Andrés Barbosa
Investigador Científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)
Un motor con problemas
Las regiones polares, especialmente el Ártico y en menor medida la Antártida, son las zonas del planeta donde más rápidamente están subiendo las temperaturas. En las últimas décadas el incremento promedio de temperatura en la Tierra ha sido alrededor de 1 °C, mientras que el Ártico ha experimentado un aumento de hasta 4 °C y en la península Antártica, la región donde se está dando este proceso, el aumento se cifra en 2,5 °C en los últimos 50 años. Uno de los principales efectos son las alteraciones directas en el hielo, tanto el marino como el glaciar. Respecto al hielo marino, los datos indican que en la actualidad el Ártico muestra una pérdida de un 30 % de su extensión con respecto al período entre 1979 y 2000, mientras que en la Antártida por segundo año consecutivo se ha producido una reducción estimada en un 7 %. En cuanto al hielo de origen glaciar en la península antártica más del 80 % de los glaciares han visto reducida su masa y su extensión en más de un 10 %. En el Ártico, la principal capa de hielo está en Groenlandia, donde el 63 % de los glaciares están en retroceso.
" Las zonas polares son el motor climático del planeta. De ellas depende la gran corriente oceánica termohalina que se encarga de refrigerar la tierra disipando y distribuyendo el calor»
Otra de las características típicas de las zonas polares, la existencia de suelos helados o permafrost, también está sufriendo el aumento de la temperatura. Se estima que el permafrost se ha reducido un 10 % en el ártico con respecto al siglo XX. Esto puede retroalimentar el proceso de cambio climático, ya que en estos suelos helados se encuentra almacenado el metano, un gas con un potente efecto invernadero. Todos estos cambios provocan alteraciones ambientales que tienen sus consecuencias no solo en el ámbito local y regional -como por ejemplo cambios en la distribución y abundancia de los organismos que viven en los hábitats polares, entre ellos la disminución de las poblaciones de osos polares y sus cambios de comportamiento en el Ártico o la disminución de las poblaciones de algunas especies de pingüinos en la Antártida- sino que afectan a nivel planetario. Las zonas polares son el motor climático del planeta. De ellas depende la corriente oceánica termohalina que se encarga de refrigerar la Tierra, disipando y distribuyendo el calor y por tanto de mantener el clima que actualmente conocemos en cada región. Esta corriente depende de un fino equilibrio entre la temperatura y la salinidad.
Las pérdidas de hielo glaciar formado por agua dulce suponen un riesgo para este equilibrio y ya se estima que los aportes de agua dulce por deshielo provenientes de Groenlandia podrían provocar una ralentización sustancial de la circulación marina en el océano Atlántico alterando el clima que disfrutamos. Por otra parte, estos aportes al mar de agua dulce de origen polar están provocando el incremento de su nivel. En la actualidad, es de más de 200 mm con respecto a finales del siglo XIX de los que casi la mitad, 90 mm, se han producido en los últimos 25 años. Se estima que a final del año 2100 el nivel podría subir entre 20 cm y 2 metros, lo cual tendría unos efectos devastadores sobre las zonas costeras. En la actualidad 26 millones de personas han tenido que emigrar debido a desastres meteorológicos relacionados con el cambio climático.
Antonio Ruiz de Elvira
Catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares
Papel mojado
El hielo es el elemento de control del sistema meteorológico. Actúa de dos maneras: reflejando como un espejo -o dejando de hacerlo- la radiación solar que incide sobre la Tierra, y por tanto el calor que absorbe ésta, y controlando la latitud a la que circulan los vientos que nos traen tormentas o sequías. El Polo Norte está perdiendo el hielo. En los últimos 38 años la superficie cubierta por el hielo ha pasado de 15,4 a 13,4 millones de kilómetros cuadrados, en enero, un 13 % en 38 años, un 0,3 % anual de disminución. ¿La razón? El aire y el agua cada vez más calientes que llegan al Polo desde las latitudes templadas. Y ¿por qué están cada vez más calientes? Los lectores deben recordar cómo son los últimos inviernos. Recientemente veíamos cómo en Madrid las personas comían en las terrazas de los restaurantes en pleno mes de febrero.
"Hay que diseñar estrategias de adaptación a un planeta distinto al de hace 50 años. El Cambio Climático se hará cada vez más intenso, con efectos catastróficos para la civilización actual»
Es lo que llamamos Cambio Climático, producido, sin el menor atisbo de duda, por el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera, procedente de la quema del carbono de los combustibles fósiles, carbón, petróleo y gas natural. Al CO2 se le está sumando el metano que burbujea hoy desde unas tundras canadiense y siberiana que se deshielan casi por completo durante el verano. Es dudoso que vayamos a frenar el Cambio Climático: los ciudadanos del mundo no están por la labor. El deshielo de los polos es un fenómeno no lineal, del tipo “el rico se hace más rico, y el pobre, más pobre”. Si el Polo Norte se deshelase del todo, dejaría de llover en España, y la temperatura de la Tierra aumentaría, en media, unos 3 °C, pues habría dejado de reflejarse la radiación solar. En el Polo Sur las cosas son mucho más lentas. El hielo del Polo Norte está sobre el agua del Océano Ártico, mientras que el hielo del Polo Sur está sobre el Continente Antártico. Además, el Polo Sur está aislado del resto del planeta por la corriente circumpolar antártica, que genera una especie de cortina de aire caliente que dificulta que el aire más caliente de los trópicos la atraviese en dirección a la latitud de 90 °S.
A pesar de ello algo de calor entra, y aunque en partes del Polo Sur el hielo está aumentando, en la zona del Mar de Ross, en la longitud más o menos de Hawai, al sur de Australia, el hielo se está deslizando hacia el mar con tendencia clara a desaparecer de la Antártida en esa parte del continente. Cuando esto se complete, otra parte de la Tierra absorberá calor, en vez de reflejarlo.
Como digo, hay que diseñar estrategias de adaptación a un planeta distinto del que conocíamos hace 50 años. El Cambio Climático se hará cada vez más intenso, y la temperatura aumentará 3 °C a mediados del siglo, con efectos realmente catastróficos, no para la vida del Globo, sino para la civilización actual. Todos los pactos, todos los acuerdos para frenar el Cambio Climático han resultado papel mojado. El ser humano es una criatura miope. Solo corre cuando siente las llamas en su espalda.