Jérôme Ferrari.
El paraíso es una ensoñación que no soporta el contraste con el mundo real. Jérôme Ferrari (París, 1968) ha ganado el premio Goncourt con El sermón sobre la caída de Roma, una fábula sobre dos amigos que renuncian a sus estudios de filosofía para regentar un bar en Córcega.Matthieu y Libero se conocen desde la niñez y esperan hallar la felicidad en su ciudad natal, adoptando una vida sencilla y sin ambiciones. Durante un tiempo, todo parece perfecto: el bar prospera, la caja se llena cada noche y las aventuras sexuales surgen con una pasmosa facilidad. Al mirar hacia atrás, los dos amigos sólo encuentran argumentos para detestar su paso por las aulas universitarias. Matthieu escoge a Leibniz para escribir su tesis de licenciatura, pero se desengaña enseguida. Sólo un loco o un idiota pueden afirmar que "vivimos en el mejor de los mundos posibles". Libero se decanta por San Agustín, pero la lectura de La Ciudad de Dios le abre los ojos. El obispo de Hipona sólo es "un bárbaro inculto" animado por un odio revanchista hacia el mundo antiguo, con sus dioses y poetas. Aunque ambos se enfrentan a la decepción de sus respectivas familias, que les habían enviado a París para librarles de la escasez de horizontes de una sociedad atrasada y rural, cada uno concibe su porvenir desde una perspectiva diferente. Débil y pusilánime, Matthieu cree que el bar es la versión más asequible del Edén. Libero no se hace tantas ilusiones, pero su fatalismo no excluye el anhelo de una existencia tranquila, donde la estupidez del mundo sólo sea un eco lejano.
Ferrari ha escogido frases de los sermones de San Agustín para titular sus capítulos. No se trata de un simple recurso narrativo, sino de un ardid para expresar una filosofía existencial marcada por el pesimismo antropológico y metafísico. Ferrari reserva su último capítulo a una fantasía literaria sobre la agonía de San Agustín, cuya fe titubea ante la inminencia de la muerte. En su famoso sermón sobre la caída del Imperio romano, impugnó la doctrina del eterno retorno, pero ahora se plantea que si la eternidad no es menos ilusoria. Tal vez "los mundos pasan de las tinieblas a las tinieblas y esa sucesión no significa nada".
La peripecia de Matthieu y Libero sugiere que el mundo real avanza a ciegas, con paso de borracho. El idílico bar no tardará en convertirse en un teatro de celos, traiciones y desengaños. Aunque Matthieu y Libero juegan a ser tipos duros, rodeándose de mujeres y exhibiendo una pistola, las circunstancias les desbordarán, desembocando en una tragedia que pondrá fin a su pequeña utopía. El sermón sobre la caída de Roma es una excelente novela, con personas creíbles y complejos y una prosa notable, que a veces se excede en esa voluntad de estilo tan característica de las letras francesas. No es una simple narración. Al igual que Bouvard y Pécuchet o El extranjero, encierra una tesis y no se avergüenza de ello. Ferrari recrea el desencanto de unas generaciones educadas en el escepticismo, pero que aún sueñan con un paraíso inexistente. Matthieu y Libero no se identifican con ningún credo. Sólo desean un modesto rincón en el mundo, pero el mundo se mostrará implacable con ellos y les enredará en un drama sórdido que malogrará cualquier esperanza de dicha. Ferrari cita la "Fuga de la muerte" de Celan y no parece casual. Tal vez al hombre de nuestro tiempo no le quede otra salida que excavar una tumba en el cielo.