Las aplicaciones no sólo se venden en Google Play: hay desarrolladores que ponen a la venta la propiedad de sus aplicaciones, e incluso sitios que venden el código de aplicaciones como si se tratasen de una máquina. Una realidad triste pero cierta que nos toca vivir en el mercado de aplicaciones actual.
Los desarrolladores de Android no viven del aire como sí pueden hacer las plantas: desarrollar es un trabajo tan válido como cualquier otro, y son personas que tienen sus necesidades como cualquier otro ser humano. Las tiendas de aplicaciones se han convertido en un escaparate perfecto para todos estos desarrolladores, pero, a menos que consigas dar un pelotazo, llegas a duras penas si intentas hacer que esa sea tu único trabajo.
Con tal de monetizar aplicaciones y, por lo tanto, esfuerzo, existen varios métodos: anuncios más o menos intrusivos, coste inicial, pagos dentro de la aplicación, redes de referidos… aunque una opción desconocida por muchos usuarios es que podemos comprar código de aplicaciones y juegos, e incluso comprar la «propiedad» de una aplicación para que pase a ser nuestra sin más.
Pixel Battery, el último caso del mercado negro de aplicaciones
El último caso que se ha hecho conocido por esto es el de la propiedad de Pixel Battery: una aplicación que era muy útil en su día gracias al ahorro de batería que llegaba a aportar a los usuarios de pantallas AMOLED. El problema es que, según el propio desarrollador, Google Play no permite monetizar aplicaciones en su país de residencia, y le gustaría obtener un reconocimiento por su trabajo.
El problema de su argumento es que es bastante mejorable, por no decir falso. Si nos vamos a su perfil de XDA-Developers podemos ver que vive-reside en Polonia, y con otra búsqueda rápida podemos ver que Polonia está entre los países en los que Google permite que los desarrolladores pongan precio a sus aplicaciones. Toda una mentira para justificar la venta de la aplicación.
Lo peor de todo es que los actuales dueños de la aplicación están haciendo cosas dignas de locura: han vuelto a ponerle el nombre que tenía antes, y han anunciado que «enganchará el antivirus a la aplicación original» en una futura versión como si nada. Sea lo que sea, lo mejor es que huyáis de la aplicación como de la peste, no puede augurar nada bueno.
Aunque el verdadero problema nos lo encontramos en que no es el único desarrollador que utiliza estas prácticas: en la misma página web que ha usado podemos encontrar muchas otros desarrolladores que también quieren vender aplicaciones. Cada uno tendrá sus motivos, pero en la mayoría de los casos implica dejar vendidos a los usuarios actuales de la aplicación, algo que no se debería consentir bajo ningún concepto.
Diccionarios, linternas, juegos, fondos de pantalla… son muchísimas las aplicaciones que se venden a través de estos mercados, muchas con etiquetas de precios desorbitados, y el precio viene determinado por los usuarios que han terminado descargando la aplicación. Aunque también se pone precio al código por separado, no sólo existe la posibilidad de traspasar el código de la aplicación.
Vender aplicaciones: tendencia en el mercado habitual
Y la cosa no termina con desarrolladores esporádicos vendiendo su aplicación establecida, porque existen otro tipo de desarrolladores que se dedican a programar para terminar vendiendo la aplicación al por menor. Puede que muchos ya conozcáis Envato, un mercado de bienes digitales con muchísimo contenido relacionado con el diseño y programación web.
Nos toca hablar de CodeCanyon y de su sección de venta de aplicaciones: lugar donde muchos desarrolladores ponen a la venta el código de sus aplicaciones, tanto para uso personal (no poder recibir beneficios de ello) como para uso profesional (poder cobrar a otros su uso y disfrute, a costa de un precio más caro). Vender aplicaciones al alcance de todos, en resumen.
Lo peor de todo es que, si os fijáis, todo se basa en conseguir una plantilla y personalizarla: algunas de las aplicaciones de éxito en Google Play se basan en esto mismo, comprar una base y cambiar los pequeños detalles para terminar teniendo una aplicación diferenciada del resto. Aunque, todo hay que decirlo, la mayoría tienen un diseño espantoso.
En cualquier caso, esta tendencia no va a acabar por mucho que nos gustaría que acabase: mientras haya negocio, seguirá habiendo intercambios de dueños con dinero de por medio. Tanto abiertos al público, como por debajo de la mesa sin anuncios ni historias.
Lo único que nos queda a los usuarios son dos salidas: denunciar a las aplicaciones que se dediquen a hacer cosas como la que han hecho con Pixel Battery, y confiar en que los desarrolladores no nos terminarán por dejar tirados vendiendo su aplicación. Aunque lo segundo parece más complicado habiendo dinero de por medio, en realidad.