Image: Éste es el mar

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Novela

Éste es el mar

Mariana Enríquez

9 marzo, 2018 01:00

Mariana Enríquez. Foto: Nora Lezano

Literatura Random House. Barcelona, 2018. 128 páginas, 13,90 €. Ebook: 8,99 €

Es posible que la música rock haya sido la última gran mitología occidental, justo antes de que la escena global adquiriera una velocidad que convierte todo en fungible. Al menos, es una idea recurrente que defendemos algunos, y así lo intuyó George Steiner en 1971 cuando se refería a las "historias y cuerpo de leyendas" de ese "régimen pop": "Exhiben sus reliquias. Enumeran a sus antiguos maestros y a sus rebeldes, a sus sumos sacerdotes. Exactamente como en la literatura clásica", remataba el crítico. Bueno, hoy el panorama ya no es ese, aunque la música sigue siendo un código compartido por millones. Esa escena de estrellas, himnos y groupies, mártires y excesos, le permite a la argentina Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) construir una historia agónica y una mitología propia, mixta, prendida de un intenso sentido de final de época, en la novela breve Éste es el mar.

Explicado muy brevemente: hay un mundo sobrenatural cuyas criaturas son las encargadas de provocar que algunos músicos, contadísimos, escogidos, se conviertan en Estrellas (o en Leyendas, o en Dioses incluso) pagando el precio de una muerte trágica, a menudo prematura: Hendrix, Lennon, Cobain, Vicious, Morrison, Elvis (si estamos dispuestos a consensuar que ha muerto)… Helena, una de esas criaturas del otro lado, será la encargada de dar forma a la última gran Leyenda, un joven bellísimo y triste, incapaz de escribir ni una puñetera canción decente, y sin embargo elegido para cerrar el panteón. Acechan dos amenazas: el amor y las feroces Imago, que podrían tener planes distintos.

Con tres libros publicados en nuestro país, Enriquez se nos ha vuelto imprescindible. Éste es el mar presenta algunas variaciones respecto de los anteriores: es una novela breve y no un conjunto de relatos, se acerca más a las formas del fantástico que a las del terror… Etiquetas, poco más. El estilo de su autora sigue constituyendo una sutura perfecta entre lo imaginario y lo real, y buena parte de sus temas (incluyendo su mirada personalísima al fenómeno fan) ya estaban presentes en los cuentos. Aquí, el ejercicio de superponer un mundo de deidades antiquísimas (Hécate, Perséfone…) al mundo icónico del rock, con un paisaje digital al fondo perfectamente integrado, se resuelve magistralmente, en un libro de lectura intensa, emocionante. Son curiosos los paralelismos que su propuesta presenta con el apreciable, que no extraordinario, The Wicked + The Divine (Norma Editorial), un cómic del guionista Kieron Gillen y el dibujante Jamie McKelvie: parecidos mínimos, coyunturales... Pero que, por eso mismo, tal vez hablen de cierto zeitgeist, de una necesidad de encontrar o construir un sentido ritual o mítico en la estructura profunda de la vida contemporánea. De eso, y de la riqueza psicológica y arquetípica casi siempre desatendida que se esconde en los fenómenos de la cultura de masas.

Con todo, el corazón de Éste es el mar reside en otro conflicto, el más íntimo. Ángeles fósiles (La Felguera), el libro de Alan Moore en torno a la magia, arrancaba con una divisa jungiana: "El gran acto mágico es decidir si vas a vivir en tu propia ficción". En su toma de decisiones, los protagonistas del libro de Enríquez, uno humano y el otro sobrenatural, sufrirán en la misma medida hasta asumir su papel: lo humano (la memoria, el amor) se revela tan poderoso como lo divino. Intersecciones en las que fundar una literatura propia.

@Nadal_Suau