Hoy vamos a hablar de un aspecto de la telefonía móvil que dejamos de lado casi siempre: los materiales de fabricación de compuestos electrónicos. Espero que haya conseguido que hayas dejado de leer ya el artículo. No te asustes, es un tema muy interesante y que nos afecta a todos. Hace poco hablamos en Omicrono sobre cómo los recortes de exportación de materiales destinados a la fabricación de equipo electrónico podría afectar seriamente a la economía mundial, y hoy nos vamos a centrar en cómo afectaría en concreto al mercado de los Smartphones.
El problema
Simplemente quiero hacer una pequeña introducción sobre los materiales en cuestión. Todo el problema empieza cuando el 95% de los materiales para electrónica se exportan de China. Estos materiales son algunos raros como el Neodimio, Lantanio, Europio o Erbio, pero también normales como el Cobre o el Zinc. Pero no sólo ese dato del 95% es chocante, sino que además dentro de china casi todos estos materiales provienen de una misma mina que se encuentra en Baotou, fabricando 120.000 tonaladas al año, un ritmo que la agotaría en tan solo 30 años.
Evidentemente esta extremada centralización de la producción no puede ser buena en ningún sentido, sólo en el económico de cara a las empresas, que gracias a la mano barata del país asiático puede permitirse unos márgenes de ganancia altísimos. Que prácticamente todos los materiales de los teléfonos fabricados y vendidos en todo el mundo provengan del mismo sitio es un problema, y aunque ahora no lo notemos, va a acabar pasando factura.
Las nacionalidades
Centrémonos en las empresas que más terminales Android venden. Samsung tiene fabricación en Corea del Sur, HTC en Taiwán, Sony Ericsson en Japón y el número de empresas que fabrican en China dispositivos que ni si quiera llegan al mercado occidental es incontable.
Muy bien, ¿cuál es la clave? El gobierno Chino ya se ha dado cuenta que el régimen de exportación que siguen ahora es completamente insostenible, ya que además no deja de aumentar, por lo que esos 30 años de reservas de materiales se podrían ver incluso disminuidos. Con ello lo que han decidido es limitar las exportaciones a un 30% de los materiales extraídos en su territorio, quedándose el restante 70% para consumo propio. Esto tiene dos consecuencias inmediatas, por un lado las extracciones anuales en China se reducirán y el precio de lo que se siga exportando aumentará al haber la misma demanda para menos material, siguiendo la ley de venta al mejor postor.
Los terminales
Este recorte de exportaciones de China y su consecuente aumento en los precios de materiales empezarán a aumentar los costes de fabricación de componentes electrónicos, que son los que montan los dispositivos finales, es decir, los Smartphones. Y efectivamente, estos subirán de precio. Vamos, que un recorte radical en exportaciones de materiales de China repercutiría de inmediato en un aumento de precios de teléfonos a lo largo de todo el globo. Si, más caros aún.
Ahora mismo los márgenes de beneficio de un Smparthpone empiezan en el 50%. Es decir, si una compañía vende un teléfono por 400€ quiere decir que a esta compañía le cuesta de 200€ para abajo. Depende mucho del tamaño de dicha empresa y las cifras de pedidos que mueva. En caso de ser empresas enormes como Samsung o HTC con miles de unidades el margen es muy superior al 50%, así que si venden un teléfono por 400€ les cuesta mucho menos de 200€. ¿Qué ocurrirá entonces si aumentan los precios de los materiales? Pues bien, tiene dos formas de solucionarlo, aumentar los precios o rebajar las ganancias, y esto les pone en un serio compromiso aunque parezca que es evidente que nunca recortarían en ganancias.
La solución
Todo esto nos lleva a que hay que buscar soluciones. ¿Por qué está tan centralizada la extracción de materiales? ¿Por qué el 95% viene de China? La respuesta es sencilla y fría, por la mano de obra barata. Estos materiales no sólo existen en China, pero el precio allí es tan barato que no son rentables las minas en otros países, donde la compra de estos sería muchísimo más cara. Volvemos a la pregunta que nos hacíamos antes, ¿cómo solucionaría una compañía el problema del aumento de precios en materiales? Pues es muy complicado. La economía actual sólo se puede sostener por un movimiento constante en el mercado, si ese movimiento no existe, las cosas no son rentables. Si una empresa no consigue que sus terminales se queden obsoletos en uno o dos años no podrá vender nuevos terminales y continuar el proceso de realimentación compra-venta. Por lo tanto aumentar mucho los precios de venta no es una opción, ya que frenaría la compra de los terminales, que ya tienen precios muy al límite.
Realmente la única solución que podría acabar con este problema es mucho más complicada, ya que pasa por una reestructuración total de la economía y del mercado mundial. Una economía que incita el no reciclaje de materiales y componentes, que está condenada por si misma a desaparecer por llegar a un punto en el que los recursos ya no existan no puede mantenerse, porque no es sostenible. Esto que puede sonar a discurso ecologista no lo es para nada, pero la ceguera por las infinitas ganancias nos han llevado a mantener entre todos un sistema autocondenado. ¿Qué sentido tiene cambiar un teléfono entero si lo único que cambia es su microprocesador? ¿No sería más lógico cambiar sólo ese componente? Por ahí pasa la única solución que acabaría totalmente con el problema. Mientras tanto habrá que reabrir minas en todo el mundo, aumentar ligeramente los costes y rebajar los beneficios.