Una pequeña computadora permanentemente conectada a la red, con un permanente flujo de información a tiempo real, podía ser el sueño de cualquier adicto a la información hace sólo unos años. Hoy la tenemos aquí, pero el resultado quizá no sea el esperado. ¿Hacen los smartphones que estemos peor informados?
Hace unas semanas Donald Trump sacudió el mundo ganando las elecciones a la Presidencia de Estados Unidos contra todo pronóstico (¿Todo? ¡Todo no! Ni mucho menos). Fue el triunfo de una campaña basada en el miedo, en el odio, en las medias verdades y en la mentira más flagrante. Y por cierto, la campaña su rival no fue mucho mejor.
Un troll de Internet presidirá EEUU los próximos años. Es pronto para analizar qué es lo que ha llevado a que esto ocurra, pero ha servido para que Google y Facebook se despierten y descubran un problema que se movía por sus entrañas: las noticias falsas que nacen, crecen y se viralizan en la red.
Una nueva forma de consumir noticias
En los últimos años nuestra forma de consumir actualidad ha cambiado de forma radical. En poco más de una década hemos pasado de los medios tradicionales –prensa, radio y televisión- a tener a nuestra disposición todos los medios del mundo, a que nos llegue en una bandeja a través de las redes sociales.
Una mayoría de la población se informa a través de las redes sociales
Un estudio de Pew Research apuntó que el 62% de los americanos se informa a través de las redes sociales, y un 18% más haciendo esto “muy habitualmente”. Como era de esperar, Facebook es la reina en este aspecto, con un 44% de la población, mientras que Twitter y YouTube se quedan con un 10% del pastel. Aunque este estudio se realizó únicamente en EEUU, es altamente probable que las cifras en Europa y otras partes del mundo sean muy similares.
Fast food: información sin reflexión
El 56% de los usuarios de Facebook sólo acceden a la red a través de su smartphone. Por muy cómodo y útil que sean nuestros teléfonos, no es un dispositivo que invite a leer textos de larga extensión. Lo usamos cuando estamos en el autobús o en un bar esperando a un amigo y si el texto tiene más de cuatro párrafos ya se nos hace demasiado largo.
Evidentemente el smartphone permite la lectura de textos de todas las longitudes y complejidades y muchas personas lo hacen, pero no invita a ello igual que, por ejemplo, una tableta o una anticuada publicación de papel. Mientras que el viejo diario en formato sábana -el asociado a la prensa de calidad- llegaba a los 50 centímetros de alto, un smartphone es una pantalla de 5,5 pulgadas.
Sin reflexión, la información puede ser engañosa
La realidad es una hija de puta compleja y algo que puede parecer negro leyendo el titular puede convertirse en blanco cuando lees la historia completa. ¡Incluso se puede interpretar de distintas formas! Algunos medios sacan provecho de esto para transmitir ideas falsas, otros lo pueden hacer por error y en otros casos es el lector quien no lee la historia al completo, pero el resultado siempre es el mismo: una media verdad que lleva a una interpretación equivocada.
Clickbait y la industria de la mentira
A todo esto se le debe sumar la enorme saturación informativa que recibimos cada día con literalmente millones de publicaciones peleándose por nuestro click, tratando de viralizarse y de lograr visitas a cualquier precio. ¿Cómo? Poniendo el titular más llamativo posible, da igual cuánto se retuerza la realidad.
“La gente no lee un diario para informarse, sino para confirmarse en sus creencias”, nos dijo un día Ramón Besa durante la carrera de Periodismo. Y aunque siempre ha sido así, y un lector elegía El País si era de izquierdas (¡qué tiempos aquellos!) o El Mundo si era de derechas, hoy nos encontramos con una serie de medios hiperradicalizados, reforzados gracias a la pérdida de confianza de la prensa tradicional.
A la decadencia del periodismo se le suma la aparición de medios hiperpartisanos
En un estudio realizado sobre estos medios por Buzzfeed –a los que calificaba con gran acierto como ‘hiperpartisanos’-, mostró que estos medios afines a los Republicanos publicaron un 38% de noticias falsas, mientras que en el caso de los demócratas esta se quedaba en “sólo” un 19%.
Los hiperpartisanos también llegan a España
Y en España no nos libramos de este fenómeno. Intereconomía abrió un camino que ha sido seguido por 13tv, OkDiario, AlertaDigital, medios de derechas que lanzan de forma sistemática noticias falsas o semifalsas sobre PSOE y Podemos, como la presunta financiación del partido de Pablo Iglesias por el régimen venezolano, algo que hasta hoy no se ha podido demostrar.
Podemos ha sido muy hábil situando cuentas afines en las redes sociales
Mientras, los afines a Podemos han tomado muy buenas posiciones en las redes sociales, viralizando noticias y memes falsos, por ejemplo atribuyendo a Cristina Cifuentes una frase que en realidad había dicho Toya Casinello, concursante de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?
Sesgo de confirmación y la cámara de resonancia
A la hora de valorar la veracidad de una noticia, el primer obstáculo somos nosotros mismos, nuestro sistema de creencias y la forma en la que funciona nuestro cerebro. Por muy abiertos que seamos, siempre tenderemos a aceptar aquellas noticias que confirman lo que creemos y a descartar lo que nos vaya en contra. Esto se llama sesgo de confirmación y tú también lo sufres.
De forma natural tendemos a creer aquello que confirma nuestras creencias
A esto se une al hecho de que mucha gente reciba noticias a través de sus redes sociales. Normalmente –no siempre- la gente que seguimos en redes sociales tienen formas de pensar afines a nosotros. Esto causa una cámara de resonancia en la que todas las noticias que llegan nos reafirman en lo que creemos.
La simplificación del pensamiento
Populismo es una palabra de moda. Todo el mundo se acusa de populista unos a otros. Dicen que Trump es populista, que los afines al Brexit eran populistas, que Podemos es populista… pero todos, acusados y acusadores, tienen algo en común: la simplificación del mensaje.
En 1984, George Orwell nos habla de la neolengua, un nuevo lenguaje que quiere imponer el partido para poder así controlar mejor asía sus conciudadanos. Wittgenstein ya apuntaba a la similitud de la estructura del pensamiento y la del lenguaje, por lo que un lenguaje más simple conlleva un pensamiento más simple.
Simplificar el lenguaje simplifica el pensamiento
El hecho de que muchos consuman noticias basándose sólo en los titulares, tuits o estados de Facebook facilita un proceso de simplificación de mensajes que va de perlas a los políticos. El ejemplo más evidente es con maniobras como cuando el PP busca identificar sistemáticamente el independentismo catalán con ETA o cuando desde el PSOE o Podemos calificaban a Ciudadanos como la marca blanca del PP.
El smartphone nos hace estar peor informados ¿Qué podemos hacer?
La victoria de Trump ha puesto en alerta a Facebook y Google, pero el problema quizá sea demasiado grande para que la solución venga sólo por la parte tecnológica, al menos a corto plazo. La inteligencia artificial podría solucionar el problema, filtrando las noticias falsas, pero todavía es un reto que le va grande.
Hoy lo difícil no es encontrar la información, es distinguir la correcta de la incorrecta
Internet ha cambiado el paradigma. Si hace unas décadas existía un déficit de información, hoy hay un exceso. Si antes el reto era conseguir datos, hoy es discernir la información correcta de la incorrecta. El reto educativo es el de preparar a la población para un mundo en el que no van a necesitar saber encontrar una determinada información, sino separar la correcta de la incorrecta.
Ante las noticias falsas la única línea de defensa es tratar de confirmar, dentro de la medida de lo posible, aquello que nos llega, especialmente aquellas noticias que confirman nuestras creencias. Y sobre todo ser conscientes de que estar más informados no es estar mejor informados.