Cuando, en un videojuego conduces un coche, todos preferimos que sea un Ferrari a una marca inventada, igual que preferimos controlar a Messi que a un jugador que se le parezca pero con otro nombre (aunque Roberto Larcos y Renaldinho tendrán siempre tendrán un hueco en el corazón de todo jugador del Pro Evolution Soccer). En la búsqueda del máximo realismo, los creadores de videojuegos buscan introducir cuantos más elementos reales, y eso implica casi siempre pagar derechos.
Todos tenemos asumido que cuando llevamos un Maseratti Granturismo MC Stradale Limited a todo trapo por las curvas de Hockenheim en el Real Racing 3 una parte de la facturación del juego va a la marca. También tenemos asumido que cuando corremos la banda con Douglas en el FIFA, la FIFpro recibe una cierta cantidad de dinero a cambio de que los jugadores cedan su imagen. Lo que no tenemos tan presente es que cuando acribillamos la cabeza de alguien en con una Carabina M4 en el Call of Duty su fabricante también recibe dinero.
Licencia para usar armas reales
La saga bélica de Activision no es la única en usar armamento real en sus juegos, también la serie Battlefield lo hace, y el popular juego de estrategia World of Tanks o Modern Sniper son algunos de los juegos para Android que usan representaciones de armamento armamento real para aumentar el realismo de la experiencia.
Las armas siempre han estado vinculadas a los videojuegos, pero no fue hasta que en 1997 el mítico GoldenEye de Nintendo 64 popularizó los shotters de características más realistas a los Doom o Nuke Nukem que dominaban el mercado hasta entonces. A partir de entonces comenzaron a aflorar juegos de acción ambientados en conflictos reales -Segunda Guerra Mundial o Vietnam- o juegos con conflictos ficticios pero protagonizadas por fuerzas armadas reales, como los Marines o los SEAL. Para aumentar la sensación de realismo, la inclusión de las armas reales se hacía casi imprescindible. A un lector europeo que no sepa distinguir entre un arma ficticia y una real puede sorprenderle la importancia de algo así, pero en mercados como el americano la cultura de las armas está mucho más enraizada que aquí.
Eurogamer realizó un estupendo reportaje sobre la situación Como es de imaginar, al preguntar a las distribuidoras de videojuegos sobre esta relación, las respuestas fueron distintas variantes del «mi-no-hablar-su-idioma». Sin embargo, los responsables de las empresas armamentísticas fueron mucho más locuaces.
Ralph Vaughn, que negocia estos acuerdos para la firma Barrett, explicó que normalmente la tarifa que cobran se sitúa entre el cinco y el diez por ciento de los ingresos, aunque es algo negociable. Además del derecho a usar la imagen y el nombre de la marca y del arma, esta tarifa también da acceso a los creadores a los modelos en 3D de las armas, lo que les permite reproducirlas hasta el más mínimo detalle en su aspecto y funcionamiento.
No todos los shooter recurren a armamento real
Pero no todos los juegos de disparos que buscan un ambiente realista aceptan pagar esta tarifa. Modern Combat 5, uno de los mejores juegos que puedes encontrar para Android, recurre a armamento ficticio aunque mucho del armamento que aparece tiene una fuerte inspiración en productos reales, como el helicóptero de ataque GSC, claramente inspirado en el AH-64 Apache.
De manera similar, muchos estarán pensando que en las películas que muestran armas puede ocurrir algo similar, pero lo cierto es que en buena parte de las producciones cinematográficas se usan réplicas genéricas que no representan ningún modelo concreto. De la misma forma, marcas como Nike o Adidas no cobran licencia por aparecer en juegos como los FIFA, sino que pagan al entenderse que son plataformas publicitarias y que la diferencia de cara al jugador sin su presencia sería mínima.
La industria armamentística es algo muy polémico, con mucha gente a su favor y mucha gente en su contra y gente sin una posición muy fuerte con respecto a ella. No es la idea de este artículo decir qué juegos os debéis descargar y cuales no, pero es muy posible que haya personas que esté completamente en contra de la fabricación de armas pero que disfrute disparando balas de pixels en videojuegos. Es justo que esas personas sepan a donde va parte de su dinero y así poder tomar una decisión con toda la información en la mano.
Más información Eurogamer