Android Wear, el sistema operativo que Google presentó hace dos años con la intención de ser un gran bombazo. Y lo hizo aspirando a ser el sistema que convertiría los relojes en un objeto de deseo, en un reloj ideal para los amantes de la tecnología que haría tu vida mejor y que conseguiría que, después de probarlo, no pudieras vivir sin él. Pero, desde el punto de vista de un usuario, ¿qué ha supuesto realmente Android Wear?
Han pasado dos años (que no es poco) desde esta promesa de Google por asaltar el mercado wearable, y desde entonces hemos visto cómo muchos fabricantes intentaban dar con la tecla que consiguiera convertir estos dispositivos en tendencia. Los socios más fuertes de Google se asociaron con la gran G para dar salida a Android Wear, mientras que los peces más pequeños desarrollaron sus propias alternativas. Apple probó suerte con su Apple Watch, y también hemos visto proyectos que se alejan más de esa visión del mercado para traernos algo más fresco (véase la Xiaomi Mi Band o el Pebble, siendo este último un reloj que incluso podemos considerar más veterano que las soluciones de Google y Apple).
Todos los intentos de la industria parecen tratar de intentar repetir el éxito del smartphone, pero igualar las cifras resulta una tarea tan titánica que solo el propio Hércules podría realizar. ¿Qué pasa con los wearables? ¿Qué pasa con Android Wear? Vamos a analizarlo desde un punto de vista personal.
Medio año con Android Wear, así lo he vivido
Para saber qué sucede con los wearables hace falta indagar a fondo. No es suficiente leer sobre lo que puede hacer un wearable, hay que probarlo y vivirlo. Hoy os traemos un análisis más personal sobre Android Wear, un análisis en el que contaré cómo ha sido mi día a día tras medio año con la plataforma, tiempo suficiente para conocer el sistema con mayor profundidad.
El dispositivo que me ha acompañado a través de este medio año ha sido el Huawei Watch, uno de los mejores relojes con Android Wear del mercado. En caso de que te perdieras el análisis, te facilitamos el enlace para que conozcas los puntos más importantes del reloj en concreto.
Android en la muñeca me parece mucho menos alocado
Tuve muchas dudas la primera vez que escuché hablar de Android Wear. Un sistema operativo que depende de nuestro reloj me parecía una locura, ¿para qué iba a querer alguien un reloj que necesita estar conectado al teléfono y es tan dependiente del mismo?
Realmente es una buena pregunta, y cada vez que le muestro el reloj a alguien me preguntan si funciona por sí mismo. La realidad es que las funcionalidades que es capaz de hacer por sí mismo son bastante limitadas, ya que sin conexión al móvil puede hacer todas las funciones de un reloj común y un par de cosas más tales como medir nuestros pasos o reproducir música en su altavoz/auriculares Bluetooth (el reloj incluye almacenamiento interno que nos permite almacenar música).
Con el paso de los meses, esa inconformidad que tenía inicialmente me ha comenzado a causar indiferencia, y me seguirá dando igual hasta el día que me falte el teléfono. Realmente no ha sido un problema para mí porque siempre tengo el teléfono a mano, y las pocas veces en las que me he olvidado del teléfono, la conectividad WiFi me ha salvado la papeleta. El WiFi ha sido un gran avance para Android Wear, ya que si estamos en una red WiFi conocida recibiremos las notificaciones de nuestro teléfono y podremos contestarlas incluso aunque el teléfono se encuentre en otra ciudad.
Por otro lado, la principal ventaja que me ha enamorado de Android Wear es el apartado de las notificaciones. Desde que uso Android Wear cada vez que me llega un mensaje me ahorro el sacar el teléfono para echar un vistazo. Un gesto de muñeca y ya tengo acceso al mensaje; un toque en la pantalla y ya puedo responder por voz.
Del mismo modo, la posibilidad de enviar mensajes a través de Google Now se ha convertido en una de mis características favoritas. Por ejemplo, cuando estoy conduciendo y veo que llego tarde a algún sitio solo tengo que decir Ok Google: Envíar un mensaje de Telegram a alguien que diga llego tarde y automáticamente se envía. Es cierto que OK Google es algo que tienen casi todos los teléfonos (y en algunos incluso es operativo con la pantalla apagada), pero realmente tener acceso a toda la potencia de Google Now sin sacar el teléfono del bolsillo es un punto muy fuerte.
Por otro lado, he tenido ligeras molestias: le falta madurez
En muy poco tiempo Android Wear ha mejorado mucho. Podríamos darle una medalla a Google por los esfuerzos, pero antes tenemos que considerar que cuando el sistema operativo es tan inmaduro tampoco tiene mucho mérito, y lo cierto es que ha habido -y sigue habiendo- ciertos detalles que me han sacado de quicio.
