Ver a un grupo de música -o a un artista en general- actuar sobre un escenario suele ser una experiencia única que todos hemos vivido. Música sin la perfección que da el estudio, sin lo «impersonal» que puede suponer reproducir un archivo en nuestro móvil sin más. Y todo esto acompañado de gente que disfruta como tu, o incluso más, al vivir esa misma experiencia experiencia.
Sin embargo, la irrupción de los llamados teléfonos inteligentes entre los usuarios ha cambiado en cierta forma la manera de vivir conciertos. Cada vez más personas sacan su teléfono con una cámara de calidad para inmortalizar el momento, o para grabar una parte de la actuación. Algo que a algunos artistas no les está gustando demasiado, y para muestra sólo debemos pulsar sobre un botón.
Cada vez más artistas «prohíben» los teléfonos en sus directos
Hoy Daniel Goldstein, más conocido bajo el nombre artístico de Lane 8, ha anunciado la creación de This Never Happened: una discografía y el nombre de una serie de eventos en el que están prohibidos los teléfonos y las cámaras. Bueno, decir prohibidos sería incorrecto; Daniel ya ha dicho que no van a registrar ni amenazar ni expulsar a nadie por tener un smartphone, pero tiene esperanzas de que la gente respete ese espíritu y «disfrute por completo lo que está pasando en ese momento».
Lane 8 no es el primero que se sube a este carro de evitar los teléfonos móviles en sus conciertos. Bono (U2) ya comentó que la obsesión por captar el momento con un smartphone no encajaba con sus conciertos, Jack White ha pedido que sus fans «vivan el momento» y no se dediquen «a grabar el momento». Y el título de capullo está disputado entre Glenn Danzig, artista capaz de echar a una multitud sobre un espectador que grababa la actuación, y Peter Frampton, señor que tiró el teléfono de un fan detrás del escenario después de pedírselo.
¿Por qué no se quieren móviles en los conciertos?
El primer argumento que se esgrime en estas situaciones es simple: si los fans están dedicándose a grabar o capturar el momento, lo están dejando de vivir. Ese momento en el que todo el mundo podría estar cantando a coro con el cantante está siendo reemplazado por gente grabándolo, la clásica escena de los meches se ve sustituida por los flashes de las cámaras al sacar fotografías.
Daniel Goldstein lleva este argumento más allá: quiere que la gente se lleve del concierto algo más que una foto para subirla a Instagram, saber que has vivido algo que nunca se va a repetir. Y podríamos decir que algo de razón tiene: ahora mismo es muy común ver a cientos de personas en un concierto sacando fotos en vez de dejarse llevar. Y es comprensible hasta cierto punto que esto no guste a los artistas, los encargados de hacer de un concierto esa experiencia.
Una tendencia que no todos los artistas siguen
Sin embargo, no todos los artistas están de acuerdo con este argumento, y aprovechan el uso de los móviles en un concierto a su favor. Por ejemplo, una infinidad de artistas utilizan Snapchat para compartir momentos de sus actuaciones y situaciones en el backstage, como herramienta de promoción y como herramienta para acercarse a los fans. Tampoco sería la primera vez que vemos a un artista sacar su móvil en plena actuación y sacarse una foto, o grabar a la gente que le está viendo. En otras palabras, se pueden aprovechar a favor del artista, no sólo suponen cosas negativas.
En cualquier caso, la decisión de usar un teléfono o no durante un concierto recae en los espectadores. Y cada uno puede tener su opinión sobre si es perjudicial, haciendo que se pierda algo de la experiencia, o si es beneficioso, llevando esa experiencia más allá. ¿Cuál es la vuestra?