Suelen hacerme a menudo esta pregunta: «¿Qué móvil me compro?». Es escucharla y que mi interior se ponga a chillar como si me hiciesen un «spoiler» de mi serie favorita. ¿Cómo complacer a esa persona que busca un buen móvil? ¿Qué valorará más en su adquisición? ¿Por dónde empezar? Bien, al menos sí tengo respuesta a esta última pregunta: por el precio.
En Android tenemos una virtud que bien puede convertirse en inconveniente: hay casi tantos precios como tamaños de pantalla. ¿Buscamos un móvil barato que cueste menos que la noche en un hotel de tres estrellas? Tenemos decenas de opciones. ¿Preferimos un precio medio sin que ascienda más allá de una cena con toda la familia y en un buen restaurante? Tampoco hay problema en encontrar alternativas.
A día de hoy, por 400 euros tenemos un smartphone top de tops. Diseño metálico, lector de huellas, pantallas Full HD, rendimiento más que a la altura…
No hace falta gastarse una fortuna: por 400 euros tenemos lo mejor en Android
El coste de los «flagships» o topes de gama siempre fue algo discutido y discutible: no se pueden justificar por más que hagamos referencia a marca, patentes, materiales y hardware. De hecho, si combinamos el coste de fabricación de lo más granado en los catálogos, nos encontraremos con que a menudo no sobrepasan los 300 euros de media. Sí, el marketing influye, además de la logística y los costes de aduanas. Pero ¿todo esto justifica los 700 euros de partida para un «flagship»?
El coste de 400 euros al que hago referencia en esta artículo no está tomado al azar: es la media que suelen alcanzar los gamas alta de segundas marcas y los smartphones de anteriores temporadas que descienden antes de la salida del modelo renovado. Hay muchos ejemplos: LG Nexus 5X, OnePlus 2, Xiaomi Mi5, también se puede encontrar un LG G4, el amado/odiado Samsung Galaxy S6… Y, como no, el iPhone SE. Si la propia Apple se mete en este segmento de precio, está claro que atrae a más público del que parece.
400 euros es una pequeña fortuna para un móvil, pero casi la mitad de 700. Y ofrecen casi lo mismo
¿Realmente hace falta un smartphone de más de 400 euros? Valoremos lo que nos ofrecen la mayoría de modelos que he nombrado, y luego echemos un vistazo a la estantería superior, en la que se encuentran esos smartphones con nombre propio que se hartan de salir en los anuncios. La diferencia de precio es notable, el glamour también, tienen más elementos añadidos pero, por contra, las prestaciones de base son muy parecidas.
¿Qué tiene de más un móvil que sube de los 600 euros?
Ésta es la gran pregunta y la que cuesta más de responder, al menos desde el terreno de la lógica. Porque si sumamos componentes, apostamos por materiales decentes y el diseño lo mantenemos en la línea de lo elegante sin ahondar en lo peculiar, no debería resultar complicado obtener un smartphone de grandes prestaciones y coste decente. De hecho, para un fabricante como Samsung es más que sencillo, en la gama Galaxy A tenemos la prueba.
El smartphone es mucho más que un dispositivo electrónico, forma parte del atuendo habitual con el que nos vestimos y salimos a la calle. De hecho, está al nivel de una camiseta de marca o unas zapatillas: de igual manera que nos sentimos más seguros con ropa reconocible, también recibimos seguridad y auto afirmación si llevamos un móvil caro. Porque a todos nos gusta dar envidia, os lo juro por Ralph Lauren.
Un móvil de 400 euros no tiene glamour, pero tampoco le hace falta
Os hago una pregunta: ¿pagaríais 700 euros por un móvil que fuera excelente pero que nadie supiera reconocer? Apostaría a que la respuesta es un «no», alardear forma parte de la naturaleza humana. Nos gusta enseñar nuestro smartphone al mismo tiempo que le damos a Me Gusta en una foto de gatitos, ponemos el móvil sobre la mesa y bien a la vista mientras tomamos un sorbo al café levantando el meñique con elegancia, mola decirle a tu cuñao que tienes lo último de lo último…
Más allá de las bromas, la inversión de los fabricantes suele distribuirse a lo largo de todo el catálogo empezando por los modelos punteros. Un Fórmula 1 tiene un coste mayor que el mejor coche de calle, el de competición corre más, es más seguro, más avanzado en lo tecnológico y, sobre todo, apuesta por la innovación, algo que acaba encareciendo el producto. Estos detalles terminan por trasladarse a los modelos inferiores, pero nunca estarán a idéntico nivel. Aunque un utilitario nos seguirá llevando a todas partes sin problema, aquí cierro el paralelismo.
El I+D cuesta dinero, también las patentes y el desarrollo
No tendríamos metal en los móviles de 400 euros si los procesos de fabricación no se hubiesen abaratado con los de 700. Tampoco tendríamos buenas pantallas Full HD sin los paneles con esta resolución que empezaron en las gamas altas. O los procesadores, las cámaras, baterías, software con mejoras para el usuario… Así hasta un largo etcétera.
Los avances siguen un curso establecido: empiezan por arriba y descienden junto con su precio
Está bien, la innovación y pagar las patentes cuestan dinero por más que el precio final sea discutible, pero hay algo claro: yo, como usuario, no necesito la mayor parte de las innovaciones punteras. De hecho, me basta con tener un móvil que sea lo bastante potente como para soportar los juegos actuales, que posea una cámara tan buena como para sacar bonitos mis pies en la playa o que me ofrezca una batería capaz de aguantar varios capítulos seguidos de Juego de Tronos.
Igual que ocurre en el segmento de los coches, de las casas y de muchos otros productos de consumo por más que exista cierta necesidad por detrás, lo superfluo acaba encareciendo la compra. Hagamos una valoración: ¿necesitamos el QHD, un Snapdragon 820, una Super AMOLED, una cámara capaz de captar las espinillas de un selfie a dos metros? No, con que el móvil ofrezca calidad, potencia y una buena relación con el precio es suficiente.
Los verdaderos culpables somos nosotros: hagamos de los 400 euros un precio «glamour»
Si algo ha sabido implantar el iPhone es el elemento «aspiracional» en los smartphones. Siempre hubo móviles caros y marcas de lujo (Vertu, un clásico), pero más por los materiales que por la marca en sí. Tener un móvil de prestigio otorga prestigio a quien lo lleva, por lo que resulta lógico que deseemos aquellos dispositivos que nos aportan estatus. Ergo, los culpables de que exista la barrera de los 700 euros para los «flagships» somos nosotros, los compradores.
No esquivéis la culpa: si nadie torease los móviles caros se extinguirían
Cualquier móvil puntero del año pasado es tan potente como para aguantar en plena forma dos años más; hay fabricantes como Huawei que ponen en sus segundas marcas todo lo bueno de sus topes de gama a un precio muy inferior; y existen opciones como Xiaomi o Meizu que, a pesar de que conseguirlos no es lo más fácil (hay importadores con garantía, lo sé), acaban ofreciendo buenas prestaciones y calidad por 400 euros y (mucho) menos. Pero claro, no son lo mismo que un buque insignia de una marca conocida… ¿o tampoco se diferencian tanto?
Elijamos nuestro móvil con cabeza apostando por aquellas prestaciones que realmente nos vayan a servir sin que por ello prescindamos del capricho. Uno de los puntos fuertes de Android es su variedad, por lo que debemos aprovecharla. Y, con la experiencia en la mano, un móvil de 400 euros tampoco tiene tanto que envidiarle a uno de 700. Lástima que el glamour no piense lo mismo…