Carlos Ruiz Zafón. Foto: Planeta
UNO. ¿Otro crítico literario indignado porque una novela de Carlos Ruiz Zafón no es buena-y-seria-literatura? Quizás no sea exactamente eso lo que necesitemos. Cuando se dice que el autor barcelonés es un fenómeno, se apunta en una dirección acertada: El laberinto de los espíritus y sus más de novecientas páginas que cierran la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados deberían dar más juego desde la óptica de la crítica cultural que de la estrictamente literaria. Para la segunda, el balance del libro sólo puede ser pobre (quiero decir, pobre la opinión que se tenga de él pero más pobre aún el interés de la clásica reseña escandalizada porque existen best-sellers). En cambio, cuando la crítica se pregunta por las claves de la conexión de las mitologías del blockbuster o el best-seller con el público y, más aún, por sus subtextos, los resultados son a menudo inteligentísimos, un win-win.Pero surge aquí un problema: el carácter especialmente conformista de mucha literatura comercial española. El universo de Ruiz Zafón tiene aciertos escenográficos y arquetípicos indudables desde el punto de vista popular, pero cuesta encontrar algo valioso en su mirada a la historia del país o a las tensiones medulares de nuestra época. Era vintage antes de la moda vintage, lo sigue siendo ahora que ya ni apetece burlarse de esa moda, y por el camino nunca ha habido ninguna apelación profunda a la realidad en la que ha ido haciéndose hueco de mercado. Por ejemplo, en El laberinto de los espíritus se utiliza el asunto de los niños robados del franquismo, sólo que con instrumental, en el fondo, indoloro.
DOS. Spoiler free: El cementerio de los libros olvidados transcurre, en su mayor parte, en la segunda mitad de los años 50 españoles, con derivas a otras décadas del XX; desarrolla una trama truculenta a veces y cinematográfica casi siempre (arranca con un guiño a Rebeca), que recupera la carismática nómina de habituales en el territorio que fundó La sombra del viento. Además, incorpora una figura femenina, Alicia Gris, entre el post-salanderismo y el nuevo canon de heroísmo femenino hollywoodiense. En su dibujo hay melodramatismo pero no moralina: punto a favor.
TRES. Otro punto a favor del libro, juzgándolo desde su primera regla básica: creo que divertirá a sus lectores potenciales, al menos en bastantes tramos de su (hinchadísima) extensión. Y en lo literario, a Ruiz Zafón se le da bien narrar sueños y pesadillas; el juego final a cuenta de la autoría dentro de la ficción no carece de sutileza; y los guiños a Sergio Vila-Sanjuán (un crítico que comparte códigos literarios con el autor) o el fotógrafo Francesc Català Roca hablan tanto de generosidad personal como de conciencia de interlocución con una determinada cartografía cultural.
CUATRO. Ahora bien, citemos: "sus labios permanecieron sellados", "nadie es lo que parece", "rugido metálico de los motores", "ademán de plegaria", "cartel desvencijado", "penumbra de terciopelo", "el joven asintió embelesado", "adoptó un semblante serio", "el eco de aquellas palabras", "nadie sabe leer a una mujer como otra mujer", "usted no sabe nada de mí", "prietas carnes", "en los brazos de Morfeo"... En el Cementerio de los Libros Olvidados es imposible pasar dos veces por el mismo lugar; pero paradójicamente, en esta escritura es imposible no sentir que uno ha pasado ya antes por cada frase, cada giro narrativo, cada trampa tendida para que creas que alguien muere y luego no. Clichés como balizas, laberintos con señalética imperdible: una narrativa y un estilo que son maquinarias de satisfacer expectativas.
CINCO. Sin embargo, toda jerarquía tiene sus arbitrariedades y sus puntos ciegos. Agudeza de ingenio, 1: "Entre las muchas aventuras que esconde el corazón de Barcelona existen lugares inexpugnables, abismos recónditos y, para los valientes todavía hay más, está el Registro Civil". ¿Eso es El laberinto de los espíritus o El secreto de la modelo extraviada de Mendoza? Agudeza de ingenio, 2: "Nunca fumes a contraluz de una farola". ¿El laberinto de los espíritus o Falcó de Pérez-Reverte?
SEIS. Quizás El laberinto de los espíritus está demasiado dispuesta a ponerse solemne y concederse importancia, en vez de asumir con descaro definitivo su naturaleza de libro ligero. Por eso, quizás otra crítica demasiado solemne que se concede mucha importancia a sí misma no era exactamente lo que necesitábamos contraponerle a esta novela. ¡Ups!