Hace aproximadamente año y medio, cambiaron el número de mi casa. Todavía no me lo he aprendido. Nunca he sido muy bueno recordando números, pero hace unos años recordaba con facilidad los teléfonos de mis padres, el de mi abuela, el de Telepizza y el de varios amigos, hoy apenas recuerdo el de CCC y porque la cancioncita del 20-21-22 no saldrá de mi cabeza ni cuando la última de mis neuronas esté cerrando la persiana. ¿Hacen los smartphones demasiado por nosotros?
El biólogo James McConnell teorizó en la década de los 50 que la memoria podía sobrevivir fuera del cerebro, y los smartphones pueden llevar a muchos a pensar que así es, que poco a poco una parte del cerebro humano se ha desplazado de la cabeza al bolsillo (que no a la entrepierna, eh)
El mayordomo que lo hace todo por ti
Si Bob Kane y Bill Finger hubieran desarrollado el personaje de Batman en 2015 en vez de en 1939, tal vez el memorable personaje de Alfred no hubiera sido un mayordomo, sino una aplicación de su Android (porque Batman usaría Android, no lo dudéis). Nuestro smartphone se ha convertido en el punto en el que convergen prácticamente todos los aspectos de nuestra vida. Nos avisa cuando nuestro jefe nos manda un email importante, nos avisa; nuestro amigo cuenta un chiste guarro en el grupo de colegas, nos avisa; Amazon nos manda un correo explicando que ese artículo que visitamos hace cuatro meses ahora tiene un 10% de descuento, nos avisa.
El smartphone es una secretaria que nos recuerda cuándo tenemos que salir para llegar a tiempo para esa cena que organizaste hace dos semanas y de la que ya ni te acordabas. Google Now o Cortana, que en breve llegará a Android, son capaces de avisarte cuando tu vuelo se ha retrasado o cancelado, cuándo tu equipo ha marcado un gol o las últimas noticias de las islas Pago-Pago. Y sólo hemos visto un pequeño porcentaje de su potencial. Google está probando un programa piloto dando permiso a 40 aplicaciones externas para que se integre dentro de Google Now y planea que a lo largo de este año se ponga a disposición una API para que cualquier aplicación pueda incluir sus tarjetas en el asistente, aumentando tremendamente sus posibilidades de personalización y la capacidad para cumplir nuestras órdenes de estos asistentes.
Para qué hacer yo lo que puede hacer mi teléfono
Antes, cuando teníamos hambre o nos hacíamos nosotros la comida o íbamos al bar de abajo -o Telepizza-, ahora la encargamos por UBEReats; cuando queríamos ir al cine, íbamos una hora antes y hacíamos cola, ahora compramos las entradas a través del teléfono. Ahora somos unos comodones. De hecho, he de confesar que en mi último año de carrera -el único durante en que tuve un smartphone-, ni siquiera me digné a prepararme chuletas para los exámenes, directamente llevaba todos los apuntes en el DocumentsToGo. Así, sin vergüenza alguna. Leches, si ya hasta Tinder liga por mi.
Pero lo peor de todo es que estamos delegando en muchas ocasiones la toma de decisiones en nuestro teléfono. Esto está empezando a ocurrir de forma alarmante cuando tenemos que ir a algún sitio. Lo primero que hacemos es consultar en Google Maps dónde está exactamente nuestro objetivo, cosa más o menos normal, y a continuación consultamos la mejor ruta, aunque conozcamos bien la zona y sepamos como llegar. Google no siempre acierta al darnos el camino más óptimo de un lugar a otro, pero lo grave es que aunque tengamos una fuerte intuición de que nuestro trayecto era mejor, menos semáforos o simplemente porque el paisaje es más bonito, acabamos optando por el camino que nuestro teléfono indica. Demonios, espero que nunca hagan una app que sirva para decirte a quién votar, y si la hacen, que no sea Frank Underwood.
¿Hay efectos sobre el cerebro?
Pero todo esto, explicado hasta ahora con un tono semi de broma, quizá se deba tomar algo más en serio. Un estudio del departamento de psicología de la Universidad de Ontario vincula una forma de pensar menos analítica y más intuitiva con el uso del smartphone, aquellas personas que analizan menos la situaciones y actúan de forma más instintiva recurren más a sus teléfonos en búsqueda de información. Esto no tiene nada que ver con la inteligencia de cada uno, sino más bien con la forma en la que el cerebro procesa la información.
Los autores del estudio alertan de que esto no quiere necesariamente decir que los teléfonos móviles estén cambiando nuestra forma de pensar, y que simplemente puede ser que muestre una correlación en que aquellas personas con una forma de pensar más intuitiva se apoyen más en su smartphone, ni tampoco quiere decir estos sean malos para la sociedad, pero sí que se debería fomentar una forma de pensar más analítica.
Pero hay cosas que tu teléfono nunca podrá hacer
Como cualquier otra parte de nuestro cuerpo, nuestra mente necesita ser ejercitada y cosas como el no necesitar recordar números de teléfono más allá del nuestro hace que el cerebro no se enfrente a suficientes retos en la vida diaria lo que posiblemente desemboque en una reducción de ciertos aspectos de su capacidad. ¿Quiere decir eso que nuestro teléfono te está convirtiendo en un concursante de Hombres Mujeres y Viceversa? No, y no sólo porque para eso tengas que ir al gimnasio.
Sin embargo, y aunque a muchos nos les guste bromear con que las generaciones venideras nacerán con un Samsung Galaxy S9 en lugar de con un lóbulo frontal, hay una serie de funciones que los smartphones -o cualquier tipo de dispositivo similar- no serán capaces de sustituir, al menos no en un futuro precisamente inmediato. La frecuencia con la que usas mucho de tu conocimiento es tan elevada que siempre la recordarás por mucho RAM que tenga tu teléfono, como por ejemplo el lenguaje o la dirección de tu oficina, tu teléfono tampoco podrá ayudarte a interpretar claves culturales y sociales de tu día a día, como el contexto en el que se desarrolla un suceso o el nombre de tu jefe, y hay una cuestión mucho más fundamental, y es que siempre necesitarás saber cómo usar el smartphone.
Ghost in the phone
El homo sapiens lleva dando patadas por el planeta tierra desde hace algo más de dos millones de años, pero en los últimos 100 hemos visto una mayor evolución tecnológica que en todos los anteriores combinados. Muchos científicos empiezan a tomarse en serio ideas que antes eran propias del género de ciencia ficción como la inteligencia artificial o la fusión de los organismos con elementos tecnológicos. En este sentido, no es descartable que los cyborgs sean el próximo paso de la evolución del género homo.
El popular manga de Shirow Masamune Ghost in the Shell muestra una sociedad hiperconectada a través de implantes cibernéticos -algo que se muestra mucho más en la versión televisiva, Stand Alone Complex- no demasiado distinta a la actual. De hecho, hay quien apunta a que los smartphones ya nos convierten en una suerte de cyborgs, algo que es a todas luces exagerado, ya que en realidad no dejan de ser herramientas no tan distintas de los primeros palos afilados, mucho más avanzadas, pero no dejan de ser elementos externos que manipulamos con nuestras manos y que nos podemos dejar tontamente olvidados en un taxi. Puede que acaben siendo una especie de caballo de Troya y acaben facilitando la aceptación de implantes por parte de la sociedad, pero por ahora no necesitamos incrustarnos una tarjeta sim en la sesera. Por mi parte sólo pido que si algún día llegamos a ser cyborgs no dejen el sistema operativo en manos de Microsoft, no quiero tener un pantallazo azul en medio de las cosas del amor, ya sabéis.