamando gi*******s a Nietzche, pero en pequeñas dosis puede dar vidilla a cualquier comunidad, por ejemplo entrar en un foro diciendo que Interstellar es una peli entretenida pero cursi, tontorrona y repetitiva, además de ser verdad puede activar un cierto debate. Además, a todos nos divierte tocarle un poco las narices al prójimo, siempre y cuando no le metamos el dedo en el ojo.