Arcadi Espada
Acabé odiando las entrevistas. Me harté de leerlas y más de hacerlas. Es el género más humillado del periodismo. Pero este verano casi me reconcilio. Juan Cruz citó un libro, Las grandes entrevistas de la historia y me fui a ver. Qué maravilla. 634 grandes páginas y entrevistas a cualquiera que se os ocurra. Hitler, Stalin, Mussolini, Mao, Al Capone, desde luego. Pero también Mark Twain (¡entrevistado por Kipling!), Zola, Marconi o Piggott, el caballista. Y por encima de cualquier entrevista que haya leído nunca, la de Charlotte Chandler a Mae West. Todo admirador de esta última dama conoce su potencial filosófico. Aquí se muestra en todo su esplendor. Dice la periodista Chandler:-Hay escasez de gigantes.
Y contesta Mae:
-Te ve gratis demasiada gente.
Lo dijo en 1984, ¡cuando aún se pagaba! Además, su filosofía está trufada de consejos prácticos, como el uso en mujeres del aceite de bebés, que es lo que distingue a un filósofo verdadero de sus colegas meramente de boudoir.
Sin embargo la gran lección es la de Chandler. En las entrevistas el mejor periodista es el que desaparece. Bastan algunos monosílabos, incluso alguna pregunta anodina para tender el hilo. El problema son las preguntas inteligentes. No por la inteligencia, sino porque las traigan preparadas de casa. Una entrevista es una conversación. Solo cuando la inteligencia surge de la conversación es admisible. E insuperable. Chandler:
-Del hombre se esperan muchas cosas. Con las mujeres ocurre lo contrario: no se espera lo suficiente de ellas.
O luego.
-La confianza tiene que preceder a la pasión.
Por si fuera poco está el final. El más grande que puede concebirse. El que te obliga a releer la entrevista y dado que ahora ya sabes cómo acaba es una entrevista nueva.