Durante los últimos años, el mercado de la telefonía móvil ha sido una fiesta a la que todos se han querido apuntar. Un festival en el que todo el mundo se iba a hacer millonario. Pero, finalmente, no ha sido así. Tan solamente un puñado de compañías han logrado beneficios de su aventura móvil, y muchas de ellas lo único que han obtenido con el paso de los años han sido pérdidas.
Desde que naciera la alternativa de Google para los sistemas operativos de gigantes como Apple, BlackBerry o Nokia, toda compañía tecnológica que se preciara se ha lanzado a la fabricación de smartphones. Algunas de forma tímida, como Dell, y otras desembarcando al más puro estilo de los aliados en Omaha Beach (*). Sin embargo, algo más de un lustro después del boom de los smartphones, algunas de estas compañías se desangran (siendo muchas de ellas las mismas que las que en su momento habían logrado dominar el mercado en el pasado, como HTC).
La pregunta es, ¿qué está pasando a día de hoy en el mercado de los smartphones? ¿Hay lugar todavía para la competencia, o tan solamente unos pocos afortunados están llamados a sobrevivir antes de la llegada de la tecnología que de nuevo revolucione nuestras vidas?
¿Sólo puede quedar una?
Apple, Samsung y unas pocas compañías más han absorbido buena parte de los beneficios que tenía deparado el mercado de la telefonía móvil, dejando únicamente las migajas para los demás. Pero en los últimos meses la situación ha empeorado: el mercado «ha madurado», es decir, las ventas se han estabilizado, y los usuarios cada vez alargan más la vida de sus terminales. A eso se le suma una notable mejora de la gama media, donde la mala noticia para los fabricantes es que el margen de beneficios es inferior al de la gama alta.
Y así llegamos a un debate que lleva ya tiempo animando las discusiones tecnológicas: ¿Quedarán al final únicamente tres o cuatro grandes fabricantes de teléfonos inteligentes, condenando a las demás marcas a abandonar tarde o temprano el mercado? ¿Caerán Sony, HTC, LG y el resto?
Para mantener grandes gastos necesitas un gran margen de beneficio
Fabricar un smartphone es un proceso muy caro tanto en la fase de diseño como en la fase de desarrollo, no es únicamente ir al supermercado, comprar los componentes que te interesan y juntarlos dentro de una carcasa más o menos bonita (no lo es, al menos, si te quieres diferenciar mínimamente respecto a tu competencia). El simple el hecho de encajar todas las piezas de un móvil en una posición eficiente no es una tarea tan sencilla como superar tu puntuación en Tetris.
No sólo eso. También hay que optimizar el software y mantenerlo actualizado (aunque sea un aspecto a mejorar por parte de muchas marcas), así como resulta imprescindible tener un mínimo servicio postventa. Y, evidentemente, para que todo eso te salga rentable hay que tener un margen de beneficios importante.
Y no todos los fabricantes lo tienen. De hecho, la gran mayoría de los fabricantes -como Sony- ha llegado a arrastrar pérdidas, o sufrir un margen muy limitado, como LG. De hecho, los rumores de que Sony podía dejar el mercado del móvil fueron realmente insistentes hace unos meses -una noticia que causó más revuelo todavía debido a que se dio a conocer poco después de que la empresa se desprendiera de su sección de portátiles, Vaio-.
Sony: dando la vuelta a la tortilla
Sin embargo, y pese a los malos augurios, Sony ha logrado dar la vuelta a la tortilla. Gracias a la reducción de costes a la que se ha enfrentado la división móvil de la compañía, Sony se ha convertido en el fabricante que más beneficio por venta logra dentro del mundo Android. Y lo ha logrado cambiando su estrategia, centrándose más en sacar un mayor rendimiento económico por terminal que en la simple economía de escala. Es decir, no se preocupa por vender tanto sino en sacar un mayor provecho por dispositivo vendido.
En su cambio de estrategia, Sony apostó por centrarse en la gama alta (o media-alta), logrando un precio medio de venta por dispositivo únicamente inferior a Apple -la que ha sido y sigue siendo reina indiscutible de los beneficios móviles-. Eso ha hecho que Sony logre un beneficio medio por terminal vendido de 26 dólares, por encima de los 23 dólares de Samsung, y muy por encima de los tres dólares que pierde LG con cada venta. Eso sí, sigue estando muy lejos de los 184 dólares que gana Apple por cada iPhone vendido.
¿El camino a seguir?
Todo parece indicar, por lo tanto, que en los últimos años se ha comenzado a demostrar la teoría de que los smartphones son un «bien de Giffen«, es decir, un producto que tiene mayor demanda cuanto mayor es su precio, algo que confirman los últimos datos de Apple, Huawei y ZTE.
Esto supondría que la estrategia de reducir el precio para potenciar las ventas, cosa que hasta ahora se han aplicado muchos fabricantes, tendría que replantearse. Además, pensar que el aumento del precio de un bien despierta el deseo de los consumidores de adquirirlo coincide con el éxito de Apple, una compañía que no hay que olvidar que pocas veces rebaja el precio de sus terminales.
En resumen, la situación en la que nos encontramos a día de hoy es que Sony puede haber encontrado un filón al que se pueden agarrar otros grandes fabricantes que tienen problemas para lograr beneficios, como HTC y LG. Este filón no consiste más que en centrarse en la gama alta y medio alta, dejando la maltrecha gama media (y media-baja) a otros fabricantes que necesiten un margen de beneficio menor para cuadrar sus números -como puede ser el caso de los chinos o algunas marcas europeas-.
¿Es apostar de lleno por la gama alta la salida a la crisis que ha llamado a la puerta de muchos fabricantes del mercado de la telefonía móvil? ¿Empezaremos a ver cada vez más fabricantes dejando de lado los móviles de gama media-baja, o se trata de un pastel que muchas compañías no están dispuestas a abandonar? ¿Qué futuro espera a compañías como HTC o LG?