¿Sustituirán las máquinas a los artistas?
Es importante recordar la primacía que tiene la pregunta en el conocimiento. Si leemos es para vivir mil vidas. El don de la escritura se tiene o no se tiene aunque el verdadero trabajo es la corrección. Y la elección
Sostiene Ignacio Ferrando que hay dos tipos de artistas: “aquellos que buscan la originalidad” y “aquellos que se limitan a repetir fórmulas que funcionan”. Entrevistado por Winston Manrique Sabogal (WMagazín), el autor de El rumor y los insectos define al artista como aquel que “busca, se interroga sobre su vida o la realidad o la ética o la moral y deposita eso en su literatura”. Y sentencia: “la búsqueda de ese concepto de originalidad una máquina no la hará”.
Wolfram Eilenberger cree que el problema está en que “ahora tenemos un montón de máquinas que lo único que saben hacer es proporcionarnos respuestas”. “Vivimos la pesadilla de la cultura de las respuestas –asegura a Javier Ors (Zenda)–. Estas máquinas no tienen preguntas, solo contestaciones. (...) Es importante recordar la primacía que posee la pregunta en el conocimiento”. El filósofo alemán, que acaba de publicar ¿Sufren las piedras?, se muestra pesimista con el futuro. Cree que “probablemente estamos ante el final de la humanidad tal como la hemos conocido en los últimos 2.500 años” y que “habrá un umbral en que podremos decir qué será humano y otro momento en que podremos decir que ya no seremos humanos”.
Quien tampoco es muy optimista es Santiago Posteguillo. Afirma que “hoy en día no se queman los libros en las plazas como hacían los nazis”, pero hay “cosas más sutiles para evitar, de forma directa o indirecta, que la gente lea”. El autor de novela histórica, según recoge Culturplaza, cree “que quienes nos gobiernan quieren que la gente no lea (...) Los libros evidentemente no son necesarios si lo que queremos es ser robots, que no pensemos –añade–, pero si lo que se busca es ‘vivir la vida’ e incluso ‘vivir mil vidas’, son necesarios”.
“Quienes nos gobiernan quieren que la gente no lea”, Santiago Posteguillo
Rafael Reig tiene una opinión parecida. “La escritura tiene que ver con hacer reír al lector, pero también con intentar que se ponga en la piel del personaje –señala a Lucía Tolosa (Ethic)–. “Si leemos es justamente para habitar otros cuerpos, para vivir otras vidas. El escritor, que acaba de publicar El río de cenizas, es de los que piensa que “la inspiración tiene que encontrarte trabajando (...) Esos discursos de los escritores tocados por las musas me parecen ridículos. Escribir es complicado precisamente porque requiere mucho esfuerzo y, sobre todo, mucha soledad (...) Para desarrollar una gran novela se necesita algo que no se puede enseñar. Hay cosas que se tienen o no se tienen, y el don para la escritura es uno de ellos”.
A propósito del esfuerzo que supone la escritura, Camila Sosa Villada se declara “vaga, no profesional”. La autora de Las malas explica a Belén López Peiró (Cuadernos Hispanoamericanos) que lo que le gusta es “dejarme llevar por una imagen, pero lo cierto es que después se hace el trabajo, porque ese es el verdadero trabajo de la escritura: la corrección; el trabajo que una termina haciendo sobre la imagen primitiva. Siempre es la corrección, no hay otra forma de hacer un libro que no sea corrigiendo”.
Tal vez tenga razón Rocío Mesa cuando dice que la figura del autor está sobrevalorada. “Lo colectivo es muy bello y acumular conocimiento y compartirlo es superplacentero –explica la directora de Secaderos a Gregorio Belinchón (El País)–. Si puedo colaborar, me siento feliz, rica. Claro que disfruto escribiendo y dirigiendo, pero no nos podemos cerrar al resto”.
Y hablando de cine, Jaume Ripoll, que publica Videoclub, sostiene que “el dilema de la elección es el principal reto que tenemos como espectadores actualmente”. “Cuando uno está más de diez minutos navegando en una plataforma –relata el cofundador de Filmin a Eva Blanco Medina (Vogue)–, le entran los nervios pensando: ‘¿Por qué no elijo ya?’ Tenemos tanto por ver que no sabemos por dónde empezar. Que la abundancia no nos conduzca siempre a la frustración”.
“Hay autores catalanes, gallegos o vascos que llevan años sin dar una conferencia en Madrid”, Bernardo Atxaga
P. S. “De repente, ha nacido una nueva nación en España que es la “nación central”, lo que antes se llamaba Madrid –asegura Bernardo Atxaga a Yolanda Virseda (Público)–. Los medios de comunicación están casi todos allí y la caja de resonancia es enorme. (...) Esto hace que las lenguas periféricas no estén en una situación tan confortable como hace veinte o treinta años. Y lo notamos. Hay autores catalanes, gallegos o vascos que llevan años sin dar una conferencia en Madrid”.