Las recientes filtraciones de Wikileaks han mostrado cómo organizaciones como la CIA estadounidense ha usado móviles y ordenadores para espiar.
Cada cierto tiempo los cimientos de las relaciones internacionales se ven sacudidos por comunicados y declaraciones de organizaciones como WikiLeaks, que muestran cómo los gobiernos se saltan la ley para realizar operaciones de espionaje, a veces dentro de guerras declaradas y otras veces de forma más sutil.
La última de estas filtraciones, de la que podéis leer en este artículo de Omicrono, nos ha indicado cómo se ha pasado a un nuevo nivel, uno en el que la mismísima CIA habría usado las cámaras y micrófonos presentes en televisores y smartphones para espiar a algunos ciudadanos.
Sistemas operativos y aplicaciones
El problema al que nos enfrentamos es incluso más grave de lo que puede parecer ya que no estamos ante un hackeo de una aplicación o de una plataforma concreta sino del sistema operativo sobre el que corren.
De este modo hablamos de aplicaciones capaces no de romper un cifrado, sino de actuar antes de que se aplique, por lo que si bien WhatsApp, Facebook o cualquier aplicación que esté bien creada no verá rota su seguridad sí que podrán acceder a los datos que se comparten por ella.
En Android en concreto los exploits que han sido usados son funcionales en ciertas versiones del sistema, antiguas en su mayoría. Esto podría hacernos pensar que no habrá mucha gente a la que podría afectarle pero entre el 30% y el 50% de la base de móviles Android actual usa una versión comprometida.
Samsung, Google, Microsoft, Qualcomm… muchas son las empresas comprometidas
Sin embargo pensar que tener una versión más nueva nos asegura la privacidad es un error. La documentación filtrada tiene ya un tiempo por lo que es posible que haya nuevas técnicas, virus, malware y exploits que afecten a versiones más actuales tanto de Android como de otros sistemas operativos.
Un nuevo nivel en el espionaje
Esta acción la habíamos visto hasta ahora sólo en películas. Recuerdo claramente cómo en El Caballero Oscuro Bruce Wayne le explicaba a Lucius Fox cómo había usado una tecnología militar para acceder a todos los móviles de los habitantes de Gothan con el objetivo de localizar al villano.
Ficción aparte estamos ante un caso que se asemeja no tanto por la tecnología usada como por las implicaciones morales que tiene. En la propia película el personaje interpretado por Morgan Freeman se desentendía de eso.
No sólo los gobiernos
El problema de este tipo de ataques es que no vendrán sólo de las organizaciones gubernamentales que quieran saber cosas sobre ciertos individuos.
También habrá organizaciones criminales que se centren en este tipo de acciones, menos violentas pero igualmente interesantes a la hora de vender secretos e información.
La responsabilidad de las empresas
Algunas empresas han declarado que están ya investigando qué es lo que ha sucedido y cómo proceder para evitarlo. Otras, como Google, no han hecho declaraciones, pero que Android sea uno de los sistemas afectados la pone en mal lugar.
Como usuarios no podemos llevar a cabo acciones concretan que mejoren la seguridad interna de nuestros dispositivos, si es que esto es algo que nos preocupe, pero sí podemos darle valor de cara a exigirle a las empresas que esto sea algo importante a la hora de diseñar un sistema operativo, un televisor o un móvil.
Por el momento, no es masivo
No hay que caer en el pánico pensando que cualquier puede ahora entrar en nuestro móvil o tablet. Los accesos de los que se han hablado estos días son muy concretos, a personas muy relevantes y realizados con mucho esfuerzo. La tecnología actual no permite espiar a ese nivel a un gran grupo de personas.
El problema es si en un futuro más o menos inmediato esto sí va a ser así y vamos a tener que extremar las precauciones a la hora no ya de usar cierto tipo de aparatos sino también de controlar nuestra forma de actuar y de hablar cuando estemos cerca de ellos.
Es el futuro, lo queramos o no
La tercera guerra mundial, de producirse, no será como las dos anteriores y tendrá un componente tecnológico mucho mayor. Eso implica que el espionaje también será así.
La paranoia que hace a algunos tapar los micrófonos y las cámaras de sus portátiles se acrecentará pero en realidad, salvo dejar de lado la tecnología, poco podemos hacer.
Hace unas semanas nos enterábamos del fallo en el software de una empresa que fabrica cámaras de videovigilancia. Un dispositivo tan delicado como ese, colocado expresamente en lugares donde vigilar a personas, se volvía en contra de sus dueños.
Está claro que no será la última vez que tengamos que hablar de este tema. Queda por ver si la mayoría de la ciudadanía se preocupa por ello o, como en tantos otros temas, es algo que pese a ser importante, pasa más desapercibido de lo que debería.