La sed de sal
Gonzalo Hidalgo Bayal
6 diciembre, 2013 01:00Gonzalo Hidalgo Bayal
Con algunas excelentes novelas en su haber, Hidalgo Bayal ha mantenido una encomiable fidelidad en la creación de su mundo imaginario de Murania, al que vuelve en La sed de sal. Y lo hace con sus valores de siempre, empezando por el aire de pesadilla kafkiana que la novela desarrolla y acabando por su ingenio en la creación verbal y el juego con las palabras, que se manifiesta ya en el palíndromo del título.La historia parece de novela policíaca. Un joven que se presenta con el nombre ficticio (y simbólico) de Travel decide viajar a Murania siguiendo la ruta de un hispanista norteamericano que recorrió aquellas tierras en los años treinta. Walter Alway dejó testimonio de su viaje en Travel of Murania (1936), al que le acompañaron dos españoles y el autor de novelas policíacas Edgar Winters, quien al final de La sed de sal será recordado en los razonamientos del filosófico comisario muraniense, que tan bien recrea ideas y pensamiento de Sánchez Ferlosio (autor predilecto de Hidalgo Bayal). En su viaje Travel llega a las pandorgas y venerandas de Casas del Juglar. Luego es llevado de nuevo a Murania, donde acaba siendo detenido como sospechoso de la desaparición de una joven. Tras una fuga fallida, Travel es aislado en un barracón serrano, vigilado por dos guardianes, conocidos por sus alias de gordo y flaco, bajo la autoridad del comisario. Tras la confrontación con otros sospechosos, Travel regresa a Madrid con su cuaderno de notas y sus fotos, obsesionado por el recuerdo de lo vivido, la imagen de la joven desaparecida y la confusión reinante en el caso. Esto es lo que Travel narra como protagonista, con técnicas de oralidad, dirigido a un receptor plural y complementado por otros narradores secundarios, como el zotalito (delincuente de Murania), el flaco guardián, el novio de la desaparecida y el comisario Noé León (otro palíndromo), en cuyas narraciones Travel pasa a ser el receptor.
La sed de sal es título con muchas connotaciones. Además de su aliteración y el palíndromo que permite leerlo igual al derecho que al revés, alude por su constitución fónica a Sed de mal, traducción castellana de la película Touch of Evil, de Orson Welles, cuyo recuerdo gravita en diferentes episodios de la novela, especialmente en algunos protagonizados por el comisario y su peculiar teoría del crimen basada en "la sed de sal". El juego de intertextualidades enriquece sus posibilidades con el cine y la literatura. De forma que muchas películas son recordadas por el narrador en diferentes situaciones, sobre todo, Al final de la escapada, de Godard, una sobre el extravagante juez Roy Bean, seguramente El forastero, de Willy Wyler, Casablanca, El beso de la mujer araña, La mujer del cuadro, y bastantes más. Lo mismo cabe decir de la intertextualidad en referencias y alusiones a textos literarios de todas las épocas, desde las Mil y una noches, la Biblia y la Odisea, pasando por Cervantes (omnipresente), Shakespeare, Calderón y tantos más, hasta Proust, Camus, Conrad, Antonio Machado..., empezando por el comienzo con Melville ("Llamadme Travel") y acabando con la fábula de Fedro para iluminar el sentido profundo de la novela (y de la vida): "No hay un cordero ensuciando el agua que bebe el lobo ni, menos aún, un lobo ensuciando el agua que bebe el cordero. Ambos beben agua sucia. Todos bebemos agua sucia y no sabemos quién la enturbia".
La novela policíaca es aquí una estrategia para potenciar la suspensión de la intriga por medio de la investigación del caso de la joven desaparecida y, en sentido profundo, abordar temas y conflictos trascendentales como el azar y el destino, la vida, el amor y la muerte, la culpa y el desamparo, la fragilidad del ser humano y sus convicciones, y, al cabo, la esencial insatisfacción humana condenada a la infelicidad. Como la sed y su imposible remedio con sal. Ahí radica el significado de la novela: en la "sed de sal" encarnada en el narrador y protagonista. Nada mejor para concluir que un elogio more cervantino para recomendar esta excelente novela a cuantos lectores busquen entretenimiento (lo tendrán, porque hay suspense y humor) y a los que prefieren lecturas que ayudan a conocernos mejor, buceando en la condición humana, en sus afanes, ansias, necesidades y carencias también serán satisfechos por la riqueza de pensamiento en esta novela imaginativa y llena de ingenio, escrita con gran capacidad de argumentación, en una prosa de suma perfección clásica, brillante (no solo en sus piruetas verbales y palíndromos: "las navajas sajaban sal", p. 312, "etecé, eceté"), y de ritmo fluido y natural armonización de diversos registros estilísticos.