El primero de ellos es el exceso de simplicidad. Es cierto que cuando llega un mensaje puedo leer el contenido del chat, pero una vez elimine la notificación no tengo forma de saber qué me han escrito. Las aplicaciones de mensajería deberían permitir que tengamos acceso a todas nuestras conversaciones siempre, no solo cuando nos hablen. Por otro lado, un gran problema que me he encontrado es la dificultad para enviar un mensaje a los grupos. Simplemente me ha parecido imposible mandar un mensaje a un grupo de colegas para avisarles de que estoy en el supermercado por si alguien necesita que compre algo.
Otro punto importante nos lo encontramos en el método de entrada de voz. Es funcional, pero se echa en falta un teclado táctil de tamaño reducido al estilo del teclado T9, porque a las señoras de la cola del supermercado no les debe interesar los asuntos que esté hablando por mi madre.
Como anécdota divertida, en una ocasión intenté enviar un mensaje de voz a mi madre, pero harto de que Google no reconociese la palabra a la que me refería, insulté al reloj. Una señora pareció comprender que esos insultos iban hacia mi madre, lo que derivó en un reproche de la desconocida hacia mi persona.
Si eres un flasheador compulsivo de ROMs, Android Wear te va a desquiciar
Por otro lado, hay un punto en el que debo incidir, y es que cada vez que cambiéis de teléfono o instaléis una ROM personalizada en vuestro teléfono tendréis que restaurar de fábrica el reloj y volver a sincronizarlo, y además tendréis que quitar una a una de nuevo todas las tarjetas del tutorial de Android Wear. Es cierto que para la mayoría de usuarios esto no supone ningún problema, pero si eres un flasheador compulsivo de ROMs, Android Wear te va a desquiciar, y mucho.
Personalización, cada día tengo un reloj nuevo
Quizás el aspecto más influyente de mi vida con Android Wear sea el apartado de la personalización. Personalmente, el principal motivo por el que Android me encanta es porque puedo personalizar cualquier apartado del sistema a mi gusto. Soy de los que cambia de launcher cada dos por tres, prueba temas de iconos, ROMs, fondos de pantalla, soy un enamorado de los temas de Cyanogenmod, y cada vez que me aburro lo cambio todo por completo.
Con Android Wear me pasa exactamente lo mismo, y es que gracias a su personalización cada semana tengo un reloj completamente distinto. Es cierto que Android Wear es un sistema más cerrado, donde Google prohíbe a sus socios aplicar capas de personalización, pero tampoco importa mucho, ya que hay dos aspectos que podemos personalizar (aunque uno de ellos no está accesible a todo el mundo).
El primero (y accesible para todos) son las watchface, o caras del reloj. Con estas caras podemos conseguir cambiar el aspecto de la pantalla principal del reloj, que es la que muestra la hora y la que va a estar presente el 99% del tiempo de vuestro reloj.
En Google Play existen infinidad de watchfaces además de las propias que vienen integradas en el reloj. Tenemos relojes analógicos, relojes digitales o incluso relojes extraños que solamente nosotros podremos entender. Podemos tener la hora de dos zonas horarias o incluso crear nuestra propia cara.
En mi día a día existen dos aplicaciones que se han convertido en obligatorias, y son las versiones premium de Chronus y Watchmaker. El motivo de la primera es mi gran aprecio a Chronus como widget de reloj, Chronus Wear permite tenerlo en mi muñeca y con la versión premium puedo ir cambiándolo de color a mi gusto. Por otro lado, Watchmaker premium me permite descargar desde Facerepo una enorme cantidad de relojes posibles. Además del buen catálogo de Watchmaker premium, cabe resaltar que a través de Amazon Underground lo podemos conseguir de forma gratuita, lo que lo hace aún más atractivo.
Por otro lado, si somos usuarios de Cyanogenmod, cuando cambiemos los iconos con el theme engine veremos que estos cambiarán también en el reloj, algo que muy pocos conocen pero que mola mucho.
Mi día a día en la universidad
Ya hemos hablado en anterioridad sobre mi día a día con Android Wear, pero uno de los aspectos en los que más ha influido ha sido en la universidad, y os aseguro que ha sido para bien. En mi caso, cada una de mis asignaturas de la universidad se da en aulas distintas, pero además en cada asignatura tenemos dos o tres aulas distintas para cada actividad (teoría, problemas y prácticas). Al final, con tantas cosas en la cabeza uno acaba olvidándose incluso de dónde tiene clase, y Android Wear me acaba ayudando.
Soy un activo usuario de Google Calendar, y como ya comenté en la guía del estudiante Androide, me gusta organizarlo todo en Google Calendar. Cada vez que tengo clase, diez minutos antes hay una tarjeta de Google Calendar indicándome qué clase hay y a qué aula debo ir. Lo mismo sucede con las tareas que tengo pendientes de entregar, o a la hora de añadir recordatorios. Antes de utilizar Google Calendar me olvidaba de muchísimas cosas, y con esta aplicación mis despistes se han reducido considerablemente. Cabe destacar que ya utilizaba Google Calendar en mi smartphone y tablet, pero muchas veces servía de poco al tener guardados los dispositivos en la mochila. Es muy cómodo y práctico.
Sin embargo, Android Wear también tiene sus pegas, y una de ellas llega a la hora de realizar un exámen. Como más de uno sabrá, en los exámenes está prohibido el uso de teléfonos móviles o cualquier aparato electrónico que sea capaz de transmitir información. Tradicionalmente llevo un reloj a los exámenes para controlar el tiempo que falta, y al pasarme a Android Wear no caí en que no debería llevarlo a exámenes.
Estos relojes son una herramienta excelente para hacer trampas en los exámenes, por lo que para un profesor, si llevas uno en un examen es que piensas hacer trampa. Yo no caí en la cuenta de que era un presunto culpable hasta que durante un examen apareció un mensaje en un reloj en el que un compañero me preguntaba si me faltaba mucho para salir, algo que estando el profesor al lado me habría supuesto un suspenso (aunque, afortunadamente, no sucedió nada). Desde entonces, cada vez que tengo exámenes dejo el Android Wear en casa y vuelvo a utilizar mi reloj tradicional.
El mito de la baja autonomía, o cómo han cambiado mis costumbres
Desde que tengo reloj siempre he sido usuario de esos típicos Casio que eran resistentes al agua y cuyas pilas duraban años. Y no me lo quitaba bajo ningún concepto, por lo que el tema de la batería siempre se me antojaba preocupante. Ya comenté en mi análisis del Huawei Watch que el reloj duraba día y medio, lo que hacía que fuese obligatorio cargarlo cada noche.
Esta autonomía tan corta se debía a que durante el análisis fui a exprimirlo al máximo, y en estos seis meses he ido adaptándome a mi compañero para que nunca me de un disgusto. El primer problema al que me enfrenté fue a cómo podía entenderme con el Huawei Watch, y mi primer cambio fue el de olvidarnos de la función Always On.
Always On es una tecnología que mantiene la pantalla constantemente encendida en un modo ahorro de energía, pero a pesar de que consuma poco, se nota en el día a día. Simplemente desactivando el modo Always On he pasado del día y medio de autonomía a tres días completos, duplicando la autonomía.
Además de ese cambio, he adoptado una práctica bastante útil, y es la de cargar el reloj únicamente cuando me vaya a duchar. A pesar de que el reloj sea resistente al agua, no quiero que su correa de cuero se moje, por lo que durante las duchas lo pongo a cargar, dándome autonomía para un día y medio. En lugar de dejar el reloj en la mesa, lo dejo en su base de carga a la que se acopla solo, y ya está.
En el día a día mis preocupaciones de batería han dejado de ser un problema, mientras que si viajamos, la cosa se puede torcer. Durante este medio año tuve que realizar un viaje de emergencia que me mantuvo apartado de mi casa cuatro días. El cargador del Huawei Watch es propietario, por lo que no solo tenía que llevar el cargador del móvil, sino también un segundo cargador propietario. Esto no me hizo mucha gracia; porque si lo pierdes no te vale cualquier cargador; así que al final no me llevé cargador y estuve el cuarto día con un reloj que no me servía ni para ver la hora.
Conclusión: Android Wear no es tan inútil, pero hace falta una revolución
¿Entonces… Android Wear mola o no mola? A día de hoy no sabría qué decir sobre este sistema operativo para relojes inteligentes. Vivir una experiencia de medio año con este reloj ha cambiado mi punto de vista radicalmente, y donde había puro escepticismo ahora hay una opinión más formada hacia la plataforma.
Cuando hablamos de los defectos de un smartwatch solemos hacer una montaña de un grano de arena, del mismo modo que desprestigiamos sus virtudes, y la realidad es justo al revés. Las virtudes de Android Wear están infravaloradas, mientras que sus defectos están exagerados, y el principal motivo de estas opiniones tan sesgadas reside en su precio.
En Android estamos acostumbrados a que las revoluciones lleguen gracias a productos rompedores. La Kindle Fire y la primera Nexus 7 consiguieron que las tablets de siete pulgadas fuesen atractivas, el Nexus 4 cambió nuestra concepción sobre la gama alta y posteriormente el Motorola Moto G reventó el mercado de gama media.
Android Wear necesita un Moto G o un Nexus 4, un producto que, aunque tenga alguna carencia, disponga de un argumento de peso que lo contrarreste. Podríamos pensar en el LG G Watch de primera generación, por ejemplo, ya que hablamos de un producto que ha estado en varios lugares a un precio de 80 euros (tanto de primera como de segunda mano) y creo que, de no ser por su carácter temporal (pocas unidades y desaparecen rápido), cambiarían muchas opiniones.