Hace dos décadas cargar un móvil no era tan sencillo como ahora. No lo decimos por la velocidad a la que se llenaba su batería, sino porque había casi un tipo de conector de carga por cada fabricante. El cable de un Nokia no valía para un Siemens, que a su vez era diferente del de Samsung, LG o Sony.
Todo eso cambió con la estandarización hacia el microUSB, un conector que ha estado mucho tiempo con nosotros y que ha cumplido con creces, pero que ya está de retirada.
2018 ha sido un año en el que hemos visto cómo su sucesor, el USB C, se ha mostrado como la tendencia más clara, habiéndolo adoptado hasta Apple en su nuevo iPad Pro. Pero este conector, si bien mejor que el antecesor, no es perfecto ni tan seguro como se querría. Hoy se ha puesto la primera piedra para solucionar esto.
Un cargador único
La entidad que vela por esta tecnología, la USB-IF, ha anunciado que pone en práctica un programa de autenticación de conectores USB C que permitirá a los fabricantes proteger sus terminales contra accesorios no verificados.
El motivo por el que se hace esto es para evitar que se produzcan casos de carga incorrecta, deterioro de las baterías e incluso ataques por el puerto USB C para lograr hacerse con los datos de los dispositivos que los usan.
Este protocolo de seguridad será opcional, al menos por ahora, y definirá la autenticación basada en encriptación que tendrán los dispositivos y cargadores que usen este estándar. Esto se hará mediante una verificación en los dispositivos del cable que se ha conectado a ellos. Para ello se usará el bus da datos del conector USB C o el canal de administración de energía del mismo.
Pese a esto, quedará en manos de los fabricantes el nivel de seguridad que quieran implementar en sus dispositivos dado que esto hará que muchos cables USB C no carguen correctamente en los aparatos que se lancen bajo el amparo de este programa, al no estar certificados.