Algunos tenéis la suerte o desgracia de conocerme más o menos bien personalmente. Entre los privilegiados la mayoría sabréis de mí que disfruto, entre otras muchas cosas, de perderme entre las páginas de un buen libro de fantasía, de darle un toque mágico a mi vida, y de descubrir sorpresas inesperadas tras cada vuelta de hoja. Además, soy un fan tremendo de la tecnología en general, de las computadoras en general y de los móviles en particular.
El problema en mi caso se da, y no me gusta nada, cuando se juntan esas dos particularidades tan mías, los móviles y la aleatoriedad. Y es mucho peor cuando esto me ocurre de forma premeditada.
Y vosotros diréis, ¿a qué viene esta parrafada tan chorra? Pues sencillo, hoy quiero hablaros de una cosa que me fastidia mucho y cada vez más: los permisos cambiantes en Android.
Por una cuestión de seguridad básica la mayoría observamos, sobre todo en la primera instalación, los permisos que exige la aplicación que instalamos, y a medida que vamos usándolo tenemos la tendencia a poner actualizaciones automáticas, para ahorrarnos las molestias, y nos acostumbramos a tenerlas ahí.
El problema es que últimamente nos enfrentamos cada vez más a un fenómeno con unas características similares a la tendencia en el software Freemium en los juegos, el no contarnos todo lo que deberían desde el principio. Normalmente si los privilegios en una aplicación se modifican, suele deberse a que las prestaciones han cambiado de forma análoga.
Pero, ¿qué ocurre cuando no es así? ¿a qué se debe esto? ¿como es posible que una aplicación que no necesitaba permisos ayer los necesite hoy sin haber cambiado funcionalidades?
Por poneros un ejemplo, de un día para otro la aplicación de un conocido banco ha empezado a solicitar permisos para acceder a nuestros contactos. Y digo yo, ¿qué permisos necesita realmente una aplicación que lo único que hace es conectarse al banco a través de internet? ¿escribir en la tarjeta SD (poco seguro pero comprensible)? Pero, ¿conocer nuestros contactos? ¿para qué? No es una funcionalidad propia de la aplicación, ni siquiera tiene lógica como asociada a las funcionalidades nativas de un programa así.
Habrá gente que piense que esto es simplemente “culpa del desarrollador” y será cierto en algunos casos, pero os recuerdo que en el Market hay un número ingente de aplicaciones “de encargo” y que a fin de cuentas, quien paga por ellas suelen ser empresas que pueden sacar un interesante provecho económico de esos datos, por lo que antes de crucificar a alguien pensemos detenidamente en los motivos de unos y otros y ver quién es el auténtico culpable de algo así.
Además, me parece una táctica muy poco honrada, ya que primero podemos disfrutar de una aplicación completa y funcional, y cuando empezamos a usarla de forma regular nos meten una actualización con la que, o perdemos la funcionalidad y desinstalamos la aplicación, o pasamos por el aro y concedemos un nuevo permiso.
Y vosotros, ¿qué opináis? ¿os parece bien esta invasión sin preaviso de nuestra privacidad? ¿habéis sufrido algún caso parecido?