Ricardo Piglia. Foto: Alejandro García
Los habituales lectores del crítico y narrador argentino Ricardo Piglia (nacido en Adrogué, Buenos Aires, en 1940) conocen ya al personaje de Emilio Renzi. Esta nueva novela que protagoniza en primera persona tiene mucho de géneros entrecruzados y solventes. Resulta en primer lugar una narración ambientada en una universidad estadounidense, lo que permite al autor verter sus propias experiencias, mediante las que nos ofrece una visión personal de aquellos ambientes departamentales. Por otra parte, no deja de tener una trama amorosa, aunque minúscula, entrelazada con un crimen, lo que la convierte, también, en parte del género policíaco y, por si fuera poco, el autor elabora una perspectiva del mundo de hoy, de sus problemas ideológicos y de su interpretación.Son muchas novelas en una, como ha pretendido Piglia, aunque en ningún caso echaremos de menos la amenidad, el papel de la intriga cuando conviene y los personajes un tanto extravagantes que la pueblan. Emilio Renzi, fracasado escritor, abandona la Argentina para escribir sobre el período argentino de W.H. Hudson. Para ello considera que nada le resultará mejor que una estancia en una prestigiosa y tranquila universidad de New Jersey. Las razones son tan apasionantes como las consideraciones sobre el papel de Hudson: "Me interesaban los escritores atados a una doble pertenencia, ligados a dos idiomas y dos tradiciones. Hudson encarnaba plenamente esa cuestión". Pero el protagonista parece descentrado, en un ambiente que no le es propio, y trata de descubrir la naturaleza e historia de cada uno de los miembros del Departamento. Los hábiles retratos de los profesores y sus encuentros en diversas situaciones hacen que la narración se sitúe en una habitual novela de costumbres académicas. A la vez, ello le permitirá abundantes reflexiones marginales sobre la literatura estadounidense del realismo, sobre Joseph Conrad, autor de culto o sobre el poeta Robert Frost, entre un vasto repaso de lecturas y conocimientos.
Algunas situaciones parecen surrealistas, como el tiburón blanco que nada en el enorme acuario del sótano del profesor D´Amato. Pero pronto conocerá a Ida, una profesora desinhibida, con la que mantendrá alguna relación sexual muy secreta, porque tratará por todos los medios de que la relación no trascienda al resto de los componentes del grupo. Esta inicial aventura amorosa se truncará con su muerte en un extraño accidente que la policía considerará como tal, aunque sin desdeñar una investigación criminal que nos introducirá en otra zona de la novela. Un pasaje rememorando esta relación nos llevará al título mismo de la novela: "Su nombre era una acción, la ida, el viaje sin retorno, señala quien se va. Y también a la muchacha rara (‘está ida' o es ‘medio ida'). Además se llamaba como mi madre..."
Junto a su casa, con jardín casi compartido, Renzi descubrirá a una mujer rusa, profesora jubilada universitaria, con quien reflexionará sobre la literatura y la lengua rusa: "la tendencia del idioma ruso a la expresión mística era un tipo de imperfección ontológica que no aparecía en otras lenguas indoeuropeas". Pero la añoranza de Ida le llevará a contratar a un curioso detective privado que le informará, a través de sus contactos con la policía y el FBI, que las autoridades conocen la vida de Ida hasta el mínimo detalle. Una serie de asesinatos de académicos y científicos les trae en jaque desde hace mucho tiempo. Entran aquí personajes como extraídos del mundo de Dashiell Hammett hasta el descubrimiento del culpable, Thomas Punk, exalumno de Harvard y brillante profesor que abandona su carrera para vivir una vida solitaria en los bosques y actúa como criminal en serie.
La narración de sus circunstancias constituirá la extensa parte final y más reflexiva del relato. Renzi decidirá conocerle personalmente, una vez detenido, y construye desde la tercera persona su vida aislada, la naturaleza de un "Manifiesto" que publican los principales periódicos y el propósito de sus crímenes con atractivas consideraciones vitales: "la cuestión no era cómo hay que pensar lo que se vive, sino como hay que vivir para poder pensar". Una página original de Conrad, que se reproduce, con subrayados, propiedad de Ida, da idea de una posible coincidencia con el pensamiento de Punk, que responde a un anarquismo individualista. Ésta es la zona filosófica de la novela que pretende transmitir una idea de la violencia en la sociedad de nuestro tiempo y, en particular, de la estadounidense. Acabará siendo ejecutado diez años después de su captura, el 2 de agosto de 2005. Ricardo Piglia se muestra como el excelente narrador que es, seguro y apasionado en sus reflexiones literarias, siempre sugerentes. El registro autobiográfico confiere al conjunto una mayor autenticidad.