Hemos llegado a un punto en el que desde nuestro smartphone podemos hacer prácticamente prácticamente cualquier cosa desde colgar una foto hasta pilotar un dron. Y la facilidad de esto último puede convertirse en un dolor de muelas para los responsables de seguridad que ya tienen que lidiar con la intrusión de estos vehículos no tripulados en recintos de exclusión aérea. Un ejemplo son los vuelos que durante las últimas semanas han cruzado la Zarzuela, residencia de los reyes de España.
Según publica Monarquía Confidencial, en las últimas semanas varios drones han sobrevolado durante la noche el complejo de la Zarzuela, incluyendo la vertical de la residencia real, la zona más sensible del complejo. Todos estos dispositivos han sido detectados de forma visual y no han podido ser interceptados ni identificados.
Se desconoce quién está detrás de estos aparatos, pero existen diversas hipótesis que van desde la gamberrada a la simple curiosidad o a unos paparazzis tratando de lograr imágenes de la Familia Real, especialmente de la Reina Letizia, aunque el hecho de que estos aparatos aparezcan de forma nocturna no parece encajar con esta tesis.
Drones sin identificar sobrevuelan la Zarzuela
La tesis terrorista está casi descartada por la Guardia Real, si bien es verdad que hay antecedentes de intentos de atentado con métodos similares. El 2 de agosto de 2012 la policía detuvo en Cádiz y Ciudad Real a tres miembros de Al Qaeda con documentación sobre el vuelo de aviones teledirigidos y con los que presuntamente planeaban realizar un ataque terrorista.
No es el primer incidente de este tipo. A finales de 2014 varios drones no identificados sobrevolaron varias localizaciones sensibles en Francia, como el Palacio del Elíseo -sede de la Presidencia Francesa- y siete centrales nucleares, y en mayo un hombre fue detenido en Washington después de tener la brillante idea de enviar un dron sobre la Casa Blanca, unos meses después de que un dron se estrellase en los jardines del complejo después de que su dueño perdiese el control.
Sea cual sea el origen y las intenciones de estos vuelos, lo cierto es que suponen una gran dificultad para los equipos de seguridad, ya que estos aparatos dejan una firma calórica muy pequeña y vuelan a una altura que los hace difícilmente detectables por los radares. Además, muchos de estos aparatos permiten configurar la ruta mediante GPS y este la realiza de forma automática, lo cual hace inútiles los inhibidores de frecuencia como los que hay instalados en el complejo de la Zarzuela y que no pueden evitar los vuelos.
La electrónica de consumo, un paso por delante de la seguridad
El pasado abril, la empresa francesa Thales presentó su radar Squire que es capaz de detectar drones de hasta un kilogramo a seis kilómetros de distancia. Se trata de un equipo que pesa únicamente 25 kg lo que permite un transporte sencillo y el Ministerio de Defensa ya ha mostrado su interés en él después de los vuelos no identificados en Francia.
En los últimos años hemos vivido una gran eclosión en la electrónica de consumo, que ha permitido una bajada en los precios y ha hecho mucho más sencillo su uso, poniendo a disposición de todo el mundo tecnologías, algo en el que el smartphone y Android han tenido un papel central. Esta popularización de la tecnología es algo indudablemente bueno para la sociedad, pero el ser humano es así, y es cuestión de tiempo que alguien lo use para hacer el mal.
Lo que no deja de ser curioso es que, tal vez por primera vez en la historia de la humanidad, la tecnología de consumo se ha adelantado a la tecnología militar, o como mínimo se le ha colado por una grieta por donde no se la esperaba. Es cierto que los drones llevan ya tiempo siendo usados con fines militares, pero estos incidentes en Francia y la Zarzuela, y la incapacidad de las autoridades para identificar su origen, deja patente que no estaban preparados para situaciones así. Y eso a la vez tiene un punto inquietante.
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