Jeffrey Eugenides. Foto: Rodrigo Fernández

Traducción de Jesús Zulaika. Anagrama. Barcelona, 2013. 531 páginas. 17'90 €

No es Jeffrey Eugenides (Detroit, 1960) un escritor especialmente prolífico; sus novelas se publican a intervalos exactos de nueve años. Las vírgenes suicidas (1993) continúa siendo su título más célebre, aunque en 2002 obtuviese el Pulitzer por Middlesex. Se traduce ahora al español La trama nupcial (2011), donde el narrador sigue explorando el tema que caracteriza sus entregas anteriores: el proceso de maduración.



En este caso no se trata de adolescentes, sino de licenciados universitarios a comienzos de los 80; por más que incluso asistamos a un matrimonio, el auténtico significante en la historia de los personajes tiene que ver con la pérdida de la inocencia y la búsqueda de compromiso existencial. Madeleine creyó encontrar respuesta en la lectura, "pero eso no la ayudaba ahora en nada" (p. 14) y asumía la literatura como catarsis, "Quería que un libro la llevara a lugares donde ella no podría llegar por sí misma." (p. 65). Mitchell viajará por Europa y después a la India para colaborar con la Madre Teresa, y sus viajes "marcaban la ruta de un peregrinaje que le había llevado hasta donde estaba" (390). A Leonard le "interesaban las verdades eternas. Aprender a morir, etcétera. Ahora la cosa ha cambiado" (p. 69). Estos son los tres protagonistas que conforman el triángulo amoroso que estructura la historia. La suya no es tan apasionante como aquella -quizás insuperable- de Hester, Dimmesdale, Chillingsworth en La letra escarlata, pero logra atraparnos, y quienes perseveren en la lectura obtendrán su recompensa.



El título, La trama nupcial, tiene que ver con el tema de tesis en la que trabaja Madeleine: el matrimonio como feliz resolución en las novelas victorianas -finalmente descubrirá que "las victorianas eran mucho menos victorianas de lo que uno podría imaginar" (p. 237). Es ella quien lleva en buena parte el peso argumental de la obra, y está enamorada de Leonard -aquejado de un trastorno bipolar- con quien llegará a casarse, aunque, tal como reconocerá la madre de la protagonista: "Madeleine piensa que puede salvar a Leonard. Pero la verdad es que o bien no se le puede salvar o bien no quiere que se le salve." (p. 522). Para Leonard, que depende de los fármacos -litio- para vivir normalmente, el matrimonio será "una jugada brillante" (p. 386). Quien verdaderamente está enamorado de Maddy es Mitchell, y sus viajes tal vez sean más huida que búsqueda. ¿Tendrá un final feliz esta "trama nupcial"? A mí me ha merecido la pena averiguarlo.



Las reticencias, sobre todo en los primeros compases, tal vez tengan que ver con el planteamiento de situaciones actualmente superadas pero aún recientes. El ambiente universitario de la época -1982- cuando Derrida, Lyotard, y Cuddon causaban furor en las humanidades: "La semiótica era la forma que había adoptado en Zipperstein [profesor] la crisis de la mediana edad" (p. 72), está magníficamente reflejado. No es solo el ambiente académico, también se recuperan obsoletos "principios" que hoy provocan sorna y sonrojo; así, por ejemplo, Maddy confesará que "Me preocupaba que la virginidad fuera como lo de tener las orejas perforadas. Que si no te pones pendientes el agujero se te puede tapar." (p. 288).



Es precisamente gracias a este grado de ironía, a este sentido del humor, presente en toda la novela ("De verdad, Mitchell, tendrías que empezar a usar desodorante" dice Maddy tras el ansiado primer encuentro sexual) lo que permite distanciarnos de los acontecimientos reevaluando, desde la distancia, lo que fueron aquellos años. Años en los que la ilusión era tan fuerte como el desencanto y la ingenuidad. Los personajes representan tipos fácilmente reconocibles y familiares. Tanto Mitchell como Leonard presentan postulados distintos, no necesariamente enfrentados, ante los que Madelaine permanece impasible. Su vida, desde el día de su graduación cuando comienza la acción, ha estado regida por su dedicación y preocupación por lo que de ella esperan terceras personas. Pero tampoco Mitchell y Leonard, que se antojan más reflexivos y maduros difieren mucho de la heroína, pues a fin de cuenta también sus acciones y actuaciones son reacciones a las de Maddy: Leonard termina dependiendo de ella, de igual forma Mitchell no podrá huir a su destino. Como en cualquier otro triángulo amoroso.

El caso eugenides

"Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974". Así comienza Middlesex, la novela que en 2002 consagró a Eugenides con el Pulitzer, suscitando un notable escándalo que lo convirtió en un bestseller. Quizá por eso, La trama nupcial, es, dice el autor, "una reacción a Middlesex". Y el éxito no le ha abandonado.¿Como comenzará su próxima novela, ahora que su Detroit natal se cubre de niebla indefinida?