Los móviles llevan décadas entre nosotros y si somos precisos también los smartphones, al menos si entendemos como ello los terminales Symbian e incluso las PDA con acceso a red de datos. Sí, no tenían ni por asomo la facilidad de uso que tienen los actuales, pero llevan tiempo entre nosotros.
A lo largo de su historia han surgido tecnologías que los han amenazado. La primera, o al menos la primera relevante, fueron las tablets. De nuevo un aparato que ya existía pero que Apple popularizó hasta extremos insospechados.
Las marcas se lanzaron a crear propuestas de todos los tamaños y precios pero aunque hubo un período en el que las compras se dispararon, pasada la novedad, o bien no se usaban, o bien se usaban para pequeñas tareas con lo que las ventas bajaron y con ello la innovación.
El segundo asalto lo protagonizaron los wearables, los dispositivos que podríamos llevar encima y que harían que usáramos menos los móviles. De nuevo un par de años en boca de todos y después unos pocos que sí le sacan partido y una ingente mayoría que los tiene en el cajón o que directamente nunca ha usado uno.
Pero no hay dos sin tres.
Los altavoces inteligentes triunfan más de lo esperado
Si las tablets o los teléfonos inteligentes fueron un éxito y se adoptaron rápido los altavoces inteligentes lo hacen a un ritmo aún mayor.
En Estados Unidos, cuna de esta tecnología, uno de cada seis adultos (unos 40 millones) tiene uno en su casa, y al parecer lo usan de forma más o menos convencional, ya que no es lo mismo comprar un dispositivo que usarlo.
Uso variopinto y múltiple
Aunque obviamente la función de estos aparatos sea la de responder consultas o dudas el ponerlo en una habitación u otra hace que sea factible comprar más de uno.
La mayoría de usuarios los pone en el salón pero no son pocos los que los tienen en la cocina o en el dormitorio, para tareas diferentes. En el salón por ejemplo puedes ordenarle que encienda la TV y ponga Netflix mientras que en el dormitorio le dirás que apague la luz.
Esto hace que una misma persona pueda tener, sin ser un geek empedernido, varios dispositivos para su hogar, lo que no es replicable en tablets, relojes o teléfonos.
Eliminando tiempo de uso de otros dispositivos
Como suele pasar, cuando usamos un aparato es posible que estemos dejando de hacer otras cosas. En este caso los altavoces inteligentes están quitando tiempo de uso a los teléfonos o la TV entre otros.
Los límites del software
Sin embargo estos aparatos, al contrario que sus antecesores, tiene un claro freno: el idioma. Los asistentes que los dotan de cierta inteligencia deben estar operativos en la lengua de cada país para que la adopción sea óptima. Nadie comprará un dispositivo que lo lo entienda.
Es por eso que por el momento los mercados en los que se venden son aquellos en los que Alexa o el Asistente de Google están más avanzados o simplemente desplegados.
Y eso cierra puertas
Un efecto colateral de la necesidad de tener estos asistentes inteligentes es que los fabricantes necesitan o bien desarrollar el suyo propio, algo que sería increíblemente caro y que sólo podrían hacer empresas como Samsung o Apple, o bien usar el de Amazon o Google.
Una situación que replique lo sucedido en el sector de los móviles no es deseable para la mayoría de empresas pero dejar el camino libre en la venta de aparatos a los creadores del software tampoco parece un movimiento inteligente.
La voz llega incluso a los usuarios más básicos
Parte del éxito de estos altavoces podría estar en la interfaz de uso. He visto a personas que a duras penas salen de WhatsApp y Facebook abrazar el Asistente de Google sin problema. Otras personas han cambiado los patrones de uso de su móvil y ahora abren aplicaciones usando esta interfaz, usan la lista de la compra ahí…
Si los asistente sde voz siguen evolucionando así es cuestión de tiempo que no sólo los altavoces sino también los televisores, coches y más dispositivos pasen a ser usados por voz.