Aurora Luque. Foto: Rafael Herrera
Aurora Luque (Almería, 1962) ha obtenido prestigio literario con la publicación de ocho libros de poemas. Especialista en clásicos griegos, ha difundido en nuestro país las páginas escritas por mujeres de épocas variadas: la renacentista Louise Labé, la simbolista Renée Vivien, la contemporánea María Lainá. Su creatividad abarca igualmente el oficio de traductora. Ahora se editan una antología de sus versos y su último poemario.Personal & político, último libro de Aurora Luque, se abre con el poema "Carboneras, verano 2013". En él, Alceo de Mitilene y el padre de la escritora nos sugieren idéntico consejo: retener las pequeñas plenitudes. Así la memoria se enfrentará a la vejez. Se produce el encuentro con dicha vejez en "La catástrofe". Entre barrancos y solaneras, una lágrima de la poeta es la lupa para observar el mundo. La acompañan los vivos Luis Landero y Manuel Moya, los muertos Ronsard, Yeats, Cendrars, Woolf, Dickinson. No le falta alegría: reproduce con burla la publicidad de un crucero; canta con lenguaje sensual a los autobuses en "Alsinas" y a los poetas en "Bichos". Hasta dedica un rap a Steve Jobs. Emplea, sin que desentonen en el verso, algunas palabras recientes: "pijas", "tuit", "selfie". La obra termina con un emocionante texto para recordar a Jane y Paul Bowles.
Francisco Ruiz Noguera selecciona los textos y firma el prólogo de Médula, la nueva antología de la poeta. El antólogo define los tres ejes principales de las obras de Luque: los mitos helénicos, las reflexiones sobre la escritura, el erotismo. Leemos a una autora que ya en sus libros iniciales aúna la elegancia expresiva y el sosiego. Singularmente dotada para crear imágenes bellas, no se excede; demuestra madurez. Menciona su tierra de rocas soleadas y desierto, donde el verano y la muerte dialogan. Nos habla de las veladuras de un perfume, de unos trajes neblinosos, de la pantalla interior de los párpados. También se refiere a los herbarios mitológicos, a unas cavernas rojas, a las crisálidas huecas del deseo, a la nieve nocturna. O anota ráfagas de dicha y tedio: "una promesa tenue de letargos / en ánimas y ecos. Y los frutos intentan / abrigarse a sí mismos con máscaras solares".
Aurora Luque nos dice que ella depende de por vida de una droga llamada Grecia. Pero no se encierra en esa adicción. Si escribe el nombre de Homero, asimismo incluye el de Klimt, Schiele, Úrculo o Carmen Linares. Antes de aludir indirectamente a Baco ("tirsos", "ménade"), usa el ingenio en la composición de haikus. Todo queda ensamblado por una ironía bien dosificada, el lema carpe noctem y la pasión erótica: "Los dioses no podrían darte más. / Te dan, última fruta de la cesta, / los feroces racimos del deseo, / su pulpa ensangrentada". Después añade la decepción lúcida: "sólo he alcanzado, del amor, la belleza / altiva de su cumbre en brazos de la nada".
Médula y Personal & político son dos oportunidades para que los lectores se adentren en la profundidad artística conseguida por Aurora Luque.
Cosecha
Recoge la cosecha de los días,su cereal, su polen,
sus bayas inservibles, sus cortezas amargas,
su reseca raíz, sus vainas huecas,
su escasísima pulpa azucarada.
En las cuadradas cajas pon la fruta
selecta que le agrada a la memoria.