Android es un sistema operativo versátil que sirve para casi cualquier dispositivo. Y no es teoría, que podemos comprobarlo: frigoríficos, relojes, espejos, coches… Si algo es susceptible de tener pantalla, botones y necesita software para controlarse, ahí que va Android. Pero claro: ¿qué ocurre cuando los fabricantes ya experimentaron de sobra con el sistema y buscan alejarse de él para crear una experiencia propia? Ay, nuestro Android podría estar en peligro.
No es algo que vaya a ocurrir a corto plazo, pero tenemos señales que indican las intenciones. Samsung, por ejemplo, que lleva tiempo evolucionando su Tizen hasta no sólo integrarlo en relojes, también posee su propia (y corta) gama de smartphones; LG tiene ahí a WebOS, sistema operativo que ya triunfara diese un último aliento a Palm y que dedica en exclusiva a los televisores; o Huawei, que justo esta semana nos enterábamos de que mantiene planes para desarrollar su propia alternativa.
Las marcas desean mantener el control sobre todos los aspectos del móvil
Desarrollar un smartphone es un proceso largo y complicado en el que entran multitud de factores. De diseño, de elección de materiales, ingeniería, cálculo de costes, distribución… Y el software es uno de los más importantes: no sólo los componentes deben comunicarse con el sistema, éste también debe evolucionar para exprimir a fondo el dispositivo.
Google es suficientemente laxo con los fabricantes siempre y cuando mantengan ciertos compromisos (al menos si el móvil a fabricar no se basa en la plataforma AOSP). Google Mobile Services y Google Apps, un paquete de software de obligada instalación si la marca espera que sus usuarios accedan a la Google Play Store y compañía. ¿No sería mejor para ellas ofrecer acceso a su propia tienda de apps manteniendo al cliente bajo su paraguas?
Samsung tiene su propia infraestructura ya que posee la tienda Samsung Apps y «apenas» le costaría ofrecer una solución completa bajo Tizen (ya lo hace con la línea Z). Y Huawei tampoco lo tendría complicado: como tercer fabricante mundial de móviles podría permitirse la inversión en un sistema operativo paralelo, como parece que está haciendo.
¿Nos beneficia que los fabricantes Android inviertan en su propio sistema?
Esto da para debate, y es justo lo que planteamos: ¿a favor o en contra de que las marcas más habituales con Android posean desarrollos paralelos? No resulta extraño que quieran mantener bajo sus dominios toda la experiencia; tampoco que busquen alternativas ante un posible colapso de Android (muchos modelos, demasiados fabricantes, fragmentación…). Pero también es lógico que, como clientes, pidamos más inversión en mejorar sus móviles con Android antes de apostar por otros desarrollos.
Abandonar Android es una hipotética vía para aquellas marcas que buscan mayor control sobre sus productos. Google les ha facilitado el trabajo, pero quizá no les permita llegar hasta donde quieren sus inversores. ¿Qué opináis?