Clara Usón. Foto: Toni Garriga
Una excelente novela en la que se aprende mucho sobre la historia convulsa de los Balcanes y su conflictiva mezcla de religiones y etnias iluminadas por fanatismos nacionalistas
En su dimensión colectiva se imponen las personalidades históricas que han promovido los conflictos bélicos entre serbios, croatas y bosnios en las repúblicas independientes que sucedieron a la desmembración de Yugoslavia tras la muerte de Tito. Los personajes históricos que dominan el plano colectivo son tres: Slobodan Milosevic, presidente de la República de Serbia, Radovan Karadzic, presidente de la República Srpaska, y Ratko Mladic, coronel destacado en la guerra de Serbia con Croacia y ascendido a general del ejército serbio en la guerra contra Bosnia, donde su fanatismo y locura lo convirtieron en el sanguinario carnicero de Srebrenica, lugar de horror y muerte de miles de soldados y civiles indefensos, entre los cuales había hombres, mujeres, ancianos y niños bosnios, musulmanes y también serbios.
En el plano individual sobresale la figura de Ana Mladic, amada hija del citado criminal de guerra, en su cuidada evolución psicológica desde el amor y admiración hacia un padre cariñoso hasta el gradual descubrimiento del psicópata que llevó hasta el paroxismo su fanatismo destructor en Bosnia. Acorde con el desarrollo de estos dos planos, la construcción de la novela sigue la alternancia de capítulos en los que se va distribuyendo la información en ambas vertientes, con una convergencia final muy lograda. En los capítulos impares, tras un comienzo que anuncia la tragedia final, se desarrolla la evolución de Ana desde su ingenuidad juvenil hasta su gradual descubrimiento de las atrocidades de su padre, sobre todo a partir de un viaje con otros amigos a Moscú.
En rigurosa alternancia los capítulos pares ofrecen la narración biográfica de las fulgurantes carreras políticas de los nuevos dirigentes en las repúblicas balcánicas. Todos llevan títulos que comienzan siempre con "Galería de héroes" y después el nombre del protagonista del capítulo. Es un acierto que la serie comience con el Príncipe Lazar porque con la presencia relevante de aquel rey medieval que libró y perdió la batalla de Kosovo contra los turcos la novela se inflama con un aliento épico (y bárbaro) que luego descubre sus tonos más sombríos en sus herederos de finales del siglo XX, que son los tres criminales de guerra citados.
Y a partir del capítulo 12, pasada la mitad de la novela, se inicia la convergencia de ambos planos, con progresivos hallazgos de Ana sobre los horrores de su padre y la revelación, igualmente bien graduada, de Danilo Papo, hijo de judío muerto en Sarajevo y exiliado en Londres, como narrador de la novela en su plano colectivo e incluso de los capítulos centrados en Ana y su entorno, contados por un narrador omnisciente en tercera persona, pero que bien puede ser el mismo Danilo, pues, como dice al final, " quien esto escribe un día se tropezó con la noticia de la trágica muerte de Ana Mladic.
Sintió curiosidad, indagó, investigó, buscó respuestas, aquilató rumores, compulsó datos y con todo ello fabuló una explicación, de la que yo formo parte" (pág. 442).
Esa explicación relaciona las atrocidades perpetradas por el general con el suicidio de Ana, y también su trágica muerte con la furia de Mladic en la destrucción de Srebenica. Lo cual inspira el arranque homérico del capítulo 16: "¡Canta, oh musa, la cólera de Ratko!", invocación que se une a otras referencias y alusiones a Shakespeare, sobre todo en la duda reflexiva de Hamlet, y Tolstoi, tanto en el aliento épico de sus novelas mayores como en la narración corta Después del baile, con cuya protagonista terminará por identificarse Ana en sus reflexiones morales.
Con ello Usón ha completado una excelente novela en la que se aprende mucho sobre la historia convulsa de los Balcanes y su conflictiva mezcla de religiones y etnias iluminadas por fanatismos nacionalistas, con esmerada integración de historia y ficción hasta rematar en crónica resumidora de unos destinos crucificados en la perenne pugna del bien y el mal.