La fotografía digital lo ha cambiado todo. Todo, no únicamente el modelo fotográfico. Hace apenas 15 años si querías sacar una fotografía de algo tenías que llevar una cámara, y estabas limitado al número de capturas según el carrete que llevaras. Luego, cuando lo habías terminado, había que llevarlo a revelar para poder ver si la imagen era buena o mala. Y luego, ponerle un marco o enseñarla a un puñado de amigos.
Si querías sacar una foto, tenías una sola oportunidad. Nada de hacer varias fotos desde varios ángulos y con varias configuraciones para ver cual sale mejor, no. Aquello era fotografía sin red. Si te salía mal a la primera, te quedabas sin foto, y no lo sabrías hasta dentro de unos días. ¿Te encontrabas una monja conduciendo un 600 lleno de plátanos y escuchando Mongo Santamaría? No tendrías ninguna prueba de que eso ocurrió (y creedme que es una historia real).
Muchas de estas limitaciones desaparecieron cuando se popularizaron las cámaras digitales. Aunque la primera cámara digital fue fabricada en 1975 por Steven Sasson -un ingeniero de Kodak-, la tecnología no se popularizó hasta mediados de los 2000. Ya podías hacer centenares de fotografías sin límite alguno, repetir tomas, ver la foto al momento e incluso grabar video. Pero el verdadero cambio se produjo cuando los teléfonos comenzaron a llevar cámara.
Los primeros móviles con cámara, obra de Samsung
Antes de que todos llevásemos una cámara en nuestro teléfono, muchos aficionados a la fotografía llevábamos siempre una cámara compacta encima. Hoy, gracias a los smartphones, ese gadget ha desaparecido junto al MP3. Este hecho se lo podemos agradecer a Samsung, que en junio del año 2000 lanzó el SCH-V200, el primer teléfono móvil que contaba con cámara.
La resolución era de 0,35MP y podías almacenar hasta 20 imágenes, por lo que realmente era difícil sacar una imagen de calidad con esa cámara, pero daría el pistoletazo de salida a una carrera gracias a la que hoy llevamos en nuestros bolsillos cámaras tan sobresalientes como la del Samsung Galaxy S7 o la de los terminales Xperia.
La carrera del megapixel
Para cuando los smartphones irrumpieron con fuerza, las cámaras de los teléfonos móviles ya habían alcanzado hasta los 12MP, como la del Samsung M8910 Pixon12, y ya se había incorporado el flash a los terminales. Era el momento de la carrera del megapixel, cuando la necesidad de marketing de transmitir la calidad de una cámara con un solo número hizo que todo el mundo buscase el sensor lo más grande posible.
Pero lo que acabó de cambiar para siempre el mundo de la fotografía fue la llegada de los smartphones. Las cámaras de algunos dispositivos ya no tenían mucho que envidiar a las cámaras compactas -el Nokia Lumia 1020 tenía la locura de 41MP y realizaba unas fotografías excelentes con poca luz-. Firmas como HTC o LG llegaron incluso a integrar cámaras 3D en algunos dispositivos.
Las redes sociales lo cambian todo
Pero lo que hacía diferente a los smartphones era la posibilidad de realizar la foto, editarla y compartirla con todo el mundo en cuestión de uno o dos minutos. Hubo un boom de aplicaciones que permitían editar fotografía para móviles -incluso Adobe acabó lanzando versiones de Photoshop y Lightroom-, aplicaciones de cámara que permiten el ajuste total de los parámetros y opciones como las fotos esféricas de la cámara de Google.
Y, por supuesto, Instagram. Las redes sociales nos han convertido a todos en paparazzis amateurs dispuestos a fotografiar cualquier cosa para compartirlo en las redes. Siempre con un buen filtro vintage, que no se note todo demasiado digital.