La etiqueta «Smart» es tan corriente en nuestras vidas que casi no le prestamos atención. Son inteligentes los teléfonos y también los relojes. Las teles, los edificios… Y no podían faltar las ciudades. Las denominadas Smart Cities han llegado para quedarse y evolucionar junto con sus ciudadanos. La tuya seguramente ya es «Smart».
Tras mi asistencia al salón de Barcelona dedicado a las Smart Cities varios pensamientos rondan mi cabeza: nuestras ciudades son mucho más complicadas de lo que pensamos. También se encuentran muy avanzadas tecnológicamente por más que apreciemos sólo la superficie. Y hay más: una Smart City es más que un simple concepto, lo abarca todo.
Smart Cities, la prolongación de las personas
Quien vive en una ciudad aprecia muchas de sus virtudes. Es cierto que habitar en ellas entraña multitud de inconvenientes (humos, atascos, superpoblación, precios más caros…), pero son mayores las ventajas. Muchas de ellas se expanden gracias al uso de los móviles.
Te propongo un reto: encuentra situaciones concretas en tu día a día que una ciudad inteligente soluciona tu vida casi sin que te des cuenta. A mí se me ocurren éstos:
- Sé cómo moverme por mi ciudad y cuánto tardaré en el trayecto. Siempre es relativo, pero también muy preciso. Conozco los horarios de los autobuses, cuándo se retrasan y el tiempo que tardan en completar su recorrido, todo en tiempo real y desde el móvil. Puedo ver dónde hay bicis públicas libres y en qué lugar podré dejarlas más tarde. También es posible pedir un taxi, por ejemplo.
- Conozco todos los servicios que ofrece mi ciudad. Aquí es donde más se ha hecho «Smart» ya que todas las ciudades facilitan el accesos sus servicios gracias a la tecnología. Trámites por internet, desde el móvil, cartelera de espectáculos con reservas telemáticas para decirle adiós definitivamente a las colas…
- Puedo visitar cualquier rincón de mi ciudad sin tener que estar allí. Ésta ha sido una gran revolución: la cartografía de las ciudades con la posibilidad de ver físicamente cómo es cada punto. Google Street View, Google Earth, Google Maps… Siempre que tengo que quedo en un lugar que no conozco me aseguro de que lo conoceré una vez llegue allí.
Son sólo algunos puntos que yo, como ciudadano, percibo de una ciudad administrada de manera tecnológica. Seguro que habrás encontrado más situaciones similares en tu vida cotidiana, muchas de las cuales resultarían impensables hace una década. Las Smart Cities han conseguido que nos sintamos más cómodos en ellas y que veamos cómo se eleva nuestra calidad de vida sólo con habitarlas. Y la mayoría de ventajas no las apreciamos de manera directa, pero están ahí.
Toda la ciudad organizada y a tiro de móvil
Interconexión, sensores en los aprovisionamientos clave para la ciudad, control al milisegundo, organización, inteligencia artificial orquestando toda la maquinaria… La tecnología de una ciudad inteligente no está muy alejada de aquellas ciudades futuristas que imaginaron los escritores de ciencia ficción. Aunque sí resulta más invisible y accesible desde un elemento que ya es vital: el móvil.
Cualquier aspecto que deba organizarse en una Smart City pasa por una red de datos y por diversos centros de control. En ellos se gestiona desde la red de alcantarillas a las conducciones de gas y de agua. De hecho, en los abastecimientos básicos es donde más se ha mejorado con la aplicación de la tecnología: resulta posible conocer al instante cómo funcionan, si tienen averías y, también, si debe limitarse el aprovisionamiento para economizar gastos. Ésta es otra de las enormes ventajas de las Smart Cities: su mejor aprovechamiento de los recursos.
En mi visita al salón asistí a una conferencia de Huawei donde la empresa explicaba mediante datos cuáles son las ventajas de «tecnificar» una ciudad. Algunos de ellos son muy interesantes:
- El crimen desciende significativamente (cifras de hasta un 46 %).
- Se incrementa el uso del dispositivo móvil (un 40 % en ciudades como Guangzhou, por ejemplo).
- Aumentan los ingresos por turismo (Dunghuang, un 32 %).
- Se mejora la asistencia sanitaria de los ciudadanos.
- Se mejora la eficiencia de los ayuntamientos y estamentos gubernamentales.
Que las ciudades se abran al uso del móvil y de la tecnología supone una enorme ventaja en la gestión y adaptación de servicios a los ciudadanos. Éstos pueden realizar la mayor parte de sus obligaciones utilizando este dispositivo y gestionar su ocio en la Smart City también desde él; las ciudades inteligentes reciben la información en tiempo real y reaccionan a ella de la misma manera. Incluso sin necesidad de intervención humana: la verdadera revolución urbana es el empleo de la inteligencia artificial.
No todo es bonito en las Smart Cities
Las ventajas son tan llamativas como interesantes, pero no todo es de color de rosa en las ciudades inteligentes. A pesar de que estoy enamorado de la tecnología y de que ésta facilita la vida de quienes la utilizan, llevar la vertiente «tech» a cada aspecto de la vida en la ciudad no siempre es positivo.
Pude apreciar la evolución de la Smart City: nos dirigimos a núcleos urbanos donde veremos más robots e interactuaremos con más pantallas, pero el lado más humano parece quedarse fuera. Policías robotizados patrullando las calles, camiones de basura autónomos, cámaras de seguridad que vigilarán nuestros movimientos determinando si éstos son o no motivo para alertar a la policía… La inteligencia artificial toma los mandos de las grandes ciudades.
No quiero dejar un mensaje apocalíptico ya que no va a sobrevenir ningún Skynet a dominarnos, pero sí que me da la impresión de que las Smart Cities abogan por la eficiencia y la economía prescindiendo de la vertiente más humana. Es algo que ya estamos viendo. E irá a más en el futuro.