Gregorio Marañón no ha huido del mundanal ruido, pero ha seguido siempre la senda sabia de la moderación, la prudencia, el sentido común, el sosiego y la buena educación sin aspavientos. Firme en sus ideas, flexible para los demás, el autor de Memorias de luz y niebla ha demostrado a lo largo de su dilatada vida una esclarecida personalidad propia e independiente, al margen y por encima de antecedentes familiares.
Su nuevo libro tiene interés desde la primera línea a la última. Por él desfila, con juicios tantas veces sagaces, la entera sociedad de los últimos ochenta años: la economía y las finanzas, la política, la vida intelectual, la cultural, y también la que abarca desde la más alta sociedad al famoseo menor. Nombres, datos, situaciones, están contrastados y son precisos.
La versión de Gregorio Marañón sobre la caída de Juan Luis Cebrián en El País ha completado la información de la que yo disponía sobre lo que ocurrió con este gran profesional del periodismo que es, además, un excelente académico de la Real Academia Española.
Gregorio Marañón recorre su vida familiar y sus antecedentes sin exclusiones, desde su tía canonizada santa, la madre Maravillas, hasta un Gran Oriente de la masonería, pasando por reyes, aristócratas, intelectuales y menestrales. Repasa sus tres matrimonios para detenerse en la felicidad plena del tercero con Pilar Solís, que es una mujer excepcional. Se refiere con discreción a su padre y con admiración a su abuelo.
Analiza su paso por la revista Libra y juzga con buen criterio, a veces muy generoso, a los periodistas de la época que con él trataron. Desmenuza el grupo Tácito, cuenta una desconocida historia del presidente Frei, al que, por cierto, entrevisté en Chile para el ABC verdadero, el día en que fue elegido presidente de la nación iberoamericana. Rinde homenaje a Juan Lladó y a su amigo Jaime Carvajal. Repasa la larga lista de sus amigos. Elogia a Claudio Sánchez Albornoz y al nieto de Ortega y Gasset, el catedrático José Varela Ortega, que ha publicado un libro definitivo sobre el ser de España.
Colgó Gregorio Marañón su toga de abogado hace ya veinte años. Dedica largo espacio en su libro a la amistad que mantuvo con Jesús Polanco, a la aventura del diario El País y a su contribución personal al éxito del periódico. Vibra de contenida amargura cuando se refiere a la forma como fue apartado del Grupo Prisa, tras analizar numerosas vicisitudes anteriores, entre ellas las intrigas de Darío Valcárcel.
No faltan sus juicios sobre el caso Sogecable, sobre la tarea que desarrolla, con éxito reconocido por todos, en el Teatro Real, deteniéndose en su presidencia de la Fundación Ortega-Marañón, que es la más importante de Europa desde el punto de vista intelectual. Subraya Marañón agudamente la falta de grandeza y visión de Estado de Mariano Rajoy, y dedica a Pedro Sánchez juicios de valor abiertamente favorables. Se recrea, en fin, en la significación que para él tiene el Cigarral de Menores. Memorias de luz y niebla demuestra que Gregorio Marañón es un nombre imprescindible si se quiere entender el último medio siglo de la Historia de España. Y termino estas líneas diciéndole a su autor: “No te detengas, despídete del tiempo”.