El lector podría pensar que de este personaje ya lo sabe todo, pero solo tiene un símbolo, un icono. El estilo de Pancol, "simpático", como escribe Éric Neuhoff en el prólogo a la edición francesa, nos va acercando a la vida de esta mujer inabordable, cuyo padre, John Bouvier, un seductor parecido a Clark Gable, que se gastó en bolsa la fortuna de la madre, Janet Lee, jugó un papel fundamental en su existencia. Jackie, que se entendía mejor con los caballos que con los humanos, empieza a dibujarse ante nosotros como una niña vulnerable, que necesito aprender de este padre, esa crispada postura de boca, esa mirada fría para proteger su alma que se había descompuesto en una infancia un tanto conflictiva.
El día que muere JKF, Pancol es aún una niña. Pero años más tarde, viaja como corresponsal de ParisMatch a Nueva York, y son esos años los que están en el origen de este libro que es todo una de-construcción del mito. Pancol entendió que detrás de Jackie Kennedy se escondía la estudiada construcción de una imagen, realizada desde su infancia, del icono que necesitaba la sociedad americana