Hijos y padres
Félix Teira
31 mayo, 2013 02:00Félix Teira. Foto: Archivo del autor
Este desarraigo tiene su origen en la escasa consistencia del núcleo familiar, muchos de cuyos componentes se encuentran lejos de la ejemplaridad. La infidelidad conyugal no es la única lacra; los padres revelan su codicia al hacerse cargo del abuelo con Parkinson y demencia senil cuando ven que puede ser también una fuente de ingresos. Aquí no hay alegatos contra una enseñanza insuficiente o poco estimulante, sino la denuncia de un sistema social y familiar degradado, en el que las fronteras entre el deber y la libertad, entre la honradez y el delito, se han convertido en líneas lábiles que dificultan la visión nítida de unas líneas de conducta necesarias.
Hijos y padres es, además, una novela sin protagonistas; un relato coral, compuesto por monólogos o relatos que van pasando de un personaje a otro y multiplicando los puntos de vista. La técnica narrativa es, pues, la adecuada a la concepción de la historia; su realización formal provoca, sin embargo, dificultades de lectura en las primeras páginas, porque el procedimiento de mezclar nombres y apodos y de repetir varios en pocas líneas oscurece en muchos casos la identificación de los personajes, varios de los cuales son nombrados indistintamente de diversas maneras, y sólo avanzando muy detenidamente en la lectura -y volviendo alguna vez atrás, todo hay que decirlo- puede el lector hilvanar los hilos que le han quedado sueltos como consecuencia de la acumulación de denominaciones en un discurso que, sin perder su carácter coral y la riqueza de informaciones que precisan el perfil de los personajes, podía haber ofrecido mayor nitidez. Por lo demás, Teira es un buen narrador, para el que la literatura no es un simple juego, sino un testimonio -por eso habla siempre de cuestiones cercanas-, y un prosista con escasísimas fisuras, del que siempre cabe esperar historias y enfoques en que nada pueda sernos ajeno.