Apple siempre se ha vendido como una empresa que busca la simplicidad máxima para el usuario. El odio de Steve Jobs hacia los botones, tanto los de la ropa como los de los gadgets, ha sido una señal de identidad de identidad de la manzana, que empezó por eliminar los botones de los mp3, luego de los smartphones y finalmente de las tabletas en esa búsqueda de la sencillez, algo que también se reflejó en OS X.
Aunque no siempre tuvo éxito -véase el las ataduras al no tan sencillo iTunes-, sus productos eran fáciles de poner en marcha y comenzar a usar, siguiendo la máxima de que un usuario medio tenía que poder aprender a usar su sistema en veinte minutos.
Por contra, se había instalado el prejuicio de que Android no era tan simple de usar. Tres años han pasado desde la muerte de Jobs y tras las últimas actualizaciones de Android e iOS la tendencia parece estar cambiando. Valga como ejemplo el proceso de puesta en marcha de un Nexus 9 y de un iPad Air 2. Mientras que en Android son necesarios siete pasos, en iOS hay que completar hasta veintiuno.
iOS: Cascada de preguntas
Activando una cuenta de iOS puedes sentirte más interrogado que en una entrevista de trabajo. Primero el idioma, luego tu país, introducir tu wifi. Esto entra dentro de lo normal, lo que es menos comprensible es que una vez introducida tu ID de Apple tengas que configurar iMessage, iCloud Drive, iCloud Keychain o Encuentra mi teléfono por separado aunque ya lo hayas hecho en otro dispositivo.
A eso hay que sumar Touch ID, la cuenta familiar para compartir contenidos, el código de desbloqueo, Siri, Diagnostics y App Analytics, más los consabidos términos de uso. Aunque muchos de estos pasos consten sólo de una pulsación, 20 pasos (a los que habrá que sumar dos más para ApplePay cuando esté disponible en España) se antojan demasiados para una compañía que ha hecho de la simplicidad su bandera.
Android: la cuenta de Google al poder
Si Android gana por goleada en la sencillez de la puesta en marcha es fundamentalmente debido a que concentra todos sus servicios en la cuenta de Google. Una vez introducida la contraseña, todo se configura automáticamente. No hay que configurar Hangouts, ni Google Drive por separado como en el caso de iMessage y iCloud Drive. Tras seleccionar un idioma e introducir la wifi, basta con entrar en tu cuenta de Google.
Luego, eso sí, hay que instalar una actualización obligatoria de 234 MB que tarda unos 20 minutos, lo que sin duda alarga la puesta en marcha del terminal más allá de lo que puedas tardar en activar un iPhone o un iPad. Después, tras una rápida configuración de las copias de seguridad y de localización -en una única pantalla- hay que introducir el método de pago. Tras una introducción en el sistema, ya podrás disfrutar de tu nuevo juguete tras ocho simples pero no tan rápidos pasos.
Android gana en sencillez pero…
Esta comparativa evidencia el gran trabajo de Google a la hora de hacer sencillas las cosas al usuario, aunque es cierto que esa actualización que obliga a instalar en el proceso de activación lo alarga mucho más que el proceso de Apple, a pesar de que ese incluye muchos más pasos.
A pesar de ser más rápido, es posible que el usuario medio se vea algo abrumado con la cantidad de cosas que tiene que activar en iOS sin tener muy claro qué son o como funcionan (KeyChain, por ejemplo), mientras que en Android con introducir tu cuenta de Google ya tienes gran parte del trabajo hecho. Lástima que esa actualización te obligue a buscar una distracción durante veinte largos minutos.
Más información LukeW