El Cultural
Pocos libros confirman la contaminación posmoderna de los géneros literarios como El cristal Spinoza, un fascinante libro en el que se solapan novela, biografía y teatro (sobre todo), pero también filosofía, confesiones y poesía. Su autor, Juan Arnau (Valencia, 1968), que estudió astrofísica en Madrid, filosofía, budismo y sanscrito en la India, y que descubrió en Nueva York a Spinoza, recupera aquí la aventura de este pensador único, de origen sefardí, que desarrolló una teoría sobre la libertad y que buscó una teoría de la luz, tras investigar su comportamiento y constitución, “para deducir de ella una geometría necesaria del cosmos”.
A lo largo del libro, supuestamente escrito por Jan van der Spyck, discípulo aventajado de Spinoza, se suceden los diálogos erizados de ideas, de provocaciones y de sentimientos. Es él quien nos explica, por ejemplo, que el filósofo no quiso que se pusiera su firma a su Ética, “no queriendo que su doctrina fuera designada con su nombre”, que para él la libertad era “una ilusión” o que la seguridad venía del amor y de la felicidad, mientras descreía del azar, “invención de la ignorancia, luz del ciego, música del sordo, manjar del saciado”. Imposible explicar mejor, y en menos páginas a un pensador esencial con el talento y profundidad y amenidad que derrocha Arnau en este libro.