Nuno Júdice. Foto: Kote
En 2013 se concedió el premio Reina Sofía al poeta portugués Nuno Júdice (Mexilhoeira Grande, Algarve, 1949), una distinción para la que reunía todos los merecimientos, pues su obra está entre las más importantes de la poesía contemporánea, y no me refiero sólo a la escrita en alguna de las lenguas ibéricas. Con una primera publicación en 1972, la obra poética de Júdice es, además de extensa y variada, espléndida, y a ella hay que añadir no pocos volúmenes de narraciones, teatro, ensayos -es profesor universitario- y traducciones.Entre otras cosas, muchos de los poemas de Júdice producen una especie de fascinación en el lector al encontrar en ellos que las palabras son tratadas como cosas y éstas como palabras. Así, por ejemplo, en uno de sus textos, entierra, como si fuesen semillas, los versos en la tierra, éstos echan raíces, dice que en su momento se podrán coger las flores y cuando el lector ya ha aceptado que se le habla de cosas se encuentra con que "los pétalos, como si fuesen/ sílabas" le servirán para hacer "un herbario de sonidos", lo que lo devuelve al mundo del lenguaje, para terminar con "viendo la noche llegar con el fin de la estrofa". Esto ilustra bien la magia con que se va de la realidad del mundo a la "realidad" de las palabras y se hace el camino inverso en un tránsito, al lector se trae y se le lleva por esas travesías y se le abandona en un punto donde la noche y el fin de la estrofa resultan coincidentes, como si los dos fuesen lo mismo. Se podrían multiplicar los ejemplos: "Voy al tablón del horizonte, y borro / las sílabas del acantilado", etc.
Como se ha visto, todo queda entre la existencia fenomenológica y esa otra que otorga el ser nombrado, las percepciones de lo real y los significados de las palabras se confunden como si tuvieran la misma entidad. Quizá se explica este singular comportamiento por algo que se lee en uno de los poemas: "La infancia me ha dejado el dogma de la incertidumbre". En una de las interpretaciones que tal confesión admite, la escritura de Júdice sería una experiencia intelectual y vital hacia el conocimiento que encontraría el fin de su aventura entre el saber y el no-saber. De ese transitar dan testimonio los poemas.
Los temas que los poemas desarrollan son tradicionales -el amor, el paso del tiempo, la política, etc.-, a los que se une casi siempre la reflexión sobre la poesía. Así, esta obra se entronca en la mejor de las tradiciones modernas, la que, partiendo de los románticos, tiene uno de sus hitos mayores en Mallarmé y se continúa en el modernismo. Se lee en uno de los textos: "Entre las cosas viejas busco/ lo nuevo" y "Es igual con el poema: lo hago con / palabras viejas" y es cierto, en esta poesía se aprecia enseguida tanto su tradicionalidad como la innovación, una innovación que surge de aquélla.
El orden de las cosas se centra en la producción más reciente y las traducciones de Juan Carlos Reche lo son de un poeta. El lector también cuenta con Devastación de sílabas (Universidad de Salamanca, 2013), más extensa, pues abarca el conjunto de la obra de Júdice y cuenta con un excelente estudio introductorio de Pedro Serra, autor también de las traducciones aunque utiliza algunas de poemas ya trasladados antes. En cualquier caso, las dos ofrecen al lector una poesía de la máxima calidad.