Seguramente el lanzamiento de la semana haya sido el Pocophone F1, un móvil que está a la altura de los mejores en procesador, memoria y batería. Muchos han reaccionado muy positivamente por este teléfono, que es para muchos el móvil revelación del año. ¿Deberían seguir el resto de fabricantes una estrategia como la que sigue Xiaomi? Eso ya no lo tenemos tan claro.
Xiaomi es el ensamblador por excelencia, y nadie puede ganarle en eso
La reacción del público general ante el Pocophone F1 de Xiaomi ha sido un poco la de «¿cómo es posible que este móvil tenga esto y sea tan barato?», con la consecuente reprimenda de «es que el resto de fabricantes nos están timando». Y exactamente no es así.
Hay que entender que el mercado de la telefonía es un ecosistema complejo de actores. Tenemos marcas como Sony, cuyo objetivo final al final es potenciar la venta de sus sensores de fotografía. Gigantes como Samsung al final su interés es potenciar su capacidad para crear componentes de calidad en obtener el mejor beneficio. Cada fabricante tiene su objetivo, y el de Xiaomi simplemente contrasta con el de los demás.
El propio CEO ya declaró en una carta abierta que el objetivo de la marca era conseguir un 5% de margen de beneficios en la venta de móviles. Es el que ellos consideran adecuado para poder reinvertir en investigación y desarrollo.
Porque para Xiaomi la venta de móviles no es un negocio, es un medio de marketing, crear una imagen de marca con la que luego hacen dinero vendiendo bombillas, routers y arroceras. Porque si a esa bombilla le quitas el logo de Xiaomi no vendería ni una décima parte. Y si no me crees, piensa en la cantidad de marcas chinorris que hay en Aliexpress y cuales captan o no exactamente tu atención.
Una compañía que se dedique únicamente a hacer móviles no puede meterse en una guerra comercial con Xiaomi, no puede porque simplemente perderá dinero mientras ve que solo puede igualar a Xiaomi, ganando dinero esta en otros mercados. Por ejemplo, la compañía OnePlus no ha visto beneficios en sus cuentas hasta finales de 2017.
Un buen fabricante de hardware debe de ser un buen desarrollador de software
Pero incluso si una marca pequeña quisiese hacer la competencia a Xiaomi, sería complicado competir a nivel de componentes. El Pocophone F1 solo es posible en un mundo en el que Xiaomi ha vendido un gran volumen de móviles con procesador Snapdragon 845. El precio de los componentes es más reducido cuando compras toneladas del mismo, e igual para el mismo presupuesto un fabricante menor solo podría acceder a un Snapdragon 710.
Pero si a Xiaomi no se le puede competir en hardware, ¿cómo es posible frenar a semejante gigante? La clave aquí está en el software, y es que un smartphone es mucho más que una pila de componentes. Es una experiencia completa, desde el procesador, a la versión de Android.
El software no es algo que se pueda medir en un benchmark, ya que las aplicaciones, cuando alcanzamos más un nivel técnico, se convierten más en un trabajo artístico.
El software es un producto más diferencial, e importa más calidad que cantidad.
No es necesario crear una capa de personalización completa, sino desarrollar funciones sobre Android que los usuarios aprecien y hacer entender al público que tienen valor. Quizás los Galaxy Note sean el ejemplo perfecto, que más allá de que incluyan un lápiz, el valor del S Pen está en todo el software que es capaz de hacer que sea útil.
Las marcas pequeñas deben encontrar su nicho de mercado y fidelizar
La seriedad con las actualizaciones, e incluso las optimizaciones del sistema son cosas que los usuarios aprecian únicamente cuando lo tienen en su móvil. Cuando ves que con las mismas especificaciones tu móvil va mejor y la batería aguanta más o cuando recibes la última versión de Android en el mismo año que salió al mercado. Al final hacen que cuando quieras cambiar de móvil, quieras repetir. No es algo fácil, ni barato, pero si gratificante.
Y esos detalles son los que al final consiguen crear una afición. En términos de marketing, crear una imagen de marca es algo que tiene un poder enorme. Poner al iPhone de ejemplo podría ser lo fácil, pero al final es el caso de éxito por defecto. Cuando un usuario es feliz, no le importa que la competencia te de cifras teóricas fantásticas, porque confías en que lo que ofrece tu marca favorita va a estar a la altura de tus expectativas.
Poner el caso Apple quizás no sea muy realista, porque es algo que solo tiene esta empresa y ninguna otra, pero hay marcas que están consiguiendo una base fiel de usuarios. Quizás el mejor ejemplo es el de OnePlus, que desde el primer momento encontró un público con unas necesidades concretas, y simplemente les ha ofrecido lo que querían. Es un ejemplo perfecto, porque han encontrado un nicho de mercado que no es gigantesco, pero si lo suficientemente grande para poder orientar su negocio a la venta de móviles.
Para alcanzar el éxito en una empresa no tienes que ser el número 1, sino conseguir resultados acordes de forma consistente.
Las marcas grandes deben explotar sus exclusivas
Por otro lado, un aspecto clave en las grandes marcas es que tienen normas distintas a las pequeñas empresas. Estas tienen unos costes mayores de marketing e infraestructura, y generar beneficios astronómicos es fundamental, porque es la única forma de tener esa enorme infraestructura que han ido creando durante los años.
- Apple lo sabe, y pone la máxima dedicación en iOS, un sistema operativo que gusta a su público y que no puedes encontrar en ningún otro lugar.
- Samsung también lo tiene claro, saben que tener los mejores componentes es clave. También han creado una gama Note que es incomparable, porque por muy barato que sean otros móviles, el lápiz añade un valor añadido.
- Google ha empezado recientemente a tomárselo en serio con sus Google Pixel, ofreciendo lo mejor de lo mejor a nivel de software y actualizaciones en Android.
Toda marca grande que quiera subsistir en un mundo donde Xiaomi quiere reventar el mercado tiene que comprender cual es su identidad, en qué son buenos, y aprovecharlo.