La autonomía, la última frontera, el gran talón de Aquiles de los smartphones. Por mucho que nos enamore tener básicamente un ordenador en el bolsillo con el que podemos acceder a todo en cualquier momento y en cualquier lugar, no podemos evitar recordar con cierta nostalgia aquella época en la que nuestro Nokia llegaba al final del día con tres barras de batería, cuando no necesitábamos comprar baterías externas y cuando salir de casa con el 50% de batería no era adentrarte en la jungla desarmado.
La batería es uno de los principales elementos que miramos a la hora de comprar un smartphone o tablet, queremos estar seguros de que no nos va a dejar tirados a media jornada o que no nos va a tener todo el día en búsqueda de un enchufe como si fuéramos un zahorí en búsqueda de agua.
Sorprendentemente para muchos, parece que el próximo Samsung Galaxy S6 tendrá una batería de 2600 mAh, lo que quiere decir que tendrá 200 mAh que el del S5. Aunque la primera conclusión es que el teléfono tendrá menos autonomía, pero esto no tiene porqué ser necesariamente así. ¿De qué depende la autonomía de un smartphone? Como casi todo en esta vida, es un elemento multifactorial.
Batería: el tamaño y la calidad
Vale, esta es bastante obvia: el tamaño de la batería. Cuantos más mAh (miliamperios por hora) más capacidad de aguante tendrá el teléfono. Tener una batería mayor también tiene una contrapartida, y es que eso implica tener un teléfono más grueso, por lo que la tendencia de los fabricantes a tratar de reducir al máximo el tamaño de sus productos no se lleva demasiado bien con la demanda de los consumidores de tener una mayor autonomía.
No sólo el tamaño de la batería afecta a la autonomía del smartphone, también el tipo del que sea, especialmente a medida que pase el tiempo. Las baterías de polímero de litio (LiPo) son las que actualmente se usan en la mayoría de teléfonos y tablets a los que no se les puede extraer la batería. Estas mantienen mejor su capacidad de carga que las baterías de litio convencionales, por lo que resistirán mejor el paso del tiempo y notarás mucho menos su pérdida de eficiencia a medida que las cargas una y otra vez.
La pantalla: tamaño y tecnología
La pantalla es el elemento que más batería consume en una tableta o un smartphone, por lo que el tamaño de esta es un factor decisivo a la hora de determinar la autonomía. Todo va relacionado con la proporción entre el tamaño de ambos elementos, esto quiere decir que un teléfono con una batería de menor capacidad puede tener la misma autonomía que uno con una gran batería siempre que su pantalla tenga menos pulgadas.
También hay tecnologías de pantalla que ayudan a que esta ahorre batería, como la AMOLED, que actualmente usan buena parte de los teléfonos de alta gama. Este tipo de pantallas no usan retroiluminación, lo que básicamente quiere decir que cada pixel se ilumina por si mismo. Esto implica que cuando un pixel debe ser negro, este no se enciende, con su consiguiente ahorro de batería. Una interfaz dominada por los colores negros podría significar un importante aumento de la batería.
El procesador, el corazón del teléfono
El procesador es uno de los órganos vitales de tu smartphone y como tal también juega un rol importante en la duración de la batería. El primer factor es la proporción entre su potencia y la resolución de la pantalla. Aquí no importa el tamaño de la pantalla, cuanto mayor sea su resolución, más pixeles tendrá y el procesador tendrá una mayor carga de trabajo. Es decir, una pantalla de 4 pulgadas de 4K exigirá más a un procesador que una de 5 pulgadas con 1080p.
De igual manera, la optimización del procesador también tiene mucho que ver en la duración de la batería. Samsung ha asegurado que sus procesadores Exynos son entre un 30 y un 35% más eficientes en el uso de la energía. Esto en gran medida lo han logrado gracias al haber reducido los procesadores de 20 a 14 nanómetros. Esto no implica sólo una reducción de tamaño, sino también de consumo, ya que al tener los componentes en un área menor le permite trabajar con una cantidad de energía y voltaje menor.
El software, otra gran clave
La optimización del software es otro elemento que puede tener un efecto milagroso si está logrado o ser devastador si no está logrado. Un magnífico ejemplo de ello es el trabajo de Motorola en sus Moto G, por ejemplo, que con una batería de 2070 lograba superar las 15 horas de uso intensivo.
También depende de qué aplicaciones uses habitualmente, algunas, especialmente los juegos, pueden arrasar tu batería, y aplicaciones como Facebook o Instagram también tienen un gran consumo, en parte debido a la gran cantidad de material gráfico que incluyen.
Además, la gran mayoría de fabricantes -como Samsung o Sony- incluyen modos que ahorran batería -básicamente desactivando datos, geolocalización y otras fuentes de gran consumo- en caso de que pueden ayudarte a extender un poco más la vida de tu teléfono en caso de que te veas en un apuro.
Complemento de carga rápida, menos autonomía pero no pasa nada
Aunque aún no se haya logrado que la autonomía de los smartphones sea la deseada, los fabricantes si que han logrado reducir notablemente el tiempo que tardan en cargarse la batería. Un buen ejemplo de esto es la tecnología Quick Charge de Qualcomm o el Turbo Charger de Motorola, que permite que con cargar sólo quince minutos el teléfono aguante ocho horas.
El Galaxy Note es capaz de cargar el 50% de su batería en 30 minutos y el Oppo Find7 puede llegar hasta el 75% en el mismo tiempo. Es cierto que técnicamente esto no es alargar la autonomía del teléfono y que nos obliga a cargar con el cargador (valga la redundancia), pero sin duda es un salvavidas muy útil cuando nuestra batería se esté ahogando.
No todo es el tamaño de la batería
Todos queremos poder usar nuestro teléfono lo máximo posible antes de tener que pasar por boxes, por eso el tamaño de la batería es uno de los elementos que muchos usuarios miran cuando van a comprar un teléfono, es la forma más sencilla y más rápida de saber si nuestro teléfono tendrá más o menos autonomía, pero no es lo único que tiene importancia.
Es cierto que valorar los otros elementos que influyen en la duración de la batería es más complejo «a ojo», especialmente cuestiones como la optimización del software, pero también hay que tenerlas en cuenta a la hora de valorar decisiones como la supuesta batería del próximo Galaxy S6: una batería más pequeña no implica que vaya a tener menos autonomía, como tampoco te vale de nada un «tanque» de 3000 mAh si el software y la pantalla se los comen en apenas unas horas.