Ignacio Martínez de Pisón. Foto: Elena Blanco
Tengo a Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) como uno de nuestros narradores actuales mejor dotados para hacer una novela de corte clásico, si no el que mayor destreza posee en el arte de escribir enjundiosas historias tradicionales. En sus obras conjuga con pericia y acierto el relato de una buena trama, la recreación de ambientes, el diseño de personajes y la construcción de un artefacto narrativo bien diseñado. Si algo puede reprochársele es su distanciamiento de los muchos progresos que ha acumulado el arte de narrar desde que, hace una centuria, el modernismo narrativo le dio una sacudida tremenda a la novelística decimonónica. No ha lugar, en cambio, ahora para ese reparo porque Filek requiere una composición y exposición sin vanguardismos, y como se dan la mano las exigencias de la materia presentada y las inclinaciones y habilidades del autor, resulta una obra histórica de notable acierto.Digo obra histórica y no novela porque se trata de un estudio de traza académica (con notas y bibliografía), algo que el autor se cuida de precisar en un par de ocasiones advirtiendo que es "una investigación histórica" y detallando la esmerada labor documental que llevó a cabo tras tener azarosa noticia del personaje. Martínez de Pisón reconstruye la trayectoria del químico austríaco Albert von Filek desde sus antecedentes familiares hasta su muerte en 1952 en un hospital de Hamburgo. Sus averiguaciones le permiten engarzar la continuada actividad de un estafador compulsivo, cuyo capítulo más llamativo fue engañar a Franco con el proyecto de fabricar un combustible sintético a base de mezclar agua del Jarama y extractos vegetales. Con ello la Dictadura resolvería los angustiosos problemas económicos de la inmediata posguerra.
La personalidad de un timador patológico constituye el motivo principal del libro, pero Martínez de Pisón no lo limita a ese único objetivo y dedica gran atención a plasmar una plástica estampa de época, tanto europea como española. Filek no fue una criatura del convulso tiempo en que vivió, pero sí sufrió en sus carnes las incertidumbres de entonces. De modo que su biografía cobra cierta grandeza trágica, la del redomado chantajista que nunca alcanza sus propósitos por completo y a la vez escapa del merecido castigo tras haber dejado un reguero de víctimas. Con buen ritmo expositivo, plagado de numerosas oraciones interrogativas que plantean el perfil escurridizo del personaje y las incógnitas que persisten acerca de sus marrullerías, Martínez de Pisón hace un sugestivo retrato de un pícaro contemporáneo nada imaginario, real.
No entiendo (o sí lo entiendo, y me parece mal) el afán actual de las editoriales de presentar con marchamo de texto narrativo obras que son otra cosa. Filek es un trabajo histórico y ni siquiera permite que se le considere dentro del llamado relato de no ficción. De novela solo tiene la seducción que entraña una vida en sí misma novelesca. Pero da igual a qué género pertenezca el libro porque el autor consigue, gracias a aplicarle un afortunado aire reporteril a una investigación erudita, un relato ameno y con un fondo de intencionalidad moral.