W. H. Auden. Foto: W. H. Auden
Ejemplo de ironía poética: pásate 46 años escribiendo algunos de los mejores poemas del siglo XX para acabar siendo recordado porque uno (ni siquiera el mejor) se lee en Cuatro bodas y un funeral. Bienvenidos al mundo de W. H. Auden. Aunque siempre habrá quien alegue que Auden la ironía la lleva by default. Nacido inglés y crecido americano (1907-1963), comenzó siendo un poeta de York consagrado a la causa left-wing (que no de izquierdas) y terminó como estadounidense ejemplar, colaborando en guiones de cine y radio, mientras su poesía se volvía metafísica. Más que sabiduría, de Oxford sacó en limpio su propia leyenda: el Auden Group. Stephen Spender, Cecil Day Lewis y Louis MacNeice componían la corte de un rey que sólo respondía ante un dios: Christopher Isherwood, su mentor-colaborador-amante. Con él emigró a Estados Unidos, donde conoció al amor de su vida: Chester Kallman. Escribió "Spain", el poema de un hombre que pretendió homenajear al bando republicano y consiguió complacer a todos excepto a los homenajeados. A Auden se le proclamó T. S. Eliot redivivo: hoy es altamente cuestionado. Lo dicho: ironía tras ironía tras ironía.Poemas son los breves: treinta años (1927-1957) de esfuerzo por hacer algo interesante con la lengua inglesa. Con el paso del tiempo, el joven Auden parece darse cuenta de que la poesía y el lenguaje mantienen una relación relajada, casual, por momentos indiferente. Deja de intentar reinventarlo todo en cada poema. De ahí que el Auden maduro se exprese con más sencillez y claridad, con una teatralidad que no se finge vida, sino que nos deja colarnos entre bastidores. Uno de sus poemas más grandes, "T el Grande", nos engaña con rimas casi infantiles, ecos de mock-heroic à la Pope: "And fugitives, their horse-hooves drumming,/ Cried: -'Death is on you! T is coming!'". Lo que se dice es exacto. Cómo se dice, no necesariamente: hay espacio para moverse. Con los años, la poesía de W. H. Auden aprendió a respirar. Rebloggeando a Bloom, puede decirse que se liberó de la ansiedad de la influencia. Auden renunció a ser Eliot. Y fue entonces cuando se convirtió en el Trueno.
"Si todas las estrellas desaparecieran o murieran,/ Aprendería a contemplar un cielo vacío/ Y a encontrar sublime su oscuridad total,/ Aunque esto podría llevarme algún tiempo". Es la apoteosis de "El que más ama", uno de esos poemas que devoran a su creador. Los versos "Si el afecto equivalente no puede darse/ Deja que sea yo el que más ame" son más célebres que el propio Auden. "Spain" podría haber sido otro hijo aventajado, pero su padre renegó de él.
De Auden pervive su facultad narrativa, más presente (otra ironía) en su última poesía trascendental que en el compromiso marxista de su juventud. Su imaginario es un país con leyes propias, pero la cartografía recuerda a un Borges en estado de genio: "La lengua hablada por las tribus del Limbo/ Tiene muchas palabras mucho más sutiles que las nuestras/ Para indicar que mucho, poco, algo/ Es muy parecido o no lo es en absoluto,/ Pero nada que se pueda traducir por Sí o No,/ Ni distinguen sus pronombres entre Personas". Great minds think alike.
Puedes sacar a W. H. Auden de Europa, pero no Europa de Auden. Poemas es el memento mori de una manera de escribir en el mundo que no tiene herederos porque no es una tradición, sino una historia de la literatura en sí misma. Está ahí, en nuestro genoma, como caminar erguidos o autodestruirnos. Defendemos la hipótesis de que esta poesía existía antes del homo sapiens. Sobrevivió a Auden. Nos enterrará a todos. Una ironía. Otra más.