Gonzalo Rojas. Foto: Claudio Reyes
Pese a mostrarse contrario durante su vida a una edición de poesía completa, Fabianne Bradu, miembro del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, ha elaborado un ímprobo trabajo de recopilación, no sólo de 49 poemas dispersos o inéditos, sino que, dada la tendencia del poeta a revisitar y modificar textos, ha incluido un auténtico mapa (como lo designa) de cada uno de ellos, según su aparición en libros y antologías. Nos ofrece, además, un índice de primeros versos, de títulos de poemas, un breve prólogo esencial y una cronología mediante la que esquemáticamente nos permite avanzar en los desplazamientos y avatares personales, publicaciones, premios y libros. Se trata, pues, de una obra "íntegra", como decidió apuntar en el título. Acompaña cada poema del que tiene alguna referencia no de un comentario personal de la antóloga, sino, a través del extenso epistolario del poeta, de fragmentos alusivos, gracias a los que enriquece su obra e incluso añade aclaraciones orales conservadas de algunos de sus recitales. Acota circunstancias, significado o detalles sobre la elaboración del poema, que se fecha o se precisa más adecuadamente de lo que indicó el mismo autor. Rojas, que viajó por los cuatro continentes, profesor universitario en su país, en los EE.UU. y en Europa, exiliado y disidente, alcanzó también las máximas distinciones. En España obtuvo los premios Reina Sofía (1992) y el Cervantes en 2003. Alcanzó, además, del premio Octavio Paz, el Nacional de su país y toda suerte de homenajes y galardones. No sería del todo ajena su actividad diplomática que le condujo desde Cuba hasta la China de Mao. El lector interesado dispone, pues, del instrumental básico y textual completo de un poeta que flirtea con los ismos del pasado siglo sin entregarse, salvo en escaso tiempo, a ellos. En un poema de 1977 ofrece una de las claves de la naturaleza de su obra: "Por un Gonzalo hay otro, por el que sale/ hay otro que entra, por el que se pierde en lo áspero/ del páramo hay otro que resplandece, nombre por nombre, otro/ hijo del rayo, con toda la hermosura/ y el estrépito de la guerra/.../".
No resulta extraño descubrir alguno de sus textos que precisan la intencionalidad general, la poética de una obra que circula, según sus palabras, en la forma de "vasos comunicantes". Es la suya una poesía imaginativa y contundente, atenta a la oralidad que va desde la complejidad de un verso amplio a la esencialidad de lo aforístico. No resulta ajena tampoco a las influencias de Neruda o de los surrealistas franceses, pero la materialidad de su canto se advierte en la veta erótica, donde desembocan sus mejores poemas, atentos también a la reflexión. A destacar su actitud contra Nicanor Parra ("Gracias y desgracias del antipoeta", de 1967, recogido en 2000) y su "antipoesía", que parodia. Se identifica con los clásicos españoles, especialmente con Quevedo. Su vitalismo, tan característico, se puede quebrar a veces como en el poema "El señor que aparece de espaldas". Pero es en el ámbito amoroso donde alcanzó sus mejores aciertos, ya fuera en poemas como "El fornicio" o en "A unas muchachas que hacen eso en lo oscuro", o el que se entiende como su poema más célebre: "¿Qué se ama cuando se ama?", publicado en 1954.
Amplia es la obra de Gonzalo Rojas e imposible condensar sus aciertos en breves líneas. Fabienne Bradu nos ha ofrecido el instrumento adecuando para zambullirnos en ella. Las acotaciones orales o el elegido fruto del epistolario con su hijo Rodrigo Tomás Rojas McKenzie son una auténtica aportación a la crítica filológica, fruto, asimismo, de las consultas y conversaciones de la compiladora con el poeta. Al margen de la abundante bibliografía ya existente, nos hallamos ante la obra esencial.