Desconozco en que lado os encontráis vosotros, pero apostaría que si estáis leyendo esto, os podéis dar cuenta de lo que está ocurriendo en la sociedad. Seguro que muchos estáis hartos de ayudar a vuestros familiares o amigos más mayores (o quizá no tanto) a resolver problemas básicos con sus smartphone. La ráfaga de actualización que llego con los smartphone ha producido un efecto bastante curioso en la sociedad. Muchos familiares jóvenes han tomado papeles de servicio técnico para aquellos más mayores.
Mientras que los smartphone reconocen gestos en el aire, responden a nuestra voz, o sirven como control remoto de elementos voladores o luces de casa, los usuarios apenas son capaces de digerir que pueden descargar cantidades ilimitadas de información en esa pequeña caja de plástico que tienen en la mano. Curiosamente, las aplicaciones más revolucionarias en el mundo móvil son también aquellas que ofrecen las utilidades más básicas que estos dispositivos son capaces de ofrecer: mensajes y fotos. El mundo ahora esta lleno de gente con teléfonos de 500 o 600€ que escriben mensajes gratuitos y hacen fotos de calidad inferior a la cámara digital que tenían antes. Pero aún así, esos dispositivos se han vuelto extremadamente populares, y la gente los paga.
Se me ha olvidado la contraseña, me he quedado sin internet, etc…
Estas son algunas de las incidencias más populares, y todos nos hemos encontrado con alguien que ha sufrido alguna. Pensando un poco, nos damos cuenta rápidamente que hace tan solo unas pocas generaciones que los niños crecen con pantallas como compañeros. Yo mismo, del 89, no vi mi primer móvil hasta los 8 o 9 años. Conozco gente tan solo 3 o 4 años mayor que va muy perdida en el tema, y también conozco a mi abuelo, que con 70 años no para de ver películas por internet y publicar en Facebook desde cualquiera de sus 2 tablets. La edad influye, pero el interés influye más.
Me ha parecido muy adecuado el título que ha elegido el Washington Post para este tipo de gente: Inmigrantes Digitales. Es algo así como crecer en un planeta sin elementos digitales, y de golpe llegar a la tierra y encontrarse con estos juguetes, llamados smartphones, que hacen de todo y más. Ahora lidia con ello.
Hay personas que empiezan a sentirse avergonzadas por su consciente negligencia ante los smartphones. Seguramente los servicios técnicos de las compañías deben encontrarse con verdaderos panoramas con muchos clientes. Puede que vengan diciendo que han roto el móvil y que no pueden llamar, y a ver como explicas tu que el icono del teléfono estaba dentro de la carpeta de los juegos. Obviamente, la mayoría de usuarios disponen de un dispositivo mucho más potente de lo que necesitan, y eso genera confusión.
Podríamos pensar que con los ordenadores ocurrió un efecto similar, pero es evidente que los porcentajes de adaptación de cada uno de los dispositivos han sido tremendamente diferentes, y más aún en cuanto a duración de la adaptación.
Algo que vengo pensando hace un tiempo es cómo se resolverá esta situación. Es decir, está claro que la progresión tecnológica no se detendrá, y está claro que la gente no dará un salto de comprensión y se pondrá al día de golpe. Esta distancia entre usuario y tecnología no hará más que aumentar, y cada vez más se necesitará algún tipo de servicio especializado en resolver problemas de este tipo.
Tengo mucha curiosidad por ver qué tipo de servicios y empresas se generan entorno a esta problemática, y como ofrecen solución de forma efectiva. En los últimos años hemos visto como en tiendas Vodafone crean espacios para configurar tu smartphone, y como la atención al cliente en tiendas Apple hace delicias con los clientes preocupados porque su teléfono se ha quedado en silencio para siempre. Pero creo que estos negocios llegarán más allá, y se crearan soluciones y servicios específicos.
Mientras tanto, familiares y amigos seguiremos ofreciendo soporte técnico «avanzado» a nuestros conocidos… hasta que podamos.