El invierno del lobo
John Connolly
10 julio, 2015 02:00John Connolly. Foto: Antonio Moreno
Las series de televisión, como The Wire o Breaking Bad, suponen una fuerte competencia para la novela. Tienen el poder de mostrar la complejidad de sus personajes, pero no pueden (todavía) penetrar en ellos con la sutileza y profundidad del lenguaje escrito, las diversas perspectivas que permiten las personas verbales. Por ejemplo, John Connolly (Dublín,1968) lleva años entreteniendo a millones de lectores con una serie de narraciones protagonizadas por el ex policía de Nueva York y ahora detective privado Charlie Parker, donde el lector llega a tocar el hueso de los seres creados. Estas ficciones, armadas siempre sobre un fondo real, ofrecen una historia llena de intriga y poblada de personajes de carácter psicológico diverso. Parker ocupa el centro, con Angel y Louis, sus asesinos particulares a su lado, y juntos solucionan los más diversos casos. Se trata de novelas de detectives, como las series televisivas, con un amplio trasfondo social y emocional.El invierno del lobo se sitúa en el estado de Maine, que se encuentra al noreste de EE.UU., donde reside parte del año el propio autor. Una zona poco poblada, bendecida por la naturaleza con bosques, lagos y un crudo invierno que oculta bajo la nieve su belleza, para dejarla lucir en la primavera con todo su esplendor. Un escenario propicio para situar una trama que muestra cómo las costumbres traídas por los inmigrantes de Inglaterra hace tres siglos llegaban contaminadas con antiguas discordias de su país de origen. Los seguidores de una extraña secta religiosa, la Familia del Amor, trajeron su iglesia del otro lado del Atlántico, la reconstruyeron piedra por piedra en su nuevo asentamiento, y ciertas ritos poco ortodoxos.
Estamos en Prosperous, una ciudad inventada, pero que bien pudiera haber existido. Es una comunidad cerrada, como la de La letra escarlata (1850), de Hawthorne, donde una mujer soltera queda embarazada y se niega a decir quién es el padre, siendo condenada por la comunidad a llevar una A, de adúltera, en su ropa, y a vivir apartada de los demás. En Prosperous, a quienes desobedecen las órdenes del Consejo Municipal los asesinan. Así pues, estos descendientes de los inmigrantes crearon una muy rica comunidad, cerrada a los forasteros. Los de Prosperous se casan entre sí o buscan parejas capaces de guardar el secreto de la comunidad, y quienes deben mantenerse fieles a las normas de la comunidad, que exige sacrificios a cada poco. Y uno reciente, el asesinato de una joven Annie Broyer, una ex yonqui, desata la historia novelesca cuando su padre, el indigente Jude, viene a buscarla y entrevé los secretos de la extraña comunidad. Aparecerá muerto, aparentemente un suicidio, cuando recogía entre sus colegas sin techo las deudas para contratar a Charlie Parker para que éste investigase la desaparición de su hija. Parker inicia la búsqueda por amistad y por el recuerdo de su mujer y su hija, que fueron asimismo asesinadas. Los mandamases de Properous, el jefe de policía Moreland, el pastor Warraner, y otros, comienzan a ocultar el secreto de la ciudad, mientras Parker y los suyos buscan a los asesinos de Annie. Poco a poco, bajo la capa de normalidad van apareciendo los secretos, la crueldad de los fanáticos religiosos del Consejo. Sus actuaciones no protegen a la comunidad de Prosperous, al contrario, suponen un enorme lastre, pues sus miembros rehúsan cambiar sus métodos, ceder el poder.
Esta duodécima entrega de la serie Charlie Parker, que se inauguró con Todo lo que muere, muestra la misma intensidad que la obra primeriza, reconocida por entonces con diversos premios importantes. El invierno del lobo nos mantiene en vilo continuamente dada la destreza de Connolly, digno heredero de Dashiell Hammett, para cerrar sus novelas. El argumento termina en la obra, pero deja abiertas tantas incógnitas sobre los personajes sobrevivientes y el espacio donde ocurrieron los hechos, que ya percibimos su continuación.
@GGullon