Cada cierto tiempo mis conocidos, o mis contactos a través de redes sociales, me piden consejo para cambiar de móvil. Seguro que a muchos de los que leéis estas líneas os pasa lo mismo.
En ese proceso lo primero que hago es preguntar el motivo del cambio. Normalmente es uno bastante importante, como una pantalla hecha pedazos o el no saber donde está el terminal. Vamos, que lo ha perdido.
Pero hay otros motivos que sin ser tan dramáticos son igualmente molestos. Uno de ellos es la facilidad que tienen muchos usuarios de hacer que su móvil muestre el icono de «Almacenamiento insuficiente«.
La importancia de la memoria interna
Cuando Android empezaba a dar sus primeros pasos, el poder contar con tarjetas microSD era algo muy relevante. Necesitábamos memoria y el precio del almacenamiento interno era caro.
Actualmente usar una microSD no imprescindible y en parte es porque los móviles suelen tener más memoria. Los 32 GB no son ya nada raro.
De hecho, el uso de una microSD, sin ser nada complejo para los usuarios más avezados, está por encima de lo que un usuario medio sabe hacer si necesitamos cambiar la ruta de destino del almacenamiento de una aplicación, cambiar el modo de la microSD para que se lea como memoria interna o acciones similares.
Los 32 GB empiezan a ser pocos
En uno de los múltiples cambios de móviles que hago a lo largo del año pasé de usar uno con 128 GB de memoria a uno con 32 GB. Cuando hice la restauración de mis datos me aviso el sistema de que tenía unos pocos de MB libres. Cuando miré me di cuenta de que los 32 GB no eran suficiente.
Es cierto que tengo un perfil algo avanzado, y uso un par de juegos que ocupan bastante, pero también es cierto que no tengo apenas fotos en la memoria del móvil, no tengo vídeos, ni música ni archivos en local, todo está en la nube.
Algunos de mis familiares empiezan a ver cómo sus móviles con 16 GB se llenan. Siempre dicen lo mismo «Si no tengo nada instalado», «si sólo uso WhatsApp y Facebook». Estas aplicaciones, con sus inmensas cachés, son en parte las responsables, pero no sólo.
Las aplicaciones van evolucionando y cada vez son más grandes. Antes, tener una app de 100 MB era muy raro, sólo los juegos ocupaban eso. Actualmente lo normal es que las apps ocupen varias decenas de MB sin mucho esfuerzo.
Además, el sistema operativo cada vez ocupa más. Salvo en casos como Android GO, la cantidad de almacenaje dedicado al mismo hace que los 16 GB sean inviables pero también que los 32 GB sean peligrosos a medio plazo.
Con 64 GB tendremos suficiente… durante un tiempo
Esta situación ya la vivimos hace unos años con los 16 GB y hace más tiempo con los 8 GB. No obstante, al venir las memorias empacadas en múltiplos de dos (no hay móviles con 56 GB de memoria, o con 24), el salto en el que estamos es especialmente significativo.
Llenar 32 GB será fácil a medio plazo, hacer lo propio con 64 GB será mucho más complejo. Por eso tampoco vemos necesario mirar a los modelos de 128 GB salvo en casos muy excepcionales, por un uso muy concreto.
El precio no es un problema
Todo este argumento se podría rebatir de un plumazo si la diferencia de coste entre un modelo con 32 GB y otro con 64 GB fuera elevada. Pero no es así.
Si miramos las diferentes opciones de almacenamiento de los móviles más vendidos en la gama media observamos que la diferencia entre un modelo de 32 GB y uno de 64 GB es de unas pocas decenas de euros. Y a veces incluso mejoramos también la memoria RAM.
Teniendo en cuenta que la mayoría de usuarios que compran estos terminales lo hacen mirando a largo plazo, a que les duren dos o más años, no es baladí la decisión.
Siempre que puedas, elige un móvil con 64 GB de memoria.