Legendaria poeta, Alfonsina Storni (1892-1938) es hoy más conocida, quizás por una canción, que editada y leída. Y sin embargo, Storni fue una extraordinaria modernista sin la que es imposible comprender las letras hispanoamericanas del siglo XX. Obsesionada por la enfermedad, la belleza y la muerte, a la que dedicaba una y otra vez sus versos -"Tengo el presentimiento que he de vivir muy poco"- los poemas reunidos en Las grandes mujeres (Nórdica, 110 pp., 16'50 e.) evidencian su fuerza y sensibilidad, ligera y rocosa a un tiempo.
Decía Salvador Espriu que daría toda su obra"por un verso de Joan Vinyoli". Los treinta y tres poemas reunidos ahora en La mano del fuego (Candaya, 112 pp., 12 e.), en edición bilingüe de Jordi Llavina y del traductor Carlos Vitale, celebran el centenario de nacimiento del poeta, y reflejan su palabra "turbadora y luminosa". Especialmente recomendables son poemas como "La mano del fuego", "Días en el campo" o "Soy el hombre solo", donde Vinyoli confiesa no saber "de dónde vengo, /.../ No sé que soy".
De caracter rabiosamente autobiográfico, los poemas de Todo es negro (Isla de Siltolá, 67 p., 12 e.), de Nacho Escuín (Teruel, 1981) lloran la culpa, el silencio, la nada, a pesar de que "siempre en la luz hay esperanza". Son versos tiznados de reproches y soledades que retratan el verano "más terrible", aquel en el que el poeta descubrió que "para vivir, para morir, solo estás en este mundo".
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