Jordi Galcerán
Dramaturgo. Autor de El método Grönholm
Teatro digital, ese oxímoron
Durante el confinamiento, teatros y compañías intentaron mantener viva la llama emitiendo espectáculos grabados a través de la red. Algunos incluso transmitieron obras en directo pretendiendo emular la exclusividad de la experiencia teatral: o estabas delante de la pantalla a la hora señalada o te lo perdías. Esforzado, bienintencionado pero vano intento. No tengo noticia de las audiencias que congregaron estas iniciativas pero me atrevo a apostar que fueron mínimas. Y es que el teatro no es eso, naturalmente, y todo el mundo lo sabe.
Lo que sale por una pantalla no es teatro, no puede serlo. Si me apuras será un documento que almacena un espectáculo y ofrece una aproximación a lo que hubiera podido ser asistir en persona, es algo que puede tener una cierta utilidad solo para historiadores, estudiosos y aficionados recalcitrantes que pueden ver así enlatadas obras que despiertan su curiosidad y que por lo que fuere no les ha sido posible ver sobre el escenario. Y eso el espectador normal lo sabe y no tiene ningún interés en ver algo que le dicen que es teatro pero que sabe que no lo es. Lógico.
El teatro, el lenguaje teatral, no es para ser visto en pantalla, y si se adapta para que sea más atractivo al medio audiovisual deja de ser teatro. En todo caso lo podemos llamar teatro filmado, que es otra cosa, del mismo modo que un concierto por televisión no es un concierto concierto. Cuando tú le dices a un amigo que irás al próximo concierto de los Rolling, que se ve que éste sí que será el último, tu amigo no te imagina delante de la tele o del ordenador, te imagina allí, en el estadio, entre la gente, bailando y sudando, viviendo una experiencia real y única. Pues eso. Un concierto es eso.
LO QUE SALE POR UNA PANTALLA NO ES TEATRO, NO PUEDE SERLO. SERÁ UN DOCUMENTO QUE ALMACENA UN ESPECTÁCULO, ALGO QUE PUEDE SER ÚTIL PARA HISTORIADORES, ESTUDIOSOS Y AFICIONADOS RECALCITRANTES
El teatro también es eso, aunque no se sude tanto por lo general, solo tiene sentido como una reunión, una asamblea en la que gente de carne y hueso se encuentra en una sala y comparte esfuerzos. Unos levantándose del sillón, saliendo de casa y pagando una considerable entrada, y otros devolviendo ese esfuerzo con el suyo encima del escenario. Y en esa reunión se produce un pacto asombroso según el cual unas cuantas personas reales, de verdad, pretenden ser otras, y los demás, sentados frente a ellas, se lo creen y, a través de un mecanismo empático neuronal muy curioso, se emocionan y viven otras vidas tan solo observando y escuchando a esos impostores. Es algo muy raro, si lo pensamos fríamente. Raro y maravilloso.
Si hay un nuevo confinamiento como en marzo, San Simón quiera que no, y vuelven a aparecer gentes de teatro en las pantallas de su ordenador, mírenlas con el cariño y la compasión de quien va al zoológico y observa a las fieras deambulando en sus jaulas. Están ahí, se mueven, hacen cosas, puede que con algún gesto incluso les hagan sonreír o les den pena, pero sabemos que ese no es su hábitat natural, que no tendrían que estar allí. Ni ellos ni ustedes.
Soledad Oviedo
Actriz y codirectora de la sala La 5 de Velarde. Autora de Confesiones de María
Un lenguaje aún sin nombre
Yo digo que sí a cualquier expresión artística que sea capaz de emocionar, trasmitir ideas, movilizar la mente, hacer fluir pensamientos y sobre todo generar una red global de personas. Digo que sí a expresarse artísticamente en todos los soportes comunicativos y por supuesto me adhiero al formato online. Si no es teatro, tampoco sé que es. Ni me cuestiono si el radio teatro fue teatro. Es expresión, es vida, es un artista presentando su obra en directo ante un público que puede estar en cualquier lugar del mundo.
¿Por qué tenemos que compararlo? ¿Quizá porque somos los actores de teatro los que, a modo de supervivencia, avanzamos sobre un terreno distinto? Los que disfrutamos de la adrenalina de un escenario físico no canjeamos esa vivencia por un escenario online; pero esto no impide que indaguemos y nos experimentemos en un escenario diferente. Como dijo Peter Brook: “Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral”.
CREAR PARA UN SOPORTE DIGITAL, ACTUAR ANTE UN TELÉFONO Y RECIBIR LOS APLAUSOS DESDE UN MONTÓN DE VENTANITAS QUE DEJAN ENTREVER LA INTIMIDAD DE UN HOGAR ES UN CAMPO FÉRTIL PARA LA INVESTIGACIÓN
Actué, dirigí y me formé online durante el confinamiento y esto fue una forma de asumir activamente el cierre de nuestra actividad profesional. Esta experiencia, crear para un soporte digital, actuar ante un teléfono, recibir los aplausos desde un montón de ventanitas que dejan entrever la intimidad de un hogar, es un lenguaje aún sin nombre y un campo fértil para la investigación. No va en contra de nada, va a favor de seguir haciendo y comunicando en este contexto tan singular. Presenté Confesiones de María desde el salón de mi casa dentro del ciclo Experiencias Escénicas Online. Como actriz, sentí casi los mismos nervios que al salir a un escenario físico, pero ante mí tenía la luz verde de la cámara del ordenador a la que no podía perder de vista. Así que la tensión dramática se concentraba en estas zonas expresivas del cuerpo que se proyectaba en el monitor…
Hacer esto, además, permitió compartir piezas artísticas con muchas personas que nunca habían visto ficción en directo y llegar incluso a quienes por alguna razón no pueden salir de sus residencias. Esta posibilidad es bellísima. Las tertulias posteriores a la presentación de la obra online confirmaron que existe una liturgia similar a la de presenciar un acto escénico en vivo. La red se amplió al mundo.
Así que pienso que siempre que haya alguien queriendo ver arte y otro queriendo hacerlo, habrá siempre un soporte, digital o no, que facilite su encuentro. Estén donde estén.
Cuando volvamos a los ensayos, a los abrazos, nos quitemos las mascarillas; cuando se vaya el miedo a estar cerca de otra persona tendremos este recurso digital para usarlo o no. Y, personalmente, me quedaré haciendo lo que elijo: teatro íntimo en un box de tres metros cuadrados para seis personas en Teatro dentro de un escaparate, y continuaré apostando por trabajar en diversos escenarios y en nuevas propuestas por streaming.