Esta vez, las policías investigan los sádicos crímenes de un violador y asesino en Barcelona y la Costa Dorada. A la trama principal se unen diversas historias secundarias: el secuestro de una mujer, el acoso que sufre una de las policías, la vida sentimental de Rebeca (que es gay, como gran parte de las mujeres que pueblan estas páginas), o su dolorosa relación con su madre. Poco a poco todo irá convergiendo en una sola historia tan compleja como bien urdida. Del mismo modo, los personajes que al principio parecían arquetípicos resultan ser de un gran calado psicológico.
Aunque lo que más sorprende de esta novela es la seguridad con que su autora sabe conducirnos a través del bosque de la narración, atendiendo a todas las ramificaciones argumentales pero sin perderse en ningún momento. Hernández sabe cómo atrapar al lector desde la primera línea, y lo hace. Dejarse es un placer